miércoles, 13 de febrero de 2008

"EL CANDIDATO REPUBLICANO" por Fidel Castro Ruz

Fidel Castro Ruz se ve en la obligación de hacer un análisis detallado del aspirante a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano, John McCain, con el objetivo de replicar «a partir de consideraciones éticas» su acusación sobre supuestos agentes cubanos que se dedicaban a torturar a prisioneros norteamericanos en Viet Nam


Estas reflexiones se explican por sí mismas.

En el ya famoso supermartes, un día de la semana en que numerosos Estados de la Unión seleccionaban el candidato a la Presidencia de Estados Unidos de su preferencia, dentro de un grupo de aspirantes, uno de los posibles candidatos para sustituir a George W. Bush podía ser John McCain. Por su imagen prediseñada de héroe y su alianza con fuertes contendientes como el ex gobernador de Nueva York, Rudy Giuliani, otros aspirantes ya le habían cedido gustosamente su apoyo. La intensa propaganda de factores sociales, económicos y políticos de gran peso en su país, y su estilo de actuación lo convertían en el candidato con más posibilidades. Sólo la extrema derecha republicana, representada por Mitt Romney y Mike Huckabee, inconforme con algunas concesiones intrascendentes de McCain, le hacían todavía resistencia el 5 de febrero. Después Romney también depuso la aspiración en favor de McCain. Huckabee la mantiene.

La lucha por el candidato es en cambio muy reñida en el Partido Demócrata. Aunque, como es habitual, una parte activa de la población de Estados Unidos con derecho a votar suele ser minoritaria, se escuchan ya todo tipo de opiniones y conjeturas sobre las consecuencias que tendrá para el país y el mundo el resultado final de la contienda electoral, si la humanidad escapa de las aventuras bélicas de Bush.

No me corresponde hablar de la historia de un candidato a la Presidencia de Estados Unidos. Jamás lo hice. Tal vez no lo habría hecho nunca. ¿Por qué esta vez?

McCain afirmó que algunos compañeros suyos fueron torturados por agentes cubanos en Viet Nam. Sus apologistas y expertos en publicidad suelen enfatizar que el propio McCain sufrió tales torturas por parte de los cubanos.

Espero que los ciudadanos de Estados Unidos comprendan que me vea obligado al análisis detallado de este candidato republicano y le replique. Lo haré a partir de consideraciones éticas.

En el expediente de McCain consta que fue prisionero de guerra en Viet Nam desde el 26 de octubre de 1967.

Como él mismo cuenta, tenía entonces 31 años y llevaba a cabo la misión de ataque número 23. Su avión, un A4 Skyhawk, fue interceptado sobre Hanoi por un cohete antiaéreo. Debido al impacto, perdió el control y se catapultó, cayendo sobre el lago Truc Bach, en medio de la ciudad, con fracturas en los dos brazos y una rodilla. Una multitud patriótica, al ver caer a un agresor, lo recibió con hostilidad. El propio McCain expresa su alivio en aquel momento al ver llegar a un pelotón del ejército.

El bombardeo a Viet Nam, iniciado en 1965, era un hecho conmocionante para la opinión internacional, muy sensibilizada con los ataques aéreos de la superpotencia contra un pequeño país del Tercer Mundo, que había sido convertido en colonia de Francia a miles de millas de la distante Europa. El pueblo de Viet Nam luchó contra los ocupantes japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y, ya finalizada esta, de nuevo Francia retomó el control. Ho Chi Minh, el líder modesto y querido por todos, y Nguyen Giap, su jefe militar, eran personajes admirados internacionalmente. La famosa Legión Francesa estaba derrotada. Para tratar de evitarlo, las potencias agresoras estuvieron a punto de usar el arma nuclear en Diên Biên Phu.

Ante la opinión pública norteamericana, los nobles anamitas, como cariñosamente los llamó José Martí, de cultura y valores milenarios, debían ser presentados como un pueblo bárbaro e indigno de existir. En materia de suspense y publicidad comercial, nadie les gana a los especialistas de Estados Unidos. La especialidad fue utilizada sin límite alguno para exaltar el caso de los prisioneros de guerra, y en especial el de McCain.

