viernes, 3 de agosto de 2007

"EL SANTO GRIAL DE TU PIEL". por Darío Yancán






El antes...
Todos los después...

El antes...
... de encender el motor fue clave, les generó dudas.
Sabían como siempre, que de esa noche podría no haber retorno, como de otras tantas. En realidad sabían que no hay retorno alguno, que la dirección ya está escogida, sus
ancestros se lo dicen, se lo muestran.
Como siempre, Deseo ya había realizado su tarea. Ya había quitado casi todos los límites. Se ordenaron como layers sobre un cuerpo y tomaron el control de la carne.
Siempre hubo reticencia entre Ellos, como si pudiesen ser independientes uno del otro. Olvidan que existen gracias a su complemento, que el otro les da sentido. Pero nunca se reconocen virtudes, siempre tratan de excluirse. Esfuerzo inútil hacerse desaparecer entre si, al fin y al cabo todos acaban reunidos en la carne.
Simplemente se olvidan que son sólo pliegues.
Adictos al alcohol, Ratio y Sensus terminaron la botella para despejar los restos que Deseo no pudo quitar. Era necesario borrar todo rastro de vida cotidiana, de generar un lugar de encuentro donde todos se puedan sentar a la mesa y departir sus hastíos.
Salvo Continnius, que seguía resistiendo el encuentro, el resto, incansables, retomaban la discusión sobre el abandono de Aural.
Intimamente se convencían que había sido un triunfo de Ratio..., mentira, Aural nunca quiso hablar.
Con la intimidad esperanzada de sostener que ninguno ha ganado, siguen al acecho entre si.
Uno dijo, no se bien cual de Ellos fue -"...siempre hay tiempo para saldar cuentas impagas"-.
También con Aural.

Indefectiblemente iban al encuentro de Falo, que siempre habita su exterior y está a una distancia prudente para generar el espacio y evitar conflictos diarios. Nunca se suma a las discusiones. Es especialmente concreto, sin planteos ni fundamentos.
El celo de todos lo mantiene apartado también, sólo por ser tan primitivo, tan venal, y eso los enferma. Saben que finalmente es él quien se apodera de ambos cuerpos y maneja la situación de manera instintiva.
Más de uno de ellos desearía ser un poco más fálico.
El espacio entre él y los demás siempre es desaprovechado, les podría servir para generar nuevas relaciones entre los cuerpos pero siempre se van en discusiones inútiles y así, consumido el tiempo, él se queda con la situación.
Su espacio es tiempo, es prudente espera y acecho.
A veces es tiempo muerto. Los tiempos de los cuerpos no son iguales, y eso Falo no lo entiende, para él solo vale su tiempo, se ha vuelto tan egoísta, ... en realidad jamás fue generoso ni se detuvo a pensar, nunca se llevó bien con Ratio, son demasiado antagónicos.

Iban hacia un nuevo rastreo.
Un nuevo cuerpo.
Un nuevo motivo de discusión.
Un volver a buscar, a tratar de descubrir,
el lugar esperado.
Suave creían.
Ese lugar común
de ser buscado con la esperanza de hallar paz, residencia permanente. Siempre se reeditaba la dualidad fundacional de su inquietud, una parte de sus
pliegues pugnaban por vivir en ese lugar, por siempre, otros, en cambio, traccionaban por el permanente derivar.
Terminó el rítmico pasar de las columnas de iluminación, el viaje se había hecho corto, temerario. Siempre manejar al filo de las adicciones los alegra.
La labor de Deseo es buena, inhibe hasta la más profunda conciencia. Lo que mejor hace es lograr tal nivel de fragmentación, de desintegración que permite la creación de momentos inconsecuentes, irresponsables, autónomos, que desaparecen con el día.
Cada acto de fragmentación revela una potencial esquizofrenia subyacente. De ahí la habilidad para mentir o para la ficción.
Cómo identificar el nuevo cuerpo?.
Cómo que saber que era ese?.
No lo habían escogido por la gran cantidad de posibilidades de hallarlo en él. En realidad parecía carecer de la turgencia reclamada desde la idealización compuesta hasta ese día. En realidad parecía carecer de todo ideal.
Ahí estaba,
indefectiblemente.
Era ese.
Se veía apropiado personalmente,

- "hola, te estaba esperando." -, dijo al abrir la puerta.
Había subido.
Terminó un espacio de tiempo.

