miércoles, 31 de octubre de 2007

"El uso de las distinciones" por Jacques Rancière

Traducción de la intervención de Jacques Rancière en la jornada organizada en torno de la “partición de lo sensible” el 5 de junio de 2004 en el Colegio Internacional de Filosofía, a la iniciativa de Jean-Clet Martin, publicado en la revista Failles, nº2, primavera 2006.

Aquí en esta corta conferencia Rancière resume el sentido de su trabajo, y lo que hay en juego respecto de otros cercanos (Agamben, Badiou, Negri, Zizek...). Podemos entender mejor qué significa esa "pasión de la igualdad", como dice Badiou, tanto en arte como en política, como en la propia práctica accidental de la filosofía que lleva a cabo Rancière. Y cómo Rancière afirma, frente a todas "las dramaturgias de la superpotencia", que lo que rompe el consenso es la misma democracia, entendida de una manera bastante loca, mutante y anárquica: la sustituabilidad, que al extenderse por la superficie de lo sensible y lo inteligible, acaba con todo lo "propio". Su posición es importantísima frente a todos esos cantos demasiado fáciles y cómodos sobre las multitudes y las diferencias y los otros que vemos por todas partes hoy. Como dice Schuhl "oh tú, el más reemplazable de los seres", Rancière también en esta línea, la línea de lo sustituible, cuando más sustituíble sea algo mejor, menos se lo puede quedar alguien, más se desplaza par toda la superficie, más redibuja las particiones, más diversión para todos.





Debo entregarme aquí a un ejercicio complejo. Tengo que responder, como autor de mi discurso y poseedor de su significación a las interpretaciones que otros han propuesto y a las críticas que ellos le han dirigido. Pero también debo tomar yo mismo la posición del otro, tratar de instalarme en la distancia desde donde sería posible fijar una perspectiva sobre mi trabajo y proponer una posible coherencia.

Para responder a esta doble obligación, trataré de apuntar, en los objetos de mi trabajo y los procedimientos que les aplico, ciertas constantes a las cuales responden otras constantes en las cuestiones críticas que ha podido suscitar. Comenzaré con un punto modal que es mi uso de las distinciones conceptuales: por ejemplo política y policía o bien régimen estético y régimen representativo del arte. Dos rasgos las caracterizan: primeramente, estas distinciones se proponen en lugar de otras distinciones, y contra ellas. Operan menos una clasificación diferente que una desclasificación. Esto quiere decir, y este es el segundo rasgo unido al primero que intentan volver a poner en cuestión la distribución recibida de las relaciones entre lo distinto y lo indistinto, lo puro y lo mezclado, lo ordinario y lo excepcional, lo mismo y lo otro.

Tomemos la distinción que ha hecho correr más tinta: la que opone política y policía. Se la ha tomado a menudo por una nueva versión de oposiciones conocidas: espontaneidad y organización o acto instituyente contra orden instituido. Se trataría, en pocas palabras, de oponer una esfera de actos puros de la igualdad al orden del mundo. Se responde entonces que estos actos puros están condenados sea a permanecer en su espléndido aislamiento, sea a perderse en lo instituido, aunque inscriban la nostalgia de lo instituyente.

Yo he contribuido sin duda a acreditar esta interpretación. Pero sin embargo la introducción de este par conceptual se operó en un contexto bien definido que le da un sentido totalmente diferente. Este contexto es el de una crítica del tema dominante de los años ochenta: el “retorno” de la filosofía política. Criticando este retorno, es la idea misma de filosofía política la que he tomado como blanco. Es cierta idea de la política “en sí misma” y cierta manera en que este propio de la política se ha opuesto a un otro. La distinción política/policía dice que la política viene siempre después, incluso si su principio -la igualdad- es lógicamente primero, que ella no es nunca un acto originario sino una identidad paradójica de los contrarios. En efecto toda propiedad común de la que se querría deducir la comunidad política se presenta dividida, como he mostrado a propósito de la deducción aristotélica del animal lógico al animal político, y de la división misma del primero según que él posea el hexis o sólo el aisthesis del lenguaje. Entonces, si esta oposición aísla la política, es para separarla de todo principio uno de la comunidad del que ella sería la efectuación directa. Ahora bien, separar este uno, es también separar dos figuras del dos, dos maneras de oponer la pureza de la política a una cierta impureza. La primera figura refutada es la que fue vehiculada por la tradición marxista. Ésta opone la pureza ilusoria de los significantes y de las instituciones de la política a la realidad impura de la que ella es la expresión y la máscara. Ella opone a sus apariencias la realidad de los procesos económicos y los conflictos de clase. Tras el joven Marx, ella apela de la democracia formal a la democracia real, y de la revolución política a la revolución “humana”.

Oponiéndose a esta distinción, la pareja política/policía refuta también la otra gran figura del dos que no es en el fondo más que la inversión del esquema marxista. Esta segunda figura se presenta como la oposición entre la distinción ―y entonces la libertad― política y la indistinción ―o la necesidad― social, o incluso como la oposición del “vivir juntos”, del “bien vivir” o del “bien común” al simple vivir. Mis Tesis sobre la política toman por blanco explícito el ideal arendtiano de la “vida política”, su oposición de la política y de lo social. Mi objeción fue que es precisamente la lógica anti-política, la lógica de la policía la que aísla así una esfera propia reservada a los actos políticos ―esto es, finalmente, a los seres para los que la política es su asunto o su destinación propia. Tal como yo la entiendo, la política es, al contrario, la actividad que vuelve a trazar las líneas, que introduce casos de universalidad y de las capacidades para formular lo común en lo que era el universo privado, doméstico o social.

La oposición política/policía vuelve a poner en cuestión todo principio de una repartición positiva de las esferas y de las maneras de ser. No hay dominio de lo político opuesto al de la oscuridad doméstica y social. De igual modo, no hay la apariencia de un lado y la realidad del otro. La apariencia no es la máscara de una realidad. Es una configuración efectiva de lo dado, de lo que es visible, y entonces de lo que puede ser dicho de lo dado y hecho en relación a lo dado. Se sigue igualmente que no hay de un lado la esfera de las instituciones policiales, y del otro las formas de manifestación puras de la subjetividad igualitaria auténtica. No está la comedia “democrática” y parlamentaria de un lado, y del otro, la potencia comunitaria heterogénea encarnada en un grupo o un mundo colectivo propio. Desde el momento en que la palabra igualdad se inscribe en el texto de las leyes o en los frontones de los edificios, desde el momento en que un Estado instituye procedimientos de igualdad ante una ley común o de recuento por igual de las voces, hay una efectividad de la política, incluso si esta efectividad está subordinada a un principio policial de distribución de las identidades, de los lugares y de las funciones. La distinción de la política y de la policía opera en una realidad que conserva siempre una parte de indistinción. Es una manera de pensar la mezcla. No hay un mundo político puro y un mundo de la mezcla. Hay una distribución y una redistribución.

La oposición de los régimenes estético y representativo del arte es, del mismo modo, una manera de volver a poner en duda identidades y alteridades: identidad del arte y oposiciones en el seno de las cuales se le ha hecho funcionar o que se hecho funcionar en su seno. Se trata de poner en duda la univocidad ahistórica de nociones como “el arte” o “la literatura” y, correlativamente, la manera en la que se definen los cortes temporales. Pues el discurso dominante sobre el arte ―el discurso modernista― hace un uso muy extraño de la relación entre el tiempo y la eternidad. Plantea la ahistoricidad del concepto, separando lo propio del arte de los discursos sobre el arte. Pero este arte ahistórico aparece, a la inversa, como el término de una teleología histórica: con Mallarmé, Mondrian o Schönberg, el arte se convertiría finalmente en su realidad en esta actividad autónoma que siempre ha sido en su concepto. Así la pretendida recusación del “historicismo” conduce al uso masivo de una teleología de la historia. Planteando régimenes históricos de identificación, trato precisamente de recusar esta ligazón de lo ahistórico y lo teleológico. Por un lado el arte no siempre ha existido, en singular, como realidad unívoca. Siempre ha habido artes, en el sentido de saber-hacer. Ha habido a veces divisiones como la que opone las artes liberales a las artes mecánicas. Pero el arte o la literatura, tal como nosotros los conocemos, no existen sino desde hace dos siglos apenas. Existen no como maneras de hacer radicalmente nuevas, sino como regímenes de identificación nuevos. Cuando Madame de Staël lanza, en su nuevo sentido, la palabra literatura, se cuida mucho de precisar que con ella no propone ningún cambio a las poéticas codificadas por los teóricos de las Bellas Letras. Todo lo que ella cambia, es, dice, la concepción de la relación entre las Letras y las sociedades. No hay, de hecho, ningún punto histórico de ruptura a partir del cual sería imposible escribir o pintar a la antigua manera o necesario hacerlo a la nueva, ningún punto de no-retorno donde se bascularía de un arte de la representación a un arte de la presencia o de lo irrepresentable. En su lugar hay una lenta reconfiguración que da a las mismas maneras de hacer ―una metáfora, una pincelada, un uso de la luz y las sombras― una visibilidad y una forma de inteligibilidad nuevas a partir de las cuales las nuevas maneras de hacer se imponen. Dicho de otra manera, la concepción de los régimenes del arte recusa la idea de una ruptura histórica en los constituyentes del arte. Recusa así los juegos de oposición bajo los cuales se ha querido pensar la idea de la “modernidad” artística: transitivo/intransitivo, presencia/representación, representación/irrepresentable. Estos conceptos pretenden designar entidades constitutivas o principios constituyentes distintos entre dos momentos y dos formas del arte. Pero la distinción es puramente imaginaria. No efectúa ninguna distinción real. “El sol comenzaba a alzarse”, la frase que abre Las olas de Virginia Wolf no es más intransitiva que “la aurora de rosáceos dedos” homérica. Y la primera frase de La especie humana de Robert Antelme “Fui a mear; todavía era de noche” no tiene más que ver con lo irrepresentable que el verso de Ifigenia que es su modelo lejano: “Sí, soy Agamenón, soy tu rey que te despierta”.

Las nociones de transitivo y de intransitivo no designan ninguna diferencia real, repiten solamente la presuposición de que a partir de cierto momento el arte ya no es lo que era y que, no siendo ya lo que era, se convierte finalmente en lo que es en sí mismo, en una clara oposición a lo que no es: una inmovilidad opuesta a una circulación, una realidad autónoma opuesta a lo que no es más que un medio para otra cosa.

Queda por saber lo que vuelve esta presuposición de la identidad del arte y de la diferencia del arte nuevo tan insistente. Mi respuesta es la siguiente: esta insistencia resulta precisamente del quebrantamiento de los sistemas de distinciones por los cuales las cosas del arte eran clasificadas y juzgadas. Pues es precisamente esto lo que "representación" significaba: no un tipo de procedimiento artístico, un constituyente propio o una textura ontológica específica de las cosas del arte, sino un conjunto de leyes de composición de los elementos, comprendidos en un régimen de identificación de lo que hacen las artes y lo que las distingue de las otras maneras de hacer. Esta es la paradoja de la autonomización del arte: significa el desvanecimiento de toda frontera estatutaria entre el adentro y el afuera. Para que la no-representación o lo irrepresentable pueda plantearse como esencia del arte, hace falta que el arte, a la inversa, sea sometido a un régimen dominante donde todo es representable, y representable de cualquier manera. Es precisamente ahí donde no hay diferencia normativa entre buenos y malos temas, géneros nobles y viles, expresiones propias e impropias, es ahí donde la "diferencia" del arte viene a decirse como imposibilidad o prohibición de la representación y donde nace la preocupación de inventar un modo de lenguaje propio a la literatura. Se podría hablar de una ilusión transcendental en sentido kantiano: una ilusión de algún modo necesaria, inducida por el funcionamiento mismo de nuestras categorías ordenadoras.

Pero el hecho de que una ilusión sea necesaria no vuelve más válida su pretensión de hacernos conocer algo. Por un lado, los criterios de lo “propio” del arte y de lo propio de la modernidad artística tienen un valor cognitivo nulo. Repiten solamente la presuposición de este propio. Pero también este propio del arte no le es en nada propio. Las parejas presencia/representación o transitivo/intransitivo sólo hacen funcionar dos veces la simple diferencia de lo mismo y de lo otro, invirtiendo los valores de lo positivo y de lo negativo. Pero, detrás de este juego formal, es fácil reconocer las figuras dominantes de la tradición religiosa occidental: la “presencia”, es el espíritu convertido en carne que anula la distancia entre la letra y la ley; lo irrepresentable, es el nombre impronuciable del Dios infigurable que habla en la nebulosa. Del mismo modo que la ahistoricidad del arte tiene por complemento la teleología, la afirmación de lo propio del arte conduce a identificar este simple propio a la figura de la alteridad religiosa. Distinguir regímenes entonces, no es decir que a partir de tal o tal momento no se puede hacer arte de la misma manera, que en 1788 se estaba en el régimen representativo y en 1815 en el régimen estético. La distinción no define épocas sino funcionamientos; no oposiciones de principios constituyentes sino oposiciones de lógicas, de leyes de composición, de modos de percepción y de inteligibilidad; no principios de exclusión sino principios de coexistencia. Se puede definir históricamente la emergencia del régimen estético del arte como ley de funcionamiento global, pero sus elementos tienen temporalidades diferentes y la ley global autoriza todos los "anacronismos" de funcionamiento: la abstracción pictórica es en principio una manera de ver el Corro nocturno de Rembrandt o un Descenso de la Cruz de Rubens; e inversamente las directivas de los grandes productores hollywoodienses a sus directores son fieles a los principios según los cuales Voltaire y Diderot podían corregir a Corneille o a Greuze. Lo que caracteriza el régimen estético del arte, es la multi-temporalidad, la ilimitación de lo representable y el carácter metafórico de sus elementos. No hay un momento en el que las gamas de color cazan a las mujeres desnudas y a los caballos de batalla (Maurice Denis). Hay más bien un principio de sustituibilidad ilimitada entre un brochazo, una mancha de azul, una blusa, un efecto de luz, un reflejo, la representación de un cuerpo de mujer, un testimonio de la vida burguesa en Holanda o las distracciones populares parisinas, el homenaje de un pintor a otro pintor, etc.; entre un amor, una metáfora, una dosis de ultravioleta (Epstein), un ralentí, una aceleración, una caída de frases o un corte entre dos planos.

Esto no quiere decir que estemos en el reino de “no importa qué”. O más bien, el “no importa qué” es una relación determinada entre un quod, una importancia y una negación. Esta relación determinada de los contrarios define lo que yo he llamado un sensible de excepción, un sensible diferente de sí mismo habitado por un pensamiento diferente de sí mismo. De las fórmulas de los artistas a los enunciados de los filósofos es una constante del régimen estético esta coincidencia de lo hecho y lo no hecho, de lo sabido y de lo no sabido, de lo querido y de lo no querido.

¿Qué distingue este pensamiento de otros pensamientos de la excepción artística? Tomemos como punto de comparación una fórmula de Alain Badiou: "La verdad de la que el arte es el procedimiento es siempre verdad de lo sensible en tanto que sensible”. La diferencia es que no hay para mí sensible en tanto que sensible. Lo que nos enseña Kant, es que hay sensibles. Un sensible siempre es una cierta configuración entre sentido y sentido, un cierto sentido de lo sensible. Y, en particular, lo sensible del arte y lo sensible de lo bello no se conjuntan que según un modo disensual, ya que el arte no puede hacer otra cosa más que saber y querer mientras que lo bello no puede ser pensado sino como lo que no resulta de un saber y de un querer. Hay entonces dos maneras de pensar esta separación. Se puede tratar de reducirla con el fin de plantear una esencia unívoca del arte que sea “verdad de lo sensible en tanto que sensible”. Esta reducción de la alteridad de lo sensible a sí mismo no se puede entonces hacer sino en provecho de un mismo que toma la figura del otro. La verdad de lo sensible es entonces la de ser “acontecimiento de la idea”. Traducido en términos kantianos, toda estética es estética de lo sublime, una estética auto-desvaneciente, esto es, en definitiva, una ética. La segunda manera consiste en habitar la separación. Es lo propio de lo que Kant llama “idea estética” y de lo que yo por mi parte he llamado frase-imagen. Las ideas estéticas son invenciones que transforman lo querido en no querido, lo sabido en no sabido, lo hecho en no hecho. Son invenciones que dan al arte su sensible, sea eso que podemos llamar su ontología. Dicho de otra manera, la ontología del arte bajo el régimen estético, es eso que tejen las invenciones de las artes instituyendo su disenso, poniendo un mundo sensible en otro: el mundo sensible donde la imaginación obedece al concepto en el mundo sensible donde entendimiento e imaginación se relacionan la una con la otra sin concepto. Esta ontología tiene entonces una estructura notable: las invenciones artísticas construyen la efectividad de la diferencia ontológica que ellas mismas presuponen. Construir la efectividad de eso que se presupone, se llama verificación. Las artes verifican en su práctica la ontología que las vuelve posibles. Pero esta ontología no tiene otra consistencia que la que es construida por las verificaciones.

En la distinción de los regímenes de las artes, como en la de la política y de la policía, mi enfoque es el mismo: el de un pensamiento crítico, en el sentido kantiano: pensamiento de eso que vuelve posibles las diferencias que instituyen tal o tal dominio sensible, lo que quiere decir también tal o tal dominio inteligible, como el arte o la política. Un pensamiento crítico, es también un pensamiento que permite pensar estos dominios como instituidos por operaciones críticas, por disensos. Esto quiere decir que estos dominios tienen una existencia litigiosa. No descansan sobre ninguna diferencia fundada en la naturaleza de las cosas o la disposición del Ser. Su existencia diferencial está sometida a formas de verificación que son siempre alteraciones, procesos de pérdida de un cierto mismo: procesos de desidentificación, de desapropiación o de indiferenciación.

Lo que diferencia lo que yo he tratado de hacer de lo que han hecho cierto número de otros que tienen una experiencia histórica cercana y problemas o formulaciones vecinas, es una distancia en el pensamiento de lo heterogéneo, una manera de pensarlo sin asignarlo a una potencia ontológica otra. He tratado de pensar la heterogénesis bajo la forma de un pensamiento y de una actividad que producen choques de mundos, pero choques de mundos en el mismo mundo: redistribuciones, recomposiciones o reconfiguraciones de los elementos. Está claro, en efecto, que la preocupación del disenso me es común a muchas otras personas. Pero yo la he comprendido de otra manera a ellas. Casi todos los autores, vivos o muertos, que construyen hoy la actualidad del disenso comparten en efecto una misma idea del consenso y dan el mismo nombre a su figura política. La llaman democracia. Pensadores tan diferentes como Arendt y Lyotard, Badiou, Agamben o Milner tienen en común cierta idea del consenso como democracia, esto es como la igualdad aritmética de Platón, el régimen de la mezcla indistinta o indiferente. La democracia es para ellos el régimen del recuento indiferente, parecido a la circulación de las mercancías o al “goteo uniforme de tinta” que caracteriza el periódico según Mallarmé. Ella es el poder del mal múltiple que circula intercambiándose en suma nula y reproduciéndose de manera idéntica. Estos pensadores oponen la potencia de la diferencia: el buen múltiple, el que contiene un principio de alteridad, una potencia suplementaria. Ésta puede ser una superpotencia: potencia arendtiana del comienzo o vitalidad de las múltitudes (Negri), o bien una suplementariedad no intercambiable (el acontecimiento de verdad de Badiou o el uno-de-más de Milner). Fundan entonces la política sobre esta superpotencia o este suplemento o bien le oponen otro principio de la comunidad (el gobierno pastoral de Milner). Oponen a la democracia un principio de heterogeneidad. La heterogeneidad puede ser una figura del ser del ente ―infinito o multitudes, fundando una verdadera política o una superación de la política en el comunismo. Puede, al contrario, identificarse a otra cosa que el ser, haciendo encallarse a la potencia comunitaria. Yo, por mi parte, he tomado esta lógica a contrapié. He tomado el partido singular de dar a la potencia de lo heterogéneo o del uno-de-más el nombre de démos y de plantear en consecuencia la democracia como opuesto del consenso. Es una manera de decir que no hay heterogéneo real, no hay principio ontológico de la diferencia política o de la diferencia en relación a la política, no hay arkhè o anti-arkhè. Hay, en su lugar, un principio de igualdad que no es lo “propio” de la política y que no tiene mundo propio más que el que trazan sus actos de verificación. Los sujetos políticos no están definidos por el ejercicio de una potencia otra o de una superpotencia sino por la manera en que las formas de subjetivación reconfiguran la topografía de lo común. Esto es que la heterogeneidad política es de composición y no de constitución. Esta concepción de lo heterogéneo descansa sobre otra idea de lo homogéneo, otra idea del consenso. Desde mi punto de vista, lo que define al consenso, no es la mezcla indiferente de los equivalentes. Es la idea de lo propio y la distribución de los lugares de lo propio y de lo impropio que esta idea implica. Es la idea misma de la diferencia entre lo propio y lo impropio, que sirve para separar lo político de lo social, el arte de la cultura, la cultura del comercio, etc. Lo que entonces rompe el consenso ejerciendo el poder del uno-de-más, es la sustituibilidad. Es, en arte, la posibilidad para una metáfora o para un juego de luz y de sombra de ser sólo una metáfora o un efecto de luz o de ser la potencia de un amor o un testimonio sobre un tiempo y un mundo. Es la posibilidad de ser una obra pura y una mercancía. En política, es el démos como abolición de toda arkhè, de toda correspondencia entre los lugares de gobernante y de gobernado y una “disposición” a ocupar estos lugares. El uno-de-más es la potencia de lo indistinto que deshace las particiones recusando la fijeza de los lugares de lo mismo y de lo otro.

No hay entonces sujeto que tenga como propia la potencia de ruptura o de desconexión, no hay sujeto que ejerza una potencia ontológica de la excepción. La excepción es siempre ordinaria. Querer, a la inversa, realizar la excepción de lo "propio", es comprometerse en un proceso donde este propio acaba por desaparecer en la indiferenciación ética. Evocaré brevemente aquí dos ejemplos de esta dialéctica de lo propio. Es, por un lado, la auto-anulación de la diferencia política a la Arendt en Agamben; por otro lado, la auto-anulación del pensamiento modernista de lo propio del arte en Lyotard. Se sabe cómo Agamben retoma la crítica arendtiana de los Derechos del Hombre y del ciudadano, esto es la idea de un engaño inherente a la división misma del sujeto político entre hombre y ciudadano. Retoma la estructura del dilema que Arendt aplica a estos Derechos: o bien los derechos del ciudadano son los derechos del hombre. Pero el hombre como tal, el hombre desnudo, simplemente hombre, no tiene ningún derecho como muestra el ejemplo de los refugiados. Luego los Derechos son puro engaño. O bien, a la inversa, los derechos del hombre son de hecho los derechos del ciudadano, los que le corresponden por su pertenencia a un Estado. La diferencia es entonces una simple tautología. La razón de este dilema, es, para Arendt, la confusión entre la política y la vida no política, la confusión de las dos vidas (bios y zoè). Desde mi punto de vista, hay política precisamente donde se pone en cuestión esta partición. Y el intervalo entre hombre y ciudadano es el operador de esta repartición. Si, al contrario, se quiere separar realmente las dos vidas, distinguir realmente lo político y lo social, el resultado no puede ser sino asimilar lo "político puro" a la esfera de la acción estatal. Esto puede hacerse, a la manera dulce: el "retorno" de lo político y las peroratas sobre el “vivir juntos” y el bien común finalmente destinadas a la exaltación del plan Juppé. Esto puede hacerse al modo pesimista de la teoría del estado de excepción donde el habeas corpus y los Derechos del Hombre encuentran su verdad en el genocidio nazi, el cual se revela homogéneo a nuestra ordinaria democracia. Estado de excepción y vida nuda son entonces los nombres de una modernidad donde todas las diferencias se suprimen y donde no se deja ningún intervalo para la práctica política.

Es la misma dialéctica la que está en obra cuando Lyotard opone las producciones del arte, puestas bajo el signo de lo sublime, a las formas de la circulación cultural y mercante. Reenvío aquí a su polémica contra el trans-vanguardismo. Mezclar sobre una misma tela motivos realistas, abstractos e hiperrealistas, es, según dice, hacer triunfar el gusto de los críticos y de los marchantes. Ahora bien, este gusto no es un gusto. Hay que postular entonces una diferencia real entre el sensorio del arte y el del “comercio” cultural y mercante. Pero sólo hay un medio para conferir a un sensible una diferencia real: es hacer de él el lugar de la manifestación de una potencia heterogénea, de una potencia suprasensible dicho de otra manera. Es exactamente lo que pasa en Lyotard. La potencia heterogénea se da en principio como el choque del aistheton. Pero este aistheton que se presenta en principio como el quale de un dato sensorial irreductible se revela de hecho un puro indeterminado: “el acontecimiento de una pasión”, dice Lyotard: la pura potencia de lo insustituible o de lo no-reciprocable, la potencia de lo que no circula. No hace falta mucho tiempo entonces para que, por la mediación de la Cosa lacaniana, el choque del aistheton se acabe pagando a cuenta de la ley mosaica. Lo "propio" del arte que se trataba de preservar es pura alienación: es propio en cuanto puro testimonio de la potencia del Otro y de una deuda irredimible respecto de esta potencia. Querer realizar, contra la mezcla “democrática”, comunicacional o mercante, la pura diferencia del arte conduce a abismar esta diferencia en la posición ético-religiosa de la relación al absolutamente Otro.

Ahí se encuentra lo que me parece caracterizar nuestro presente: la desaparición tendencial de las diferencias de la política y del arte, pero también del derecho y de la moral, en la indistinción ética. Ahora bien, este devenir-indistinto me parece poder ser rigurosamente pensado como el resultado paradójico de una absolutización de la distinción. Es el integrismo de lo propio que se invierte en fundamentalismo de lo absolutamente otro. La voluntad de realizar la distinción obliga a confiar el poder de distinguir a una superpotencia del disenso o de la ruptura. La escena filosófico-político-estética se convierte entonces en la del conflicto de las superpotencias: superpotencia de las multitudes que son el corazón del Imperio y la fuerza que lo destrozará (Negri); de la verdad infinita que transita en los colectivos políticos o las obras de arte (Badiou); del estado de excepción que dispone la vida nuda (Agamben); de la Cosa y de la Ley (Lyotard); de la libertad abisal que se experimenta en el encuentro con el horror de la Cosa (Zizek). Todas estas superpotencias en competición son el precio de una sola y misma superpotencia: esa superpotencia de lo verdadero que antaño estaba garantizada por la superpotencia de las “fuerzas productivas” que se garantizaba a su vez en la célebre fórmula de Lenin: “La teoría de Marx es todopoderosa porque es verdadera”. Hubo un tiempo feliz en el que esta todo-potencia definía una bella cadena de equivalencias. La potencia de la teoría era la potencia de lo verdadero, que era potencia de la estructura, la de las masas y la de la historia. Cuando estas potencias se disyuntaron, la superpotencia tomó diversas figuras. Está en primer lugar la figura dominante que sirve de referencia o de tope a las otras: la potencia de la estructura se ha convertido en la potencia de la Cosa, la de la verdad como alteridad irreductible que agujerea la cadena del saber. La self-fulfilling prophecy de Lacan se ha cumplido grosso modo: los revolucionaron que buscaban una verdad maestra la han encontrado en esta figura de la absoluta alteridad. Este enfrentamiento ha dado lugar a diversas estrategias. Estrategias de desvío, como la que ha exigido a otro psicoanálisis y a otro inconsciente el medio de reafirmar la superpotencia inmanente de las fuerzas productivas (Negri); estrategias de desvío y de forzamiento, como la polimerización de la pegada de lo verdadero en el procedimiento de las verdades infinitas (Badiou) o el retorno del horror en la afirmación de la libertad abisal (Zizek).

Todos estos reajustes de la todo-potencia de lo verdadero tienen un punto en común. Resitúan la potencia del disenso como un principio ontológico de la diferencia real: prolijidad del Ser, paso del Infinito, pegada de la Idea, encuentro del Horror y/o de la Ley. Afirman una potencia ontológica ―o eventualmente contra-ontológica― del Otro que autoriza el salto fuera de la serie ordinaria de la experiencia consensual. Se funda aquí esta extraña figura contemporánea del dogmatismo apofántico que da los buenos nombres y las buenas fórmulas al nombre de lo Real que dispersa todos los nombres. Sucede que, mientras se operaban estos encuentros con la superpotencia y estos desvíos de la superpotencia, yo estaba ocupado en otra parte, en otra cosa. Trataba entonces de comprender la potencia de algunas palabras como proletario o emancipación. Trabajaba sobre los encuentros, fronteras y pasajes que tuvieron el efecto de separar individuos de la esfera de la experiencia sensible que les estaba asignada. Más entonces que sobre el nombre del Otro y la forma matricial del encuentro con el Otro, yo trabajaba sobre procesos de alteración, de redistribución de los lugares y de recomposición de las formas de la experiencia. Más que a la superpotencia de lo verdadero desgarrando el tejido del saber, yo me dedicaba a las presuposiciones y a las verificaciones de la igualdad de las inteligencias. No era una distancia de principio. Simplemente, las cosas pasaron así. Para pensar lo que era mi asunto en ese momento, la reformulación de la superpotencia que se hacía en otra parte, sin que se me informara, no podía servirme de nada. Me ocupé entonces solamente en elaborar las nociones y las distinciones que me permitían dar cuenta de estos procesos de alteración y de estos procedimientos de verificación.

Con el tiempo, me pareció que esta limitación o este defecto tenía también sus virtudes. Por una parte permitía comprender cierto número de cosas que permanecían opacas en las dramaturgias de la superpotencia o que éstas debían ignorar para limitarse a los casos ejemplares sobre los cuales podían funcionar sus axiomas de ruptura. Por otra parte, sustituyendo una topología de los posibles, de sus desplazamientos y recomposiciones, a los protocolos de la eficacia de la superpotencia, mantenían abierto el espacio de las invenciones de la política y del arte en el momento crítico en el que las grandes teleologías se invertían, en el que la necesidad económica marxista se convertía en la necesidad del mercado mundial capitalista, en el que "el retorno de la política" era la bandera cubriendo la empresa consensual del borrado de la política, en el que las promesas de emancipación atribuidas a la modernidad artística se transformaban en testimonios de la alienación inmemorial, y en el que resonaba un poco por todas partes el discurso del final. En esas circunstancias, afirmar la potencia de la igualdad de las inteligencias y la exigencia de su verificación, la dispersión democrática de la lógica circular de la arhkè y la tensión de los contrarios en el seno del régimen estético del arte me pareció más provechoso que profundizar en la experiencia supuestamente radical de lo heterogéneo. He podido, en efecto, observar, como todos nosotros, la manera en que las formas supuestamente más radicales de afirmación de la diferencia artística o política se transformaban en su contrario, la radical indistinción ética: inversión de la radicalidad modernista en el culto nostálgico de la imagen o del testimonio; inversión de la pureza reivindicada de lo político en puro consentimiento a la gestión de la necesidad económica, incluso en legitimación de las formas más brutales del imperialismo guerrero.

Me he visto conducido entonces a considerar que mi rechazo a ontologizar un principio de lo heterogéneo, mi rechazo de las ontologías de la superpotencia no era una capitulación vergonzosa ante los deberes de la filosofía o el ejercicio parasitario de la histérica viviendo de la deconstrucción del discurso del amo, sino el ejercicio consecuente de otra idea de la filosofía. Esta idea de la filosofía es homogénea a lo que he podido desarrollar como idea de la política o del arte. Concibe la filosofía no como el edificio que hay que construir para dar a las diversas prácticas su dominio y sus principios, ni como una tradición histórica meditando sobre su clausura sino como una actividad accidental. No una actividad necesaria inscrita en la naturaleza de las cosas, exigida por el requerimiento del Ser, apelada por las necesidades de las otras ciencias y actividades, o conducida por un destino historial, sino una actividad aleatoria, suplementaria que, como la política o el arte, habría podido del mismo modo no ser. Una actividad sin legitimidad y sin lugar propio, porque su nombre propio es ya un homónimo problemático, en el cruce de diferentes discursos y diferentes razones. Este cruce se realiza bajo el signo del desacuerdo, como lo he definido en el opúsculo que lleva ese nombre: el conflicto sobre los homónimos, el conflicto entre el que dice blanco y el que dice blanco.

La filosofía, tal como la concibo, es el lugar de esta actividad, condenada por una homonimia problemática a trabajar sobre las homonimias: hombre, política, arte, justicia, ciencia, lenguaje, libertad, amor, trabajo… Ahora bien, hay dos maneras de tratar los homónimos. Una es proceder a su purificación, definir el buen nombre y el buen sentido que ahuyenta los malos. Es a menudo la práctica de las ciencias llamadas humanas o sociales, que se jactan de dejar a la filosofía los nombres vacíos o definitivamente equívocos. Es a menudo también la tarea que se dan los filósofos mismos. La otra manera considera que toda homonimia dispone un espacio de pensamiento y de acción, que el problema entonces no consiste en restituir los prestigios de la homonimia ni en situar los nombres en indeterminación radical, sino en desplegar los intervalos que ponen a trabajar la homonimia.

Así se define cierta práctica disensual de la filosofía como actividad desclasificante que pone en cuestión la policía de los dominios y de las fórmulas, no por el solo placer de deconstruir los discursos del amo, sino para pensar las líneas según las cuales las fronteras y los pasajes se construyen, según las cuales son pensables y modificables. Esta práctica crítica de la filosofía es indisolublemente una práctica igualitaria, o anarquista, que devuelve el argumento, el relato, el testimonio, la investigación o la metáfora a la igualdad de invenciones de la capacidad común en la lengua común. La crítica de las particiones instituidas abre entonces la vía de una interrogación renovada sobre lo que podemos pensar y lo que podemos hacer.

"Elección y razón democrática" por Jacques Rancière




La elección presidencial no es la encarnación del poder del pueblo. Es lo contrario.

Esta eleccíon presidencial, como las precedentes, da a los médicos benévolos o interesados la ocasión de retomar la canción triste de la crisis o del malestar de la democracia. Hace cinco años, se encolerizaban con esos electores inconscientes que votaban según su gusto personal a “candidatos de protesta” y no como ciudadanos responsables a “candidatos de gobierno”.

Hoy, denuncian el imperio de los medios que “fabrican” las presidenciales como se lanza un producto. Denunciando lo que consideran como una perversión de la elección presidencial, confirman el postulado que afirma que esta elección constituye efectivamente la encarnación suprema del poder del pueblo.

La historia y el buen sentido enseñan sin embargo que esto no es así de ningún modo. La elección presidencial directa no ha sido inventada para consagrar el poder popular sino para contrarrestarlo. Es una institución monárquica, un desvío del sufragio colectivo destinado a transformarlo en su contrario, la sumisión a un hombre superior que sirve de guía a la comunidad. Ha sido insitutuída en Francia en 1848 como contrapeso a la potencia popular. Los republicanos creyeron limitar el riesgo con un mandato de cuatro años no renovable. El golpe de Estado de Luis Napoleón hizo prevalecer el espíritu monárquico de la institución sobre su forma republicana.

Después de 1870, no se habló de ella hasta que de Gaulle la restableció en 1962. Se trataba, según decía, de dar a la nación un guía más allá de los partidos. Se trataba en realidad de dar todo el poder a este guía poniendo el aparato entero del Estado al servicio de un partido minoritario. Toda la izquierda entonces lo comprendió y votó contra esta institución.

Aparentemente, todos lo han olvidado: los socialistas que descubrieron, con las ventajas prácticas del sistema, los encantos privados de la vida de la corte; los comunistas y la extrema izquierda que encontraron en ella los medios de rentabilizar sus voces en vista de los repartos de circunscripciones o de hacer un poco de propaganda para su empresa. Nada sorprendente que todos, o casi todos, se unieran en coro en 2002 para plebiscitar al candidato de esta “democracia”.

Hoy como ayer, sin embargo, la elección presidencial es la caricatura de la democracia. La reconduce al modelo económico que gobierna nuestro mundo, la ley de la presunta competencia al serivicio de la “elección racional” de los individuos. Se supone que el poder de la inteligencia de cada uno y el poder de la decisión colectiva se ejercen eligiendo a un individuo de virtudes exactamente antagónicas: representante de su partido e independiente respecto de los partidos, volcado a la escucha de nuestros “problemas” y capaz de imponernos las leyes de la ciencia gubernamental.

Se supone que se valida al mismo tiempo un carisma personal y la racionalidad de un programa, fabricado sobre la base de los pequeños pedazos de valoraciones aportados por los especialistas en cada dominio, cifrando lo que se va a gastar en salud o en justicia, en empresa o en alojamiento, repartiendo por anticipado los beneficios de un crecimiento por venir que depende de la confianza que “los mercados” apetezcan acordar a tal patchwork de valoraciones y de promesas más que a tal otro.

Algunos creen elevar nuestra participación colectiva “interpelando” a los candidatos y pidiéndoles compromisos para la creación de tal enseñanza, el sostén de tal actividad artística o el desarrollo de tal tipo de tratamientos.

La “vigilancia democrática” que pretenden ejercer de este modo no hace sino consagrar la dimisión colectiva en provecho de una sabiduría suprema a la que se supone velar al mismo tiempo por los grandes problemas del planeta y por la distribución de cada céntimo entre cada grupo de presión.

El modelo económico de la libre elección y de la libre competencia que algunas voces complacientes oponen a los rigores del intervencionismo es de hecho exactamente homólogo a las formas de la influencia estatal sobre nuestros pensamientos y nuestras decisiones. ¿Quién pretenderá determinar la balanza entre los beneficios y los costes de las medidas propuestas por cada candidato en justicia y transportes, en educación y salud? ¿Quién sabrá calcular la relación entre el equilibrio interno de los programas, la autoridad que se presta a éste o aquél que debe encarnarlos y la “confianza de los mercados”? Quien pretenda hacerlo honestamente se verá naturalmente conducido a la abstención. La elección es, de hecho, entre la abstención y la decisión de entregarse votando a los que se declaran más capaces que nosotros para hacer el cálculo.

El poder que se ejerce votando a tal o cual no es la elección racional del más capaz, es simplemente la expresión del sentimiento vago de que tal papeleta confiada al secreto de las urnas expresa mejor la preferencia que se tiene por la autoridad o por la justicia, por la jerarquía o la igualdad, por los pobres o los ricos, por el poder de las habilidades establecidas o por la afirmación de la capacidad política de cualquiera.

La paradoja es que este sentimiento vago, que dice la verdad de la supuesta elección racional de las ofertas que entran en concurso, está más cerca en definitiva de la verdadera racionalidad política. La política, en efecto, empieza por ser un asunto de sentimientos “vagos” sobre cuestiones de principio: sobre la cuestión de saber si los que viven y trabajan en un país pertenecen a ese país, si aquéllos o aquéllas que hacen el mismo trabajo deben recibir salarios diferentes según su sexo, si aquéllos o aquéllas que se presentan para un empleo deben ser distinguidos según su origen o el color de su piel, y en definitiva si los asuntos de la comunidad son los asuntos de todos o los asuntos de élites compuestas por profesionales de gobierno, del poder del dinero y de los expertos de tales escuelas y de tales disciplinas.

Ese sentimiento se formula, de manera encriptada, a través de las abstenciones o de los votos desviados a los candidatos de “protesta”; se expresó más claramente ya en el rechazo de una Constitución europea que todos los expertos presentaban como la encarnación de la razón y del futuro radiante. Toma su forma propia con la acción colectiva de todos esos y todas esas que afirman su capacidad de juzgar acerca de la validez de tal medida que concierne al empleo o a las jubilaciones, la enseñanza, la salud o la presencia de los extranjeros en nuestro suelo, de su conformidad al sentido de nuestra comunidad y de sus consecuencias para el futuro.

El quinquenio que se acaba ha sufrido las consecuencias. La ley sobre el CPE votada por el partido todopoderoso del presidente plebiscitado se volvió caduca cuando decenas de miles de estudiantes tomaron la decisión de poner en duda el futuro que esta ley les prometía, cuando decidieron actuar y constituir en torno a su acción otra “opinión pública”.

No hay crisis o malestar de la democracia. Hay y habrá cada vez más la evidencia de la distancia entre lo que significa y a lo que se la quiere reducir.

(traducción de un artículo de Jacques Rancière publicado en el diario francés "Le Monde")

"Irán sigue siendo el principal objetivo militar de Estados Unidos" por Víctor Wilches (Argenpress)








¿Qué pasó con el inminente ataque militar contra Irán? Ataque al que incluso distintas fuentes llegaron a dar fecha y hora. ¿Es posible que la dupla belicista EEUU/Israel haya desistido o aplazado el ataque? ¿Realmente existe el plan de ataque? O, ¿Sólo es una conjetura? Como aseveran algunos comentarios suspicaces. Estos son algunos de los interrogantes que comúnmente surgen con relación a la crisis iraní.

Una respuesta precipitada e ingenua sería manifestar que como el ataque no sea producido, no existe. Y por tanto, el plan bélico para atacar a Irán no estaría en el orden del día en las agendas políticas de Washington/Londres-Tel Aviv. O, como afirman sin sonrojo los suspicaces en cuanto a que Washington solamente utiliza un lenguaje intimidatorio -fanfarrón- contra Irán sin que exista una pretensión de agresión militar.

Pasadas las horas cruciales del inminente ataque de abril, del que informaban varios mass media y expertos en el asunto, ha habido un intencionado tratamiento informativo del asunto reflejado en una aparente “calma”, que, curiosa y “repentinamente” vuelve a agitarse en los últimos días de julio, al estilo de una Operation Mass Appeal (1) [Operación Atractivo de Masas]. El manejo que viene recibiendo el tema, parecería indicar que la guerra contra Irán hubiera salido de la agenda de la dupla anglosajona-israelí y por tanto no sería la prioridad de hoy. Incluso, se podría creer que la dupla belicista ahora está más interesada en impulsar -manipular- “procesos de paz”, políticos y diplomáticos para alcanzar la paz del Oriente Medio, que, en emprender aventuras militares. Esta fachada de palomas “pacifistas” y “democráticas” que la administración Bush y sus halcones trata de vender mediáticamente, busca principalmente distraer y llevar a pensar que van a desistir de su objetivo fundamental: agredir a Irán para apropiarse sus ricos recursos de gas y petróleo.

Antes de iniciar un intento de diagnóstico, es necesario retomar algunos de los elementos que evitaron [aplazaron] el ataque a Teherán en abril pasado, pues esto nos brinda valiosas herramientas de análisis para comprender cuál es el estado actual de la posible agresión contra Irán por parte de la dupla EEUU/Gran Bretaña-Israel. Para comprender mejor el análisis, es indispensable tener presente que la ofensiva militar la componen una serie de políticas y mecanismos interrelacionados en una guerra multidimensional que apuntan al mismo fin: destruir Irán.

Los pilares principales que ha venido implementando la Administración Bush contra Teherán son varios y en diferentes frentes, entre los que podemos destacar los siguientes: (2)

1) Contra el programa nuclear iraní, generar presión internacional y diplomática a través del consejo de Seguridad de la ONU, e incidir para que se le sancione económica y militarmente.

2) Ante los denodados esfuerzos de la dupla guerrista, el precio del petróleo sigue en aument0, pese a los ataques geo-financieros, manipulando la caída de los precios del petróleo y, de esta forma ahogar económicamente al gobierno de Mohamed Ahmadineyad

3) A nivel mundial, los medios de comunicación se encargaran de saturar a la opinión pública mediante propaganda alusiva refiriéndose al peligro que representa el régimen shií por su 'fundatalismo religioso', por su programa nuclear y, por el apoyo que está brindando a “terroristas y radicales que odian a EEUU, que matan soldados usaméricanos.”

4) Intensivas relaciones internacionales, y en especial en Oriente Medio, para cerrarle espacios a Teherán y deteriorar aquellas alianzas que se opongan al ataque militar y que fortalezcan la posición de Irán en la región. [al igual que crea una carrera armamentista en la región, dotando de modernas armas a países como Egipto, Israel, Arabia Saudita a fin de crear fricciones entre los distintos Estados de la región hacía un posible enfrentamiento contra Irán]

5) Despliegue de contingentes y medios para el ataque. Envío de portaviones, submarinos nucleares, soldados, sistemas de misiles antiaéreos hacía la zona adyacente de la costa iraní.

6) Apoyo a los grupos disidentes iraníes con el fin de que ataquen dentro del territorio iraní, en colaboración con el grupo secreto conformado por la Casa Blanca, conocido como Iran Syria Policy and Operations Group (ISOG). (3)

7) Impulso, fomento y creación de enfrentamientos y situaciones de guerra civil en aquellos países que puedan convertirse en impedimento para el desarrollo de los planes contra Irán: Irak, Palestina, Líbano, [o, que tales enfrentamientos faciliten que desde estos territorios agredan a irán, tal como está sucediendo con el actual conflicto en Pakistán.]

Los principales factores que imposibilitaron [aplazaron] el ataque contra Irán el pasado mes de abril son en forma general los siguientes: 1) La acelerada pérdida de poder de EEUU, como superpotencia político-militar - unipolar, manifiesta en su incapacidad de imponer sus políticas unilaterales en el nuevo orden internacional multipolar que se está estableciendo; 2) La profunda crisis Israelí producto de la derrota militar que le infringió Hezbollah el verano pasado; y, 3) Un inteligente manejo de las relaciones internacionales y diplomáticas por parte de Irán.

Pérdida de supremacía del unilateralismo

1.) EEUU en los últimos tres o cuatro años ha venido experimentando una acelerada pérdida de capacidad de influencia y supremacía a nivel internacional, y ésta es de tal magnitud, que hace apenas un par de años era casi imposible imaginar que la superpotencia unilateralista que se había impuesto en el contexto internacional tras la desaparición de la Unión Soviética pudiera sufrir semejante deterioro en sus ansias de predominio hegemónico.

EEUU, ante la especial situación y condición de ser la única superpotencia político-militar a nivel mundial, presiona para que la OTAN pierda el carácter defensivo fundacional (1949) que esta organización había tenido hasta entonces, transformándola en un poderoso instrumento agresivo al servicio del capitalismo, pero, en especial del capital y las multinacionales estadounidenses; a fin de alcanzar dichos objetivos, actualmente la OTAN contempla nuevas y novedosas funciones en tanto su ámbito de responsabilidad se ha ampliado al mundo entero, abandonando su misión de limitarse al Atlántico Norte.

Tras el 11/S el desaforado anhelo de dominio mundial estadounidense va a tomar un cariz más agresivo, lanzándose a nuevas y ávidas conquistas militares de territorios y de mercados con el objetivo de establecer su dominio a escala planetaria. Por ello, a partir de este momento la política unilateral impuesta por Washington a la comunidad internacional, serán del calibre de “del que no está con nosotros está contra nosotros”. Con este nuevo discurso impondrá sus dictámenes a un gran número de países para que se dobleguen a sus criterios; logrando incluso que otros importantes países y poderes mundiales se sumen de forma incondicional, pese a todas las reservas que tenían frente a las intenciones y políticas unilaterales de dominio planetario manifiestas sin ninguna discreción por parte de Washington. Un claro ejemplo fue el unilateral abandono en diciembre de 2001 por parte de la Casa Blanca del Tratado Anti-Balístico de Misiles.

Una vez que la administración George W. Bush y sus halcones-neoconservadores emprendieron la invasión militar contra Afganistán bajo el lema de “Guerra contra el Terrorismo”, se activaron y pusieron en marcha diferentes planes de agresión contra otras naciones: Irak, Irán, Corea del Norte… [y no sabemos qué otras], dándole de esta forma continuidad a sus anhelos hegemónicos. La fórmula mágica para darle validez a sus intenciones fue la de declarar a estos países como el “eje del mal” y de ser además auspiciadores del 'terrorismo' internacional.







Las expediciones militares invasoras se esparcieron por el planeta con extremada rapidez, no solamente invadieron y acabaron de destruir a Afganistán sino que además desplegaron y coparon estratégicamente varias regiones a nivel mundial con bases militares estadounidenses, en especial, los países de la antigua Unión Soviética ubicadas en zonas geoestratégicas como el Cáucaso y Asia Central, y muy cercanas a los ricos yacimientos de hidrocarburos.

Sustentándose en mentiras y en falsos informes la dupla anglosajona, Washington/Londres, a la vez que pisoteaba el derecho internacional y desconocía al Consejo de Seguridad de la ONU, emprende unilateralmente la guerra de invasión contra Irak; la cual, además, de tener como objetivo la conquista y el saqueo de los grandes y ricos recursos petroleros iraquíes, marcaba un hito importante para el agresivo imperialismo usamericano y para las ocupaciones bélicas del inmediato futuro.

Todo parecía sonreírle a los halcones. Habían acabado de destruir Irak que durante una larga década había estado sometido a un implacable embargo impuesto por EEUU, matando, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, a medio millón de niños. Además, durante la administración Clinton, junto con Tony Blair, habían estado bombardeando continua y despiadadamente todo su territorio, hasta lograr que este fuera un país sin capacidad militar de defensa. Fruto de ello, las fuerzas invasoras no encontraran una gran resistencia por parte del ejército iraquí, lo que les permitió en corto tiempo la toma Bagdad. Una vez depuesto Sadan Hussein del poder, George W. Bush en un acto circense a bordo del portaviones Abraham Lincoln y bajo una pancarta que receba 'Misión Cumplida' anuncia: “compatriotas, las operaciones principales en el campo de batalla en Irak llegaron a su fin, Estados Unidos y nuestros aliados prevalecieron”.

Hasta ahí todo parecía marchar según lo fraguado por la administración Bush y su incondicional socio Tony Blair, la conquista agresiva del mundo estaba a sus pies, no había fuerza, ni país, ni otra potencia rival, capaz de oponerse a la supremacía y a los planes - basados en el “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano” (4) - de dominio hegemónico de la superpotencia que había emergido tras el fin de la guerra fría.

Pese al espectáculo intimidatorio montado en el portaviones, las cosas no comenzaron a salir como se esperaba y rápidamente la tozuda realidad va a demostrar que la buena nueva no había sido más que una victoria pírrica. Las victorias colonialistas rápidamente se comenzaron a transformar en contundentes reveces en los campos de batalla afgano e iraquí. Las derrotas militares propinadas por la resistencia del pueblo iraquí a las fuerzas invasoras son de tal dimensión, que llevaran a que los planes imperiales estadounidenses de dominio mundial comiencen a hundirse en el lodazal creado en territorio iraquí.

Al mismo tiempo que esto sucedía, en Afganistán se da inicio a una fuerte resistencia militar del Talibán contra las fuerzas invasoras de la llamada “Alianza”. La contraofensiva y los importantes golpes militares que el Talibán le propina a ésta van a hacer que los planes de protectorado preconcebidos para el país salten por los aires, pues el gobierno títere de Hamid Karzai montado por EEUU, al igual que las “fuerzas de la Alianza” se verán obligados a aumentar el número de efectivos y a permanecer fundamentalmente en los alrededores de Kabul para no sufrir importantes golpes.

Las derrotas militares infligidas al ejército estadounidense en estos conflictos, principalmente la asestada por la resistencia iraquí, van a propiciar que confluyan diferentes factores que harán que los propósitos hegemónicos usamericanos se vean frustrados en la realidad, esto no quiere decir de ninguna manera que Washington no se vaya a implicar en nuevas aventuras bélicas unilaterales con el objeto de recuperar su predominio como superpotencia política-militar. Primero, las políticas implementadas por EEUU revelarán sin reservas qué tipo de 'libertad' y de 'democracia', son las que están pensando llevar a estas regiones y cómo éstas serán esparcidas por el mundo en la nueva era del dominio usamericano: creación e institucionalización de campos de concentración, tipo Guantánamo; secuestro de personas en diferentes países 'acusadas' de terroristas, y luego trasladadas en aviones que realizan vuelos clandestinos -muchos de estos vuelos tuvieron lugar al interior del territorio de la Unión Europea, con el consentimiento, o al menos con el silencio, de sus autoridades y gobiernos-, para finalmente ser confinadas en cárceles clandestinas al margen de cualquier sistema de justicia nacional e internacional, incluso algunas de estas prisiones ilegales han estado funcionando en territorio de la “democrática Europa”. Pero el delirio imperial de Bush/Balir y los halcones neocons tendrá su expresión máxima inhumana en la cárcel Abu Graib convertida en centro especializado de tortura.

Segundo, una profunda crisis económica comenzara a manifestarse en la economía estadounidense acrecentada por los altos costos que le está acarreando el conflicto de Irak y Afganistán, agregándosele a esto la dificultad de no poder apropiarse a corto plazo del petróleo iraquí para que fluya hacia la metrópoli; altos precios del petróleo; aumento desorbitado del déficit fiscal; bajo crecimiento económico y de la producción; depreciación del dólar frente a otras monedas y su pérdida de confianza y de preferencia en las transacciones comerciales internacionales, al mismo tiempo que comienza a darse su abandono como moneda de reserva, a esta precaria situación del dólar surgen las advertencias de China que dejan en claro que las tasas de interés de EEUU dependen de China, no de la Reserva Federal y que para ello no necesitan vender un solo Título del Tesoro de EEUU, de los 900.000 millones de dólares que posee el Banco Central Chino, sin olvidar la amenaza constante de pasar sus reservas a otras monedas como el euro. A todo esto se va a añadir el creciente aumento de las críticas al interior del país y las voces que desde distintos sectores se oponen a continuar con la invasión, a la vez que exigen que las tropas deben ser traídas de regreso a casa para evitar un mayor 'desastre'.

Tercero, en el contexto internacional un número mayor de países comienzan a levantar sus voces en contra el unilateralismo y el mundo unipolar que EEUU pretende establecer. Esta nueva situación se va a caracterizar en especial por el protagonismo de los países asiáticos que demandan con más energía en los diferentes foros mundiales, sobre la necesidad de la resolución de los conflictos por la vía diplomática y política respetando el derecho y los organismos internacionales para que sean en estas instancias en donde se diriman los conflictos.

Estos importantes y rápidos cambios que se manifiestan en el contexto global en los dos o tres últimos años, son en cierta forma una respuesta de la comunidad internacional al estado de guerra permanente unilateralista impuesta por EEUU Este nuevo giro en el comportamiento político internacional viene precedido y obedece, en gran medida, a recientes procesos de reagrupamiento, organización y fortalecimiento regionales, como a la defensa de intereses nacionales opuestos a las políticas imperiales neocons estadounidenses. El signo más sintomático de estos acelerados cambios lo va a ir determinando el desarrollo mismo de las invasiones neocolonialistas activadas por EEUU, y en especial la ocupación de Irak. La guerra de Irak va a cobrar una trascendental importancia en el concierto internacional, porque es allí, en el barro mesopotámico, que el despotismo unilateralista y las ansias imperiales usamericanas van a quedar enterradas en cada golpe que la resistencia del pueblo iraquí le asesta, tras cada derrota que sufren los invasores las voces contrarias a tales políticas acrecientan su tono desde distintos centros de poder. Hasta tal punto, como dice el especialista político chino Chen Xiangyang, que “los EEUU de finales de la 'era Bush' es una superpotencia agotada y acosada”.

Asimismo, a la par de estos acontecimientos, y obligados por la realidad internacional, se origina el establecimiento de nuevas alianzas entre países y poderes tan dispares, lo cual crea acercamientos y reacomodos de intereses a diferentes niveles y espacios geopolíticos buscando contar con influencia en el concierto internacional. Esto va a permitir que se consoliden importantes ejes de poder a nivel mundial, a manera de ejemplo en lo regional la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la Comunidad Económica Eurasiática (CEEA), y en cierta proporción el proceso de cambio de política en América del Sur -MERCOSUR-, o el afianzamiento de la ASEAN+3; mientras que a nivel de Estados nacionales harán su arribo tres nuevos poderes: Rusia, China e India, convirtiéndose así el continente asiático en el nuevo centro decisorio de poder global.

Estos trascendentales eventos estimularán el camino hacia el establecimiento de un nuevo orden mundial multilateral y multipolar, cuyos axiomas centrales se encaminan al establecimiento, acatamiento y respeto del derecho y de las instituciones internacionales; la necesidad de establecer un sistema multipolar para seguridad internacional; la resolución de los conflictos a través del diálogo y la diplomacia; y que el foro para dirimir las discrepancias sea el Consejo de Seguridad de la ONU.

La derrota militar israelí en Líbano

El pasado mes de julio de 2006 y teniendo como telón de fondo la política usamericana de “Remodelación para Gran Oriente Medio”, el gobierno de Israel en un intento de propinarle una derrota decisiva a Hezbollah, lanza una agresión militar de gran envergadura en el sur del Líbano, cuyo principal objetivo era someter a la milicia shi'i para luego copar y controlar todo el territorio libanés, hecho que permitiría no solamente declarar, como dijera la Secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, que “aquí estamos viendo el parto de un 'Nuevo Oriente Medio' y no importa qué hagamos, tenemos que estar seguros que nosotros estamos empujando hacia delante el Nuevo Oriente Medio y no daremos marcha atrás al viejo” (5). O como afirmara Ehud Olmert, en medio de los combates, “debemos alcanzar un nuevo balance de poder en Oriente Medio, mucho más favorable a Israel”.

Esta guerra no era [y sigue siendo] otra cosa que la implementación de una fase obligada del plan general de dominio hegemónico de EEUU y del expansionismo israelí diseñado para la región. Para alcanzar tales propósitos no sólo se tiene que controlar el territorio libanés sino que les es imprescindible continuar con la ocupación colonialista a sangre y fuego de Palestina, con el aislamiento, destrucción y sometimiento de su pueblo, sin importar que para ello el expansionismo sionista tenga que apelar al genocidio palestino. Ya que, una vez logrados estos prerrequisitos: control de los territorios y de sus poblaciones de estos países, podrá emprenderse los ataques decisivos contra Siria e Irán, que facilitarían la remodelación y reparto del “Gran Oriente Medio”, iniciada con la invasión y destrucción de Irak.

Las condiciones parecían ser favorables a los fines israelíes, pues la situación política a Siria se le iba complicar profundamente tras el asesinato, el 14 de febrero de 2005, del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, del cual se acusó a Damasco; con ello, se aceleró la retirada de las tropas sirias de territorio libanés en cumplimiento de la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad (CS) de la ONU. Este hecho y la presión internacional dejaban la vía despajada al gobierno de Ehud Olmert para lanzar el ataque militar de aniquilamiento de Hizbollah, que le permitiría ocupar el Líbano y allanar el camino para los siguientes enfrentamientos bélicos contra Siria e Irán.

Aunque Olmert ya había tomado la decisión de impulsar una operación militar a gran escala en Líbano en marzo de 2006 (6), con lo que no contaba Tel Aviv/Washington es que se encontraría con la férrea resistencia de la milicia shií, y que además, ésta le infligiría una sorprendente derrota al ejército israelí.

La resistencia de Hezbollah fue tan organizada, sólida y tenaz, que al expansionismo sionista no le valió su enorme capacidad tecnológica, su superioridad en armamento y en tropas; ni que su mortífera aviación haya destruido miles de infraestructuras a lo largo y ancho del país; ni haber causado la muerte a miles de mujeres, niños, ancianos y personas civiles; como tampoco el haber bombardeado y lanzado contra los libanés más de 4 millones de bombas-racimo, según informa el mismo Departamento de Estado de Estados Unidos (7). A pesar de esto, Israel se vio obligado a retirarse derrotado del campo de batalla, además abandonar por el momento sus planes de expansión y de ocupación del Líbano. No sin antes utilizar su influencia para tratar de manipular, con el parcializado concurso de Washington y la incondicionalidad de algunos países europeos, que el Consejo de Seguridad en la Resolución 1701 que llama al cese del fuego, se le impusiera Hezbollah el desarme.

La derrota es de tal magnitud y trascendencia para la agenda política de Israel, y por ende de la Casa Blanca, que no solamente esta afectando los planes para el Oriente Medio en lo táctico sino en lo estratégico. La crisis ha creado al interior de los diferentes sectores el desconcierto y la pérdida de moral, y duras críticas ante descomunal revés, según el resultado de la Comisión Winograd (8) establecida para examinar la debacle israelí frente a Hezbollah, llegando a manifestar que “las fuerzas armadas hebreas se decepcionaron a sí mismas seriamente”.

A esto hay que sumarle el complejo escenario palestino, que tras el triunfo electoral de Hamas complicara aún más los planes expansionistas israelíes/usamericanos en la región. Este hecho inesperado sería un gran traspiés para el gobierno palestino colaboracionista de Mahmud Abbas, como para Tel Aviv/Washington, que habían invertido ingentes esfuerzos y recursos no sólo para aislar a Hamas sino para que Abbas se impusiera en las elecciones más vigiladas del planeta -y quizá democráticas del Medio Oriente-. Esto les hubiera permitido mostrar ante la opinión pública, que con un gobierno palestino “moderado” [léase colaboracionista] existían las posibilidades para el “establecimiento del Estado Palestino”, -claro está, sin decir que esta entelequia de “Estado Palestino”, al acomodo de los intereses de Israel y con la cómplice aprobación de Abbas/Al-Fatah, es sólo una ficción para el pueblo palestino y una mera vitrina de propaganda ante el mundo-.

La victoria electoral de Hamas había dado al traste con los planes, ahora Israel/EEUU desplegaran la verdadera política palestina. Desconocer el triunfo de Hamas. Amenazas de aislamiento a la Autoridad Palestina si se constituye un gobierno que incluya a los que triunfaron en las urnas. Apropiación de los recursos y de los impuestos palestinos por parte de Israel, mientas Hamas haga parte del gobierno palestino. Retención de recursos, ayudas y proyectos, a los que se suma la Unión Europea. A la par de ello, Israel continúa con su política de aniquilación, bombardeos, tierra arrasada y de cerco, hasta convertir la franja de Gaza en un gran ghetto. La grave y profunda crisis humanitaria que padece el pueblo palestino se agravara producto de estas políticas, y el que el deterioro político y la amenaza de una guerra civil entre palestinos, patrocinada e impulsada Israel/Usamerica, se hará realidad, todo porque había triunfado en las elecciones el partido que no era, cuyo efecto era palpable, los planes diseñados por el expansionismo sionista tropezaban con nuevos obstáculos.

No en balde la administración Bush y los halcones, en un esfuerzo diligente por ayudar a Israel, en primer lugar, condenaran a Hamas como organización radical y terrorista con la cual no se debe negociar ni reconocer como fuerza política representativa del pueblo palestino y buscaran su aislamiento internacional; en segundo lugar, trataron de revivir la moribunda Hoja de Ruta, haciendo que el “Cuarteto de Madrid” después de varios años de insignificante papel, quisiera revivir el problema palestino. Pero este intento va encontrar dos nuevos e importantes varapalos: uno, Hamas será invitado y recibido por el Presiente de Rusia, y no solo eso, Vladimir Putin “enfatizará que Hamas ha llegado al poder en Palestina por medio de elecciones democráticas” (9); y dos, la mediación del rey de Arabia Saudita, Abdalah Ben Abdel-Azis, logró que cesaran los enfrentamientos entre Al-Fatah y Hamas, tras la firma del “Acuerdo de la Meca”, permitiendo que se constituyera un gobierno palestino de unidad nacional. Acuerdo en el que no se hace ninguna alusión alguna al reconocimiento de Israel.

La mediación saudita en el conflicto palestino tendrá connotaciones importantes en la política de Oriente Medio, con repercusiones a corto plazo. No solamente su mediación será exitosa sino que nuevamente pondrá sobre la mesa el ambicioso plan de plan de paz que fuera presentado en 2002 y reactivado por la Liga Arabe en marzo de este año. E incluso endureciendo el tono el rey Abdalah Bin Abdul Aziz, dirá que el Ejército estadounidense 'ha ocupado Irak de forma ilegal'. Hechos que van a llevar a que Arabia Saudita sea, en la crucial hora que vive la región, un decisivo actor político. Cuyo inmediato resultado será el ofrecimiento de la Casa Blanca de la entrega de abundante armamento estratégico a Riad, para evitar el posible alejamiento de este importante aliado, aunque Israel haya mostrado su insatisfacción ante tal hecho.

La diplomacia iraní de contención

Irán se encuentra desde hace varios años en el punto de mira de EEUU -y también de Gran Bretaña e Israel-, que apunta hacia el mismo objetivo: la destrucción del régimen de Teherán. Por tal motivo, tras el 11/S, George W. Bush y los halcones actualizan los diferentes planes de guerra a gran escala que ya existían - como el Iran Theater Near Term, TIRANNT (10)-, asimismo intensifican sus amenazas y presiones, buscando, con ello, en primer lugar, debilitar internacional, política, económica y militarmente el gobierno de Mahmud Ahmadineyad. En segundo lugar, fomenta el caos interno y el descontento popular, para luego atacar a un Irán débil y desmantelado con relativa facilidad como fue el caso de Irak en 2003.

De ahí que Washington/Londres/Tel-Aviv hayan acudido a toda clase de procedimientos -tretas- que les permita adecuar las condiciones idóneas para lanzar el ataque. Valiéndose del programa iraní de energía nuclear como justificación, acusan al Gobierno de Teherán que las intenciones y lo que pretende es desarrollar, si es que ya no tiene, armas nucleares para atacar a EEUU, Israel y Europa. Y esto lo dicen a sabiendas, que los propios expertos en el tema afirman lo contrario, que aunque Irán contara con los medios tecnológicos tardaría varios años en lograr tener una bomba atómica (11). Además el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) cuenta con información seria y contrastada que indica que Irán aún está lejos de disponer de la tecnología para construir bombas atómicas. Es más, el físico nuclear Gordon Prather (12) que ha trabajado para la Federal Energy Agency y la Office of the Secretary of Defense de EEUU: afirma que “Irán ha estado proporcionando al director general del OIEA, Mohamed ElBaradei, toda la información aún los archivos de Irán, incluyendo… Documentación que Irán no tenía la obligación de proveer al OIAE.”…“Irán no está ahora, ni jamás ha estado incumpliendo el Acuerdo de No-Proliferación Nuclear”. Pese a todas es informaciones la dupla anglosajona Washington/Londres han presionado para que el Consejo de Seguridad adopte resoluciones coma la 1747 que impone graves sanciones económicas y diplomáticas contra Irán por “negarse” a colaborar con la OIEA.

Al mismo tiempo que aumenta las presiones diplomáticas, usamerica despliega frente a las costas iraníes el mayor operativo militar realizado en la región del que hacen parte, misiles Patriot, militares, armas y portaviones, el USS John Stennis, USS Eisenhower, al que recientemente se les une el USS Enterprise, con ello convirtiendo el golfo pérsico en una zona prebélica.

Ante este panorama, y según distintas fuentes, la orden de ataque contra Irán, bajo el llamativo nombre de la “Operación Bite” (13) [Operación Mordisco], ya estaba dada e incluso se dio como fecha para éste el pasado 6 de abril. Como hemos visto antes, hubo una serie de acontecimientos a nivel regional e internacional que contribuyeron a que la inminente ofensiva no se llevara a efecto; ahora veamos qué factores evitaron la agresión militar y qué pasos tomó Irán para que no se materializara, o por lo menos se aplazara la agresión militar.

Es preciso resaltar que en medio del amenazante aislamiento a que ha sido sometido Irán, por la fuerte presión que ejerce EEUU en seno del CS y a nivel internacional, el gobierno de Ahmadineyad logró sortear tan comprometida y delicada situación, evitando con ello por lo menos aplazar el inicio del bombardeo. Los siguientes serían los factores más significativos que favorecieron la política iraní de contención a la acción bélica:

1.- La trascendental reunión entre el monarca Saudita y el presidente iraní en Riad, el 3 de marzo, en la que acordaron aunar esfuerzos para 'detener cualquier intento destinado a extender la violencia sectaria en la región', y en especial “frenar la violencia en Irak”. Reunión que dejaría claro en palabras del rey Abdalah que “las relaciones entre los dos pueblos son muy amistosas, al contrario de lo que desean los enemigos”. A las que recientemente agregaría, en una entrevista con el rotativo El País, que la posición de su gobierno es “que se alcance un arreglo pacífico al dossier iraní [...] Todos los países tienen derecho al uso pacífico de la energía nuclear de acuerdo con las normas del Organismo Internacional de la Energía Atómica, siempre que este criterio se aplique a todos los países de la zona sin excepción”. Que es una clara referencia al poder nuclear de Israel.

2.- El eficaz y habilidoso despliegue de relaciones diplomáticas con los países vecinos, en especial con los países árabes del golfo pérsico, que se va a traducir en el compromiso expreso por parte de los países miembros del Concilio de Cooperación del Golfo, del cual hacen parte Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos y Omán, en declaraciones del gobierno Saudita (14) de que “los países árabes del golfo no serán utilizados como plataforma para algún ataque contra Irán”. Agregando que “los hermanos en Irán son totalmente concientes que…Irán no será una fuente dañina para sus vecinos y hermanos… [tampoco] esos países (los vecinos árabes) serán una fuente dañina para Irán”.

3.- La conducción política dada a la crisis diplomática entre Teherán y Londres, creada por la captura de los marines británicos que se encontraban violando aguas territoriales iraníes. La acción tenía todos los indicios que haber sido fraguada como una provocación directa al régimen de Ahmadineyad, en el preciso momento en que se debatía en el Consejo de Seguridad una resolución de sanciones contra Irán y unos pocos días antes de la fecha del ataque contra Irán. La liberación de los marinares se produce precisamente dos días antes del 6 abril, en el momento en que Blair “asegura que las siguientes 48 horas iban ser claves para resolver la crisis” (15).

4.- Atención especial a las valiosas relaciones con los países árabes de Oriente Medio, y con la Liga Arabe; así como participación en la conferencia regional de los países vecinos de Irak con EEUU y miembros del CS; y en diferentes foros y conferencias sobre los conflictos de Irak, Palestina, y propuestas de paz para la región. Llegando incluso a reunirse con EEUU para tratar asuntos sobre situación de seguridad en Irak.

5.- Acuerdos energéticos con países clave para su seguridad. Caso especifico es el gasoducto que llevará gas desde Irán hasta India, extendiéndose por territorio de Pakistán, proyecto al que, más que probable, se sume también Rusia. El cual ha tenido un acelerado proceso de negociación para su materialización en los últimos meses, llegándose, ahora en julio, a una fórmula de acuerdo sobre los precios del gas trasportado por éste, removiendo el principal obstáculo para la firma del acuerdo de tres-vías para iniciar su construcción. Y al que se opone y torpedea constantemente Estados Unidos, con presiones a Pakistán e India para que no realicen acuerdos comerciales en el sector energético con Irán (16).

La importancia de este gasoducto está dada, en primer lugar, por su capacidad que superará los 21.000 millones de metros cúbicos de gas anuales, con una extensión de 2,3 mil kilómetros; en segundo lugar, es un aspecto crucial para India por alcanzar su “seguridad energética”, dado que hoy importa tres cuartas partes de sus requerimientos de crudo y en el inmediato futuro su demanda de hidrocarburos será aún más grande; en tercer lugar; la exportación de gas natural de Irán a India a través de Pakistán es un proyecto energético que puede tomar dimensiones geopolítico estratégicas, un elemento de suma importancia a tener en cuenta es que tanto Irán como Pakistán e India están en calidad de 'miembros observadores' la organismo de seguridad asiática más importante hoy: La Organización de Cooperación de Shanghai, y esto pude cambiar la faz de la política regional del sur y centro de Asia, como resultado de confluencias de intereses en el suministro, adquisición y seguridad energética de estos países. Quizá la actual desestabilización de Pakistán y la fuerte presión de Washington al gobierno del general Pervez Musharraf obedezcan a evitar la materialización del acuerdo de estos tres países.

6.- Un relativo control a las acciones, militares y de sabotaje, que fuerzas opositoras apoyadas e incentivadas por EEUU, operan desde varios puntos fronterizos intentando penetrar hacia el interior del país para desestabilizarlo.

7.- Priorización y profundización de las relaciones con los distintos poderes asiáticos, y en especial, el mantenimiento de unas fluidas y excelentes relaciones estratégicos con Rusia y China, que en cierto grado le brindan un soporte de protección en distintos espacios internacionales contra las agresivas políticas hegemónicas usamericanas y el expansionismo sionista.

8.- Mejoramiento de su capacidad militar disuasiva. Esto permite que su defensa y seguridad nacional estén, relativamente, garantizados frente a un posible ataque militar que intente destruir las plantas nucleares y las infraestructuras en general como está previsto en los diferentes planes de ataque.

Este atinado manejo de las relaciones diplomáticas del gobierno de Teherán le ha permitido sortear la difícil crisis prebélica por la que ha transitado durante los últimos años. Lo anterior, sumado a los otros factores señalados más arriba, complementan el espectro que ha evitado, hasta el momento, que no se haya llevado a cabo el ataque dispuesto por Washinton/Tel-Aviv, pero esto no es óbice para que éste no se materialice en el inmediato futuro, teniendo como excusa cualquier casus belli. No en vano comienzan surgir nuevamente motivos y voces que incitan a atacar militarmente a Irán. Esto no es un hecho aislado como afirma el bien informado Premio Pulitzer, Seymour Hersh (17): “el Pentágono está planeando permanentemente un posible bombardeo contra Irán, un proceso que comenzó el año pasado, bajo la dirección presidencial”, hasta tal punto que “golpear a Irán es el sueño mojado de George Bush y Dick Cheney”.

Al tropezar el plan de ataque con serias dificultades fuerza a posponerlo y obliga a Washington y Tel-Aviv a dar un giro en la agenda del contencioso iraní, dicho de otra manera, las condiciones no estaban dadas para que éste se transformara en un verdadero éxito, sino que por el contrario esto podía haber sido la fuente de un nuevo y más estruendoso fracaso. Ante estas circunstancias el plan de ataque a Irán entra en una nueva fase.

Notas:
1) En este artículo se puede ver qué es y cómo operan los servicios de seguridad los Mass-Media: Irak: British Government admits to 'Operation Mass Appeal', en, http://www.btinternet.com/~nlpwessex/Documents/WATmassappealadmission.htm
2) Wilches, Víctor: !El ataque a Irán será antes de abril!, Radio-TV Continente, febrero 13, 2007.
3) Farah Stockman: US unit works quietly to counter Iran's sway. Backs dissidents, nearby nations, The Boston Globe, www.boston.com, enero 2, 2007.
4) The Project for the New American Century: Rebuilding America's Defenses. Strategy, forces and Resources for a new Century, en http://newamericancentury.org, septiembre de 2000. Documento central elaborado y puesto en marcha por los 'neoconservadores'. Las áreas temáticas de este documento están organizadas bajo 4 categorías: “A.) Pax-Americana -esbozando la razón fundamental para el imperio global-, B.) Asegurar la hegemonía global -identificar las regiones que son consideradas problema para la política de EEUU-, C.) Reconstruir el ejército -planes para la expansión del poder militar de EEUU-, y D.) Con las futuras guerras de la Pax-Americana visiona el RAD completo control de tierra, mar, aire, espacio y ciberespacio a nivel global.” (Nota del Autor).
5) U.S. State Department; Secretary of State Condoleezza Rice, What the Secretary Has Been Saying; Special Briefing on the Travel to the Middle East and Europe of Secretary Condoleezza Rice, Washington, DC., julio 21, 2006.
6) Olmert reconoce a la Comisión Winograd que decidió atacar Líbano cuatro meses antes del inicio de la guerra, Europa Press, marzo 8, 2007.
7) Israel podría haber realizado un uso ilícito de bombas racimo estadounidenses, www.elpaís.com, enero 29, 2007.
8) Summary of the Winograd Committee interim report, mayo 1, 2007, en http://www.jpost.com/servlet/Satellite?cid=1177591165908&pagename=JPost%2FJPArticle%2FShowFull
9) Russia invites Hamas to come to Moscow for talks, Pravda, octubre 2, 2006.
10) William M. Arkin: The Pentagon Preps for Iran, abril 16, 2006, www.washingtonpost.com
11) John Chipman: The International Institute for Strategic Studies (IISS), Londres, www.iiss.org, enero 31, 2007.
12) Gordon Prather, Effecting Regime Change in Iran, agosto 18, 2007. En, www.AntiWar.com
13) Webster G. Tarpley: Operation Bite: April 6 sneak attack by US forces against Iran planned, Russian military sources warn. En, http://onlinejournal.com/artman/publish/article_1888.shtml, marzo 27, 2007.
14) Gulf Arabs won't be base for attack on Iran: Saudi, Reuters: www.reuters.com, junio 17, 2007.
15) El presidente de Irán anuncia la liberación de los 15 rehenes británicos, EFE, abril 4, 2007.
16) Iran, Pakistan, India agree gas price for transnational pipeline, RIA Novosti, Julio 16, 2007.
17) Seymour Hersh: “Bush And Cheney's Wet Dream Is Hitting Iran”, conferencia pronunciada en el Campus Progress National Conference, Think Progress, junio 28, 2007. En esta dirección http://thinkprogress.org/2007/06/28/hersh-bush-iran/ se puede ver la videoconferencia, también existe trascripción de la conferencia en inglés.

lunes, 29 de octubre de 2007

"La crisis de la noción de sujeto:desubjetivación y psicopatologías del yo" por Adolfo Vásquez Rocca

En el pensamiento contemporáneo ha tenido lugar un acoso sistemático a las nociones de sujeto y verdad, tal como la tradición científica y filosófica las concibió, decretando su expulsión de los reductos de la psicología, la historia, la antropología y la sociología[2] . La pretensión de objetividad por parte de un sujeto que no puede sino ser contingente ha generado una serie de dudas y sospechas en torno a la noción misma de sujeto que sustenta los discursos científicos y filosóficos desde la modernidad. En la ciencia y filosofía clásica la subjetividad aparece como contingencia, fuente de errores. Por eso la ciencia clásica excluyó siempre al observador de su observación y al pensador, el que construye conceptos, de su concepción, como si fuera prácticamente inexistente o se encontrara en el centro de la verdad suprema y absoluta[3] .

Sin embargo, después de su acoso sistemático iniciado por Nietzsche, la noción de sujeto parece presentar nuevas dificultades derivadas de esta misma crítica. De modo que a la luz de los resultados de las así llamadas “filosofías de la muerte del sujeto” preguntas tales como: ¿Qué es el sujeto? o ¿qué se puede decir de él? ¿dónde se encuentra ese sujeto? ¿en qué se basa? ¿es un epifenómeno, una ilusión, o bien, una realidad fundamental? quedan resignificadas y problematizadas bajo el prisma de estas controversias. El diagnóstico inicial acerca del actual estatus de la cuestión es, entonces, que la noción de sujeto se ha vuelto extremadamente controvertida como producto de una filosofía que ha criticado una noción de cuño cientificista para remplazarla por otros cientificismos.

Durante el siglo XX, se asiste a la invasión de la cientificidad clásica en las ciencias humanas y sociales. Se ha expulsado al sujeto de la psicología y se lo ha reemplazado por estímulos y respuestas, por una ciencia del comportamiento. Se ha expulsado al sujeto de la historia, se han eliminado las decisiones, las personalidades, para sólo ver determinismos sociales. Se ha expulsado al sujeto de la antropología, para ver sólo estructuras, y también se lo ha expulsado de la sociología. Se puede incluso decir que, en determinado momento y cada uno a su manera, Lévi-Strauss, Althusser, Lacan liquidaron a la vez la noción de hombre y la noción de sujeto, adoptando la inversa de la famosa máxima de Freud según la cual: “Ahí donde está el ello debe advenir el yo”. Por el contrario, según la visión estructuralista y cientificista, ahí donde está el yo, hay que liquidarlo, debe advenir el ello[4] .

En medio de tales controversias y problematizaciones filosóficas en torno a la noción de sujeto, Jameson introduce una nota discordante respecto de aquellas posiciones que apuestan por una nueva subjetividad. Desde una perspectiva sociológica, Jameson limita el alcance de la supuesta muerte del sujeto. No se trataría tanto de la muerte del sujeto en general como de "el fin de la mónada, del ego o del individuo autónomo burgués", que se caracterizó por "una subjetividad fuertemente centrada, en el período del capitalismo clásico y la familia nuclear" [5], y que se ha disuelto en una multiplicidad de funciones complejas y variables, arrastrando consigo en esta disolución "las psicopatologías de este yo" y esa "soledad sin ventanas de la mónada encerrada en vida y sentenciada en la celda de una prisión sin salida", la de su propia autosuficiencia [6]. En unos y otros la muerte o la crisis de disolución del sujeto apunta al sujeto individuado que protagoniza el proceso de la Modernidad. Es el sujeto dueño de la razón y centro del universo que comenzara a elaborar el Renacimiento, que llegó a su madurez teórica con la Ilustración y que desplegó su hegemonía histórica tras las revoluciones burguesas, en las sociedades capitalistas y liberales del siglo XIX, en la poesía romántica y en la novela realista, en la filosofía idealista y en el positivismo europeo, en las modernas ciencias de la naturaleza, en los procesos de racionalización del Estado, del derecho, o de la economía, en las utopías del progreso y de la historia. La Modernidad encuentra, según Habermas, uno de sus principios determinantes en la razón centrada en el sujeto [7], en una razón objetivante, homogeneizadora, totalizadora, controladora y disciplinadora, como la analizaría su maestro T. W. Adorno en los años cincuenta. Los síntomas de la crisis de este modelo de hombre que fue el sujeto de la filosofía occidental entre el Renacimiento y las Vanguardias se acumularon decisivamente en el fin de siglo, y la crisis misma fue elaborada teóricamente a través de, al menos, tres vías decisivas: el vitalismo e irracionalismo nietzscheano, de un lado, el marxismo, de otro, y el psicoanálisis de un tercero.

II

En el ámbito puramente estético la asunción de la muerte del sujeto lleva a la del autor, sujeto desautorizado en tanto principio creador y unificador del sentido de la obra artística. La noción de "autor" -como creador individual de una obra artística o literaria- se puede situar histórica y culturalmente en el tránsito de la modernidad a la postmodenidad, la noción de creador individual empieza a problematizarse; desde fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, cuando la noción se hace insostenible[8].

Un planteamiento interesante en torno a las relaciones conflictuadas sobre sujeto y autor es la de Juan Luis Martínez [9]. La propuesta del poeta es la de una autoría transindividual, que quiere superar desde oriente la noción de intertextualidad según se ha entendido en occidente, donde los textos de base están presentes en las transformaciones del texto que los procesa; pero en J. L. Martínez ella parece resolverse en la negación de la existencia de las individualidades en la literatura, al hacer fluir bajo nombres distintos una misma corriente, que es y no es él[10]. “No sólo ser otro, sino escribir la obra de otro”[11] ese es el progama de J. L. Martínez.

Ahora bien, tal como lo refiere Michel Foucault [12], el autor que desde el siglo XIX venía jugando el papel de regulador de la ficción, papel característico de la era industrial y burguesa, del individualismo y de la propiedad privada, habida cuenta de las modificaciones históricas posteriores, no tuvo ya ninguna necesidad de que su función permaneciera constante en su forma y complejidad. Para Foucault recusar las nociones modernas asociadas a la función “autor” (originalidad de la obra, singularidad del discurso, subjetividad del autor) permitía desplegar un enfoque crítico y genealógico de los discursos. El rostro del autor implicaba una manera de entender los textos biográficamente. Aquella experiencia del lenguaje que se aleja de la interioridad del yo, Foucault la denomina como 'pensamiento del afuera' [13]; esto es, la práctica caracterizada como una constante referencia a sí misma desde una exterioridad desplegada. Pues, el sujeto que escribe no cesa de desaparecer, indicando la ausencia del autor que se instituye como un emplazamiento vacío.

En la concepción clásica, el autor no era un eje articulador de sentido, una sujetividad cerrada sobre sí misma, sino el referente de un universo de significados que actuaba como sustrato de una multiplicidad de subjetividades –que penetraba la densidad de las cosas y las dotaba de significado a partir de un discurso interior– no como aparece hoy, como fuente individual, sino como un punto de fuga o un desplazamiento de lo personal hacia lo impersonal.

Ahora, al ver las modificaciones históricas que ha sufrido el concepto de autor, no parece indispensable que la función “autor” permanezca constante en su forma, en su complejidad e incluso en su existencia. Puede imaginarse, sugiere Foucault, “una cultura en que los discursos circulasen y fuesen recibidos sin que la función-autor apareciese nunca” [14]. El mismo Foucault señala en la lección inaugural en el Collège de France, que “hubiera querido poder deslizarse subrepticiamente. Que más que tomar la palabra, hubiese querido ser envuelto por ella, llevado mucho más allá de todo comienzo posible” [15]. Le hubiese gustado percatarse de que en el momento de hablar una voz sin nombre le precedía desde hacía mucho: le hubiese bastado entonces concatenar, proseguir la frase, alojarse, sin que se percibiese demasiado, en sus intersticios, como si ella le hubiese dado una señal manteniéndose un instante en suspenso.“No habría pues comienzo, y en lugar de ser aquel del que surge el discurso, estaría más bien en el azar de su despliegue, como una delgada laguna, el punto de su posible desaparición”[16].

El autor, o lo que se ha llamado "autor-función", es indudablemente sólo una de las posibles especificaciones del sujeto y, considerando sus transformaciones históricas, parece ser que la forma, la complejidad, e incluso la existencia de esta función, se encuentran muy lejos de ser inmutables. Podemos imaginar fácilmente una cultura donde el discurso circulase sin necesidad alguna de su autor. Los discursos, cualquiera sea su status, forma o valor, e independientemente de nuestra manera de manejarlos, se desarrollarían en un generalizado anonimato.

Foucault y Barthes proclamaron la muerte del autor, ellos sostenían que el sujeto de la escritura es un sujeto vacío. Para Barthes, la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es un lugar neutro, un fundido a negro, “donde se pierde toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe". [17]

Como sucesor del autor, el escritor ya no tiene pasiones, humores, sentimientos, impresiones, sino un rol bifurcador de discursos propios y ajenos, en una intertextualidad [18] que prolifera hasta perder los lindes del yo, hasta la escición de la identidad o su fragmentación esquizoide en la escritura.

La muerte del autor responde, de este modo, al proyecto de desubjetivación, que intenta eliminar la referencia a un sujeto originario sustentador de la verdad y el sentido del texto. En efecto, el sujeto que comienza a pensarse en la escritura, es un sujeto deudor de las citas de la cultura que tejen su obra. El entramado que constituye al texto posee una referencialidad infinita, que multiplica desde distintas vertientes elementos refractarios de otras[19]. Aquello que preexiste de trasfondo es la muerte de un referente máximo que establezca los linderos –los alcances– de las miradas; es la proliferación de las perspectivas[20].

El lugar que sustenta actualmente el autor sigue siendo problemático y confuso. Eliminarlo, como lo hizo Foucault y Barthes, sería una trasposición facilista. A más de veinticinco años de proclamarse su muerte, es necesario repensar de nuevo estas perspectivas, en vistas de la explosión de algunos epifenómenos que ponen en duda su muerte total.

Adolfo Vásquez Rocca PH. D.

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BIBLIOGRAFÍA

BARTHES, R. "La muerte del autor" en El susurro del lenguaje, Paidós, Barcelona, 1994.
CAPARRÓS, A., Los paradigmas en psicología, Horsori, Barcelona, 1980.

DESPRATS-PÉQUIGNOT, C.: El psicoanálisis, Alianza, Madrid, 1997.

FOUCAULT, Michel, "¿Qué es un autor?”, conferencia de 1979 publicada en 1984.

FOUCAULT, Michel, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1987.

FREUD, S., El yo y el ello, Alianza, Madrid, 1977.

HABERMAS, J.,Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1987, 2 vols.

JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991.

LEAHEY, T.,Historia de la psicología, Debate, Madrid, 1991.

MARTÍ, E.,Psicología evolutiva, Anthropos, Barcelona, 1991.

SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998,

RORTY, R.,Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991.





[1] Este escrito forma parte de los contenidos a desarrollar por el Prof. Dr. Adolfo Vásquez Rocca en el Programa de Diplomado “Psicopatología, subjetividad y Cultura”, semestre de primavera 2006, en la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Programa que antecede las Actividades Regulares del 'Magister en Etnopsicología' que se tendrá lugar a partir demarzo de 2007.

Este escrito ha contado con las valiosas aportaciones y revisión de notas bibliográfícas de Pablo Gutierrez Echegoyen, Ayudante de investigación del autor.

[2] RORTY, Richard,Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991, Primera parte, 2.- La contingencia del yo,pp.43 a 62.

[3] SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68.

[4] SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68.

[5] JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991, pp. 37 y 38.

[6] JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991, pp. 37 y 38.

[7] HABERMAS, J.,Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1987, 2 vols.

[8] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “La reconfiguración del concepto de autor; Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez”, En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005) Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869.

[9] Juan Luís Martínez, poeta que a fines de los 70 y principios de los 80 irrumpió en la escena literaria chilena con una poesía rupturita, escéptica e iconoclasta, incomprendida por buena parte de la crítica y rechazada por más de un editor. Los versos de Martínez han circulado por más de 20 años como fotocopias, aunque ahora la situación empieza a cambiar. La Nueva Novela –curiosamente a pesar del nombre–obra paradigmática de la vanguardia poética chilena se ha convertido en un objeto de un nuevo culto, el de la tacha de la autoría y la disolución del autor.

[10] LIHN, Enrique, El Circo en Llamas, Ed. LOM, 1997, Santiago, 1997, p.200; cap. "Señales de Ruta de Juan Luis Martínez" Santiago. Archivo, 1987, escrito en colaboración con Pedro Lastra.

[11] MARTINEZ, J. L. , Poemas del otro, Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2004, p. 51.

[12] FOUCAULT, Michel, "¿Qué es un autor?”, conferencia de 1979 publicada en 1984.

[13] Ibid.

[14] “Qu`est-ce qu’un auteur”, Dits et écrits, t. I. 1964-1969, págs. 789-821 (cita, pág. 811).

[15] Ibíd

[16] FOUCAULT, M., L’ordre du discours. Lechón inaugurale au Collège de France prononcée le 2 décembre 1970, Paris Gallimard, 1970, págs. 7-8. [Trad. Cast. El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1987.]

[17] Barthes, R. "La muerte del autor" en El susurro del lenguaje, Paidós, Barcelona, 1994. p.65.

[18] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “El Hipertexto y las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso excéntrico“ enPHILOSHOPHICA N º 27 - 2004, Instituto de Filosofía Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. pp.pp.331 – 350;

Abstract En Web http://www.philosophica.ucv.cl/abs27hipertexto.htm

[19] Según Barthes, "El escritor se limita a imitar un gesto siempre anterior, nunca original; el único poder que tiene es el de mezclar las escrituras, llevar las contrarias unas con otras, de manera que uno nunca se pueda apoyar en una de ellas" Cfr: op.cit.6.p.69. Pese a esta afirmación, Barthes no profundiza en este escrito el sujeto que aquí podría asomarse.

[20] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Ensayo“Mundos posibles y ficciones narrativas” A Parte Rei 37, Enero de 2005 Revista de Filosofía de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid. http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/vasquez37b.pdf -Reeditado en Revista Literaria Baquiana, Miami, Florida. EE. UU. Año VI. Nº 33/34. Enero-abril de 2005 pp. 159 a 167. http://www.baquiana.com/numero_xxxiii_xxxiv/Ensayo_II.htm




[*] Dr. Adolfo Vásquez Rocca PH. D.
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Pensamiento contemporáneo y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello, Facultad de Arquitectura, UNAB. Crítico de Arte y Director de Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/. Profesor asociado al Grupo Theoria Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado.
Editor Asociado de Psikeba, Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires, ISSN 1850-339X http://www.psikeba.com.ar
Miembro del Consejo Editorial Internacional de la Fundación Ética Mundial de México
Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Cuadernos del Seminario' - Revista del Seminario del Espacio ISSN 0718-4247 Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. ISSN 1669-9092 http://www.konvergencias.net/
Columnista y colaborador permanente en Staff de Revistas y publicaciones españolas, entre las que se cuentan:
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