Siguiendo esa corriente, McCain afirmó con posterioridad que el hecho de que su padre fuera Almirante y Comandante en Jefe de las fuerzas estadounidenses en el Pacífico, hizo que la resistencia vietnamita le ofreciera una liberación temprana si reconocía haber cometido crímenes de guerra, lo cual había rechazado alegando que el Código Militar establece que los prisioneros son liberados en el orden que se les captura, y que esto significó cinco años de prisión, golpes y torturas en un área del penal identificada por los norteamericanos como “Hanoi Hilton”.

La retirada final de Viet Nam fue desastrosa. Un ejército de medio millón de hombres entrenados y armados hasta los dientes no pudo resistir el empuje de los patriotas vietnamitas. Saigón, la capital colonial, actual Ho Chi Minh, fue abandonada de forma bochornosa por los ocupantes y sus cómplices, algunos de ellos colgados de los helicópteros. Estados Unidos perdió más de 50 mil valiosos hijos, sin contar los mutilados. Había gastado 500 mil millones de dólares en aquella guerra sin impuestos, siempre de por sí desagradables. Nixon renunció unilateralmente a los compromisos de Bretton Woods y creó las bases de la actual crisis financiera. Todo lo que lograron fue un candidato para el Partido Republicano, 41 años después.

McCain, uno de los numerosos pilotos norteamericanos derribados y heridos en las guerras declaradas o no de su país, fue condecorado con la Estrella de Plata, la Legión de Mérito, la Cruz de Aviación por servicio distinguido, la Estrella de Bronce y el Corazón Púrpura.

Una película para televisión basada en sus memorias sobre las experiencias como prisionero de guerra fue transmitida en el Memorial Day de 2005 y se hizo famoso por sus videos y discursos en torno al tema.

La peor afirmación que hizo en relación con nuestro país fue que interrogadores cubanos habían torturado sistemáticamente a prisioneros norteamericanos.

Ante las alucinantes palabras de McCain, me interesé por el asunto. Quise saber de dónde venía tan extraña leyenda. Pedí se buscasen los antecedentes de la imputación. Me informaron existía un libro muy promovido, basado en el cual se hizo la película, escrito por McCain y su asesor administrativo en el Senado, Mark Salter, que continúa laborando y redactando con él. Solicité fuera traducido textualmente. Se llevó a cabo, como en otras ocasiones, por personal calificado en breve tiempo. Título del libro: Faith of My Fathers, 349 páginas, publicado en 1999.

Su acusación contra los revolucionarios internacionalistas cubanos, utilizando el sobrenombre Fidel para identificar a uno de ellos capaz de “torturar a un prisionero hasta la muerte”, carece de la más mínima ética.

Me permito recordarle, señor McCain: Los mandamientos de la religión que usted practica prohíben la mentira. Los años de prisión y las heridas que recibió como consecuencia de sus ataques a Hanoi no lo excusan del deber moral de la verdad.

Hay hechos que debemos hacerle conocer. En Cuba se llevó a cabo una rebelión contra un déspota que el gobierno de Estados Unidos impuso al pueblo de Cuba el 10 de marzo de 1952, cuando usted estaba a punto de cumplir 16 años, y el gobierno republicano de un militar ilustre, Dwight D. Eisenhower ―quien fue por cierto el primero en hablar del complejo militar industrial―, reconoció y apoyó de inmediato aquel gobierno. Yo era un poco mayor que usted, cumpliría en agosto, mes en que usted también nació, 26 años. No había finalizado Eisenhower todavía su período presidencial, iniciado en la década de 1950, algunos años después de la fama adquirida por el desembarco aliado en el norte de Francia, con el apoyo de 10 mil aviones y las más poderosas fuerzas navales hasta entonces conocidas.

Se trataba de una guerra, formalmente declarada por las potencias que enfrentaban a Hitler, iniciada sorpresivamente por los nazis, que atacaron sin aviso ni declaración de guerra previa. Un nuevo estilo de provocar grandes matanzas se impuso a la humanidad.

En 1945 se utilizaron contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki dos bombas de alrededor de 20 kilotones cada una. Visité una vez la primera de aquellas ciudades.

En la década de 1950 el gobierno de Estados Unidos llegó a construir tales armas de ataque nuclear, que una de ellas, el MR17, llegó a pesar 19,05 toneladas y medía 7,49 metros, la cual podía transportar en sus bombarderos y desencadenar una explosión de 20 megatones, equivalente a mil bombas como la que lanzó sobre la primera de aquellas dos ciudades el 6 de agosto de 1945. Es un dato que haría enloquecer a Einstein quien, en medio de sus contradicciones, no pocas veces expresó remordimientos por el arma que, sin pretenderlo, ayudó a fabricar con sus teorías y descubrimientos científicos.

Cuando la Revolución en Cuba triunfa el Primero de Enero de 1959, casi 15 años después del estallido de las primeras armas nucleares, y proclama una Ley de Reforma Agraria basada en el principio de soberanía nacional, consagrado por la sangre de los millones de combatientes que murieron en aquella guerra, la respuesta de Estados Unidos fue un programa de hechos ilegales y atentados terroristas contra el pueblo cubano, suscritos por el propio presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower.

El ataque por Bahía de Cochinos se produjo siguiendo instrucciones precisas del Presidente de Estados Unidos y los invasores fueron escoltados por unidades navales, incluido un portaaviones de ataque. El primer asalto aéreo con aviones B-26 del gobierno norteamericano que partieron de bases clandestinas, se produjo de forma sorpresiva, con el empleo de insignias cubanas para presentarlo a la opinión mundial como una sublevación de la Fuerza Aérea nacional.

Usted acusa a los revolucionarios cubanos de ser torturadores. Lo exhorto seriamente a que presente uno solo de los más de mil prisioneros capturados en los combates de Playa Girón que haya sido torturado. Yo estaba allí, no protegido en un lejano puesto general de mando. Capturé personalmente, con algunos ayudantes, numerosos prisioneros; pasé delante de escuadras armadas, todavía ocultas tras la vegetación del bosque, que se paralizaron por la presencia del Jefe de la Revolución en el lugar. Lamento tener que mencionar esto, que puede parecer un autoelogio, lo cual sinceramente detesto.

Los prisioneros eran ciudadanos nacidos en Cuba organizados por una poderosa potencia extranjera para luchar contra su propio pueblo.

Usted se confiesa partidario de la pena capital para los delitos muy graves. ¿Qué actitud habría asumido frente a tales actos? ¿A cuántos habría sancionado por esa traición? En Cuba se juzgaron varios de los invasores, que habían cometido con anterioridad, bajo órdenes de Batista, horrendos crímenes contra los revolucionarios cubanos.

Visité a la masa de prisioneros de Bahía de Cochinos, como llaman ustedes a la invasión de Girón, más de una vez, y conversé con ellos. Me gusta conocer las motivaciones de los hombres. Mostraban asombro y expresaban reconocimiento por el respeto personal con que se les trató.

Usted debiera saber que, mientras se negociaba la liberación mediante indemnización con alimentos para niños y medicamentos, el gobierno de Estados Unidos organizaba planes de asesinato contra mí. Consta en los escritos de personas que participaron en la negociación.

No me referiré en detalle a la larga lista de cientos de intentos de asesinato contra mi persona. No se trata de inventos. Es lo declarado en documentos oficiales divulgados por el gobierno de Estados Unidos.

¿Qué ética subyace en tales hechos, defendidos por usted con vehemencia como cuestión de principios?

Trataré de ir a fondo sobre esos temas.



Uno de los órganos de prensa más hostiles de Estados Unidos respecto a Cuba, con sede en la Florida, relata los hechos de la siguiente forma:
"Aprovechándose de las negociaciones para liberar a los prisioneros de Bahía de Cochinos, la CIA trató de utilizar a una persona clave en las conversaciones, el abogado estadounidense James B. Donovan para que entregara un regalo mortal a Fidel Castro: un traje de neopreno contaminado con un hongo que lacera la piel, y un dispositivo para respirar bajo el agua contaminado con tuberculosis... El líder cubano recibió el equipo en noviembre de 1962.
"Esta revelación es una de las muchas anécdotas que aparecen en el libro After the Bay of Pigs (Después de la Bahía de Cochinos), que trata de las negociaciones sostenidas entre el Comité de Familiares para la Liberación de los Prisioneros y el gobierno cubano, de abril a diciembre de 1962.
"El libro de 238 páginas, publicado a finales del año pasado, fue escrito por el exiliado cubano Pablo Pérez Cisneros con la colaboración del empresario John B. Donovan, hijo del ya fallecido negociador, y Jeff Koenreich, un miembro veterano de la Cruz Roja que promovió misiones humanitarias entre Estados Unidos y Cuba.
"Pérez Cisneros es hijo de Berta Barreto de los Heros, quien fuera la coordinadora del Comité de Familiares en Cuba e intercediera ante Castro para el canje de los 1,113 prisioneros de la fallida invasión de abril de 1961.
"Barreto de los Heros comenzó el libro, pero murió en marzo de 1993. Su hijo, quien realizó investigaciones durante 8 años y completó el libro, fue la persona que compró el traje de neopreno y el equipo de buceo a finales de 1962, sin saber que ambos eran para Castro.
"En junio de 1962, Pérez Cisneros visitó por primera vez la oficina de James B. Donovan en Brooklyn para solicitar su intervención en las negociaciones con Cuba. El organizador de la reunión fue Robert W. Kean, hijo de un ex congresista y cuñado de Joaquín Silverio, quien estaba en prisión y era miembro de la Brigada 2506. Donovan acordó trabajar para el Comité de Familiares de forma gratuita.
"Dos meses después, Donovan dio su primer viaje a La Habana, de los 11 que realizó para la mediación con el gobierno de Cuba.
"Cuando Donovan regresa a Cuba en octubre de 1962, Castro le dice que necesita un equipo de buceo y un traje de neopreno para bucear. ‘Es entonces cuando Donovan me dice que quiere conseguir un equipo de buena calidad para una persona, pero sin decirme que era para Castro’, declaró Pérez Cisneros al periódico El Nuevo Herald en una entrevista para ampliar la información sobre el caso.
"Pérez Cisneros, otrora campeón de pesca submarina en Cuba, compró un traje de neopreno de 130 dólares y un equipo de buceo por 215 dólares en una conocida tienda de Times Square en Nueva York.
"Castro los recibió en noviembre de 1962 y unas semanas después, en otro de los viajes de Donovan, el Presidente cubano le dijo al abogado que los había utilizado"
"Solo unos meses después de finalizadas las negociaciones, Pérez Cisneros conoció todos los detalles sobre la historia real:
"Durante la Segunda Guerra Mundial, James Donovan trabajó para la Oficina de Servicios Estratégicos que antecedió a la CIA. Posteriormente fue designado como uno de los fiscales en los juicios de los criminales de guerra nazis en Nuremberg. En febrero de 1962 fue el mediador principal del intercambio de agentes espías más espectacular de la guerra fría, el canje del coronel ruso Rudolf Abel por los estadounidenses Frederick Prior y Gary F. Powers, piloto de U-2 que había sido capturado.
"Cuando Donovan informó a la CIA que Castro había solicitado un equipo de buceo, la agencia estadounidense le dijo que se encargaría de ese asunto. Sin embargo, el abogado no aceptó involucrarse en la propuesta de contaminar el traje de neopreno y el equipo de buceo, por lo que prefirió darle a Castro el equipo comprado en Times Square.
"En mayo de 1963, Castro invitó a Donovan y al abogado John E. Nolan, quien representaba al entonces Secretario de Justicia Robert Kennedy, a un día de buceo en el área de la Bahía de Cochinos y una vez más utilizó el equipo estadounidense.
"A finales de 1963 Pérez Cisneros afirmó: ‘Donovan me dijo que la idea de un atentado contra Castro le puso la carne de gallina y que rechazó entregar el equipo de la CIA pues pensó que si Cuba descubría la operación, todas las negociaciones podrían arruinarse y él podría ser ejecutado...”
"El libro, matizado por sucesos curiosos e imprevistos, es una tensa historia que demuestra cómo el amor, la decisión y la inteligencia posibilitaron el intercambio de los prisioneros de la Brigada 2506 por alimentos, medicinas y equipos médicos por un valor de 53 millones de dólares.
"Los esfuerzos de Donovan y del Comité de Familiares tuvieron lugar cuando aún reinaba la incertidumbre sobre el destino de los prisioneros"
"La primera reunión del Comité de Familiares con Castro tuvo lugar en la casa de Barreto de los Heros en Miramar el 10 de abril de 1962. Cuatro días después, 60 miembros de la Brigada que estaban heridos fueron trasladados a Miami.
"La incorporación de Donovan a las negociaciones aceleró el proceso de liberación.
"Donovan preparó un código secreto para las comunicaciones, pues sabía que el teléfono de la familia Heros estaba interceptado.
"A mediados de diciembre, Castro acordó realizar el canje y entregó una lista de 29 páginas con los alimentos y medicinas que debían enviarse a Cuba por medio de la Cruz Roja estadounidense.
"Los últimos diez días de las negociaciones fueron muy intensos, pues Donovan contrató un grupo de 60 abogados para garantizar todas las donaciones prometidas por 157 compañías estadounidenses.
"El 23 de diciembre de 1962 viajaron los primeros 5 aviones hacia Miami con 484 miembros de la Brigada. Un día después, los 719 prisioneros restantes viajaron en otros 9 vuelos."
He transcripto literalmente las palabras del artículo. Algunos datos concretos los desconocía. Nada de lo que recuerdo se aparta de la verdad.
Mis relaciones con la Ciénaga de Zapata comenzaron muy temprano. Conocí el lugar gracias a unos visitantes norteamericanos que me hablaban del "black fish", trucha negra muy abundante en la Laguna del Tesoro, en el centro de la Ciénaga, con un máximo de 6 metros de profundidad. Era la época en que pensábamos en el desarrollo del turismo y posibles pólders al estilo de la tierra disputada al mar por los holandeses.
La fama del lugar provenía de mi época de estudiante de Bachillerato, cuando la Ciénaga era poblada por decenas de miles de cocodrilos. La captura indiscriminada casi había exterminado la especie. Había que protegerla.
Nos atraía sobre todo el deseo de hacer algo por los carboneros de la Ciénaga. Así comenzaron mis relaciones con la Bahía de Cochinos, tan profunda que alcanza casi mil metros. En aquel lugar conocí al viejo Finalé y a su hijo Quique, que fueron mis maestros en pesca submarina. Recorrí cayos y cayerías. Llegué a conocer la zona como la palma de mi mano.
Cuando desembarcaron por allí los invasores, había tres carreteras que cruzaban la Ciénaga, centros construidos y en construcción para el turismo, y hasta un aeropuerto en las proximidades de Playa Girón, último reducto de las fuerzas enemigas, que nuestros combatientes tomaron por asalto al atardecer del 19 de abril de 1961. He hablado otras veces de aquella historia. Estuvimos a punto de recuperarlo en menos de 30 horas. Maniobras de engaño por parte de la Marina de Estados Unidos retrasaron nuestro fulminante ataque con tanques en la madrugada del 18.
Para abordar el problema de los prisioneros capturados, conocí a Donovan, quien me pareció —y me alegra comprobarlo por el testimonio de su hijo— que era un hombre honorable, a quien efectivamente invité una vez a pescar, y sin duda le hablé de un traje y equipo de buceo. Los demás detalles no puedo recordarlos con precisión; tendría que indagar. Nunca me ocupé de escribir memorias, y hoy comprendo que fue un error.
La cifra exacta de heridos, por ejemplo, no la recordaba con tanta precisión. Tenía en la mente el recuerdo de los cientos de heridos que tuvimos, de los cuales no pocos murieron por la escasez de equipos, medicamentos, especialistas, y no contar entonces con instalaciones adecuadas. Los heridos enviados delante seguramente requerían de rehabilitación o mejores atenciones, que no estaban a nuestro alcance.
Fue tradición desde el primer combate victorioso, el 17 de enero de 1957, curar a los adversarios heridos. Eso consta en la historia de nuestra Revolución.
En el libro de memorias "Faith of my Fathers", escrito por McCain con la omnipresente compañía de Mark Salter, técnicamente bien redactado, el autor principal afirma:
"Fui con frecuencia acusado de ser un estudiante indiferente y teniendo en cuenta algunas de mis calificaciones, puedo advertir la generosidad de tal afirmación. Pero yo era más selectivo que indiferente. Me gustaba el Inglés y la Historia, y con frecuencia tuve buenos resultados en ellas. Tuve menor interés y menor éxito en matemáticas y ciencias."
Más adelante asegura:
"Pocos meses antes de la graduación, estaba haciendo los exámenes de ingreso en la Academia Naval...Me fue sorpresivamente bien, incluso en el examen de matemáticas.
"Mi reputación como joven escandaloso e impetuoso no se limitaba —me incomoda confesarlo— a los círculos de la Academia. Muchos residentes decentes de la encantadora Anápolis, testigos de algunos de mis más extravagantes actos de insubordinación, desaprobaban mi persona, al igual que muchos oficiales."
Antes, al narrar algunos hechos de su infancia, cuenta que:
"A la menor provocación, yo explotaba en un arrebato de furia, y luego caía al piso inconsciente.
"El médico indicó un tratamiento que de acuerdo a las normas modernas de pediatría parecía un poco severo. Instruyó a mis padres a que llenaran una bañadera con agua fría y cuando yo comenzara con la rabieta y pareciera que aguantaba el aire para tirarme al piso, me echaran al agua vestido, sin más".
Al leer esto, uno experimenta la impresión de que los métodos que se nos aplicaban en aquel tiempo —tanto a mí, que viví en la época de preguerra, como a él— no eran los más apropiados para tratar a los niños. En mi caso, no podía hablarse de médico asesorando a la familia; era la gente del pueblo, en parte analfabetos, muchos de los cuales conocían los tratamientos a seguir solo por tradición.
Hay otros episodios narrados por McCain relacionados con sus aventuras de cadete en viajes de entrenamiento. No los menciono porque se apartan del contenido de mi análisis y nada tienen que ver con asuntos personales.
Es natural que McCain no estuviera en el salón del Congreso la noche del discurso de Bush el 28 de enero pasado, porque hay cosas en la política de este que lo comprometen mucho. Estaba en La Pequeña Habana, en el restaurante Versailles, donde recibió el homenaje de la comunidad de origen cubano. Más vale no indagar mucho sobre los antecedentes de varios de los personajes que estaban allí.
McCain apoya la guerra en Iraq. Cree que la amenaza de Afganistán, Irán y Corea del Norte, y el crecimiento de Rusia y China, obligan a Estados Unidos a reforzar las fuerzas de ataque. Trabajaría en conjunto con otros países para proteger a la nación del extremismo islámico y continuar en Iraq hasta vencer.
Reconoce la importancia de mantener relaciones fuertes con México y otros países de Latinoamérica. Está a favor de continuar con la agresiva política actual respecto a Cuba.
Reforzará la seguridad en la frontera de Estados Unidos, no sólo para la entrada y salida de personas, sino con los productos que entren al país. Considera que los inmigrantes deben aprender inglés, la historia y la cultura estadounidense.
Busca electores de origen latino, la mayoría lamentablemente no ejercen el voto o lo hacen por excepción, siempre temerosos de que los expulsen, los priven de los hijos o pierdan su empleo. En el muro de Texas continuarán muriendo más de 500 cada año. No promete una ley de ajuste para ellos, que buscan el "sueño americano".
Apoya el Acta de Bush "Que ningún niño se quede atrás". Respalda una mayor financiación federal de becas y préstamos universitarios con bajo interés.
En Cuba se les ofrece a todos conocimientos sólidos, educación artística y derecho a graduarse en la Universidad de forma gratuita. Más de 50 mil niños con dificultades reciben enseñanza especial. La computación se imparte masivamente. Cientos de miles de personas bien calificadas se emplean en estas tareas. Pero Cuba debe ser bloqueada para librarla de semejante tiranía.
Como todo candidato, tiene su programita de gobierno. Promete reducir la dependencia de suministros de energía del extranjero. Fácil es decirlo, difícil a estas alturas hacerlo.
Se opone al subsidio de la producción de etanol. Magnífico: eso mismo sugerí al presidente brasileño Lula Da Silva, que exigiera al gobierno de Estados Unidos suspender los cuantiosos subsidios asignados al maíz y otros granos destinados a la producción de etanol a partir de los alimentos. Pero eso no es lo que se propone; por el contrario: exportar etanol norteamericano en competencia con Brasil. Sólo él y sus asesores lo sabrán, porque el etanol de maíz no puede competir jamás en costos con el de Brasil a partir de la caña de azúcar como materia prima mediante esfuerzos muy duros de sus trabajadores, que en todo caso mejorarían su suerte sin las