Todos los después...
... parecieron precipitarse. Fue un vahído inesperado.
Todo el esfuerzo de Ratio por proponer una jornada inocua se precipitaba estéril. Se
dieron cuenta al instante primero, aquel en que Sensus la vio aparecer entre las mesas vacías de la esquina. Aquel en que Continnius, como de costumbre, pidió no parar.
Él paró.
Eligió una nueva puesta a prueba.
Sin distinción de objetivos ni motivos, todos los después cayeron en coincidencias
tales que se unificaron. Los límites y las diferencias entre Ellos habían caducado ante Ella.
El mismo desfilar de columnas para volver al punto de arranque, pero ya no estaban
solos. Ella se les plantaba desafiante, atractiva, con frío.
Era un instante crucial, el que se adelantara, dominaría la situación.
Se miraban de reojo. Se miraban con recelo. Siempre supieron que su gran debilidad han sido las pasiones, que ellas los desestructuran, los hacen confundir. Trataban de no vivirlas y no tener nada que ver. Por eso en general las evitaban, saben que les temen. Ellas los entregan a todos y cada uno, desnudos y débiles, sin resguardo.
Para no tener incertidumbres pasionales, recurren a cosas sencillas y explícitas, por
lo general a transacciones económicas, frías, calculadas, sin esperas.
Ella los anticipó a todos y anuló cualquier estrategia.
Tan sólo lo besó.
Y le tomo su cuerpo y le dio el de Ella.
Sin saberlo se prestaba al juego de rastreo. Intentarían rastrear ese espacio caliso,
entre el seno y la axila, consideraban que allí podría estar el placer. El espacio del entreé, entre un órgano y otro, compuesto de distancia, espera, prisa, olor, tiempo.

Distancia y tiempo.
No rastreamos ningún sitio en especial porque no podemos definir un lugar, se carece de límites físicos y geográficos. Sólo recorremos distancias en un transcurrir del tiempo. Estamos en una continuidad sin lugares, con cambios de relieves, no hay punto
donde empezar ni terminar, no hay zona naturalmente marcada.
Nunca llegaremos, no rastreamos el llegar; nuestro grial es el ir hacia, para luego tan sólo retirarse hacia otro recorrido, el recorrer el intersticio deliberadamente ignorado y detenerse en el tiempo que lleva el recorrido. El juego era muy difícil, detenerse en el tiempo, detenerse en el recorrido.

La detención eliminando el recorrer
, qué contradictorio.
Los cuerpos nos dan motivos ofreciendo las estaciones, topografía donde hallar el grial, los entreé son elegidos por cada pliegue en un acto de fe. Cada uno guarda la esperanza de estar bien. Recorren el sudor, las cicatrices, recorren los bellos, y las marcas en la piel del sostén.
Generalmente, alguno, cambia el camino por los tirantes que lo llevan al pelo para encontrar allí otro motivo.
Él tiene su lugar definido y está convencido de su futura residencia.
Del seno a la axila
se forma un conjunto sin límites, hacia el centro del pecho y
hacia la espalda. Es todo continuo, nunca se termina, la piel es un continuo, continúa,
nunca hay límites ni reglas en cuestiones de piel.

Cada pliegue siempre se apoderaba de su placer, olvidaba el objeto, lo apartaba deliberadamente, eso es lo que hacían habitualmente,
esa noche no pudieron, el objeto que pertenecía a Deseo, les salto encima de todos juntos y separados. Ya no tuvieron salida.

Todos eran consientes, había pasado.
Hubo algo que salió mal se plantearon...... qué es? No se, quizás no era lo/a que buscaban. Quizás ese lunes eras un lunes más, con un después, después del después y nada más. Otros pensaban que quizás, sean las ganas de ser distinto a todo lo conocido por Ella, y en el fondo, siempre ese sentir heroico de cuento.
No sabía porque le gustaba, tanto, diferentemente. No había racionalidad posible. No tenía ni fin ni finalidad, tan sólo era bonita, verla y hacerla bonita.
Ella lo mantuvo despierto, no le permitió dormir desde el interior de Él; en ese preciso lugar se le hospedó.
Todos conocían ese efecto, el de la vigilia total a fuerza de drogas, de miedo, pero hoy era diferente, la vigilia era estimulada por una presencia tendida a su lado. Cuánto tiempo hace que no se sentía en ese estado. No había forma de dormir, no tenía ni lógica ni razón de ser se, planteó Ratio.
Para que dormir si tenía la posibilidad de rastrear reiteradas veces, había que derivar.
Ella le proveyó de un estado y una geografía desconocida. Jamas había tenido tanto placer ni de tal manera. Hubo un pedido de clemencia, hubo un ruego... de todos. Ya conocían el dolor de lo fingido, de la posibilidad esperanzada puesta en el lugar equivocado.
Ella aceptó el desafío y sintieron miedo. Habían generado un momento terriblemente consiente que no desapareció con el día.
Sensus ya había pasado por estas situaciones y sabe de su incapacidad para el abandono de la expectativa del otro.
Ratio siempre cargó con la responsabilidad de no saber mirar hacia otro lado. Siempre sostuvo que: "conocer te hace partícipe y cómplice". Ahora sabían de los miedos mutuos.
Dio un crédito y creyó que no hubo fingimiento alguno. Ni más ni menos.
En realidad no le podían dar crédito, eso complicaría aún más las cosas. Ratio quiso utilizar la misma postura que usó con Aural. No se lo permitieron. Indefectiblemente la escisión que se había producido entre Ellos fue tan profunda que jamas podrían volver a componer un solo cuerpo, el paño estaba roto y la noche terminada.
En un último esfuerzo diplomático buscaron dar clausura al tema, decidieron desaparecerla. Ella se retiró unos pasos para volver...
y dijo -"me gustaría cenar"-

A los dos días el teléfono sonó -"acepto la cena"-.
Al parecer algo había quedado, y para saber qué, hará falta más tiempo que una noche.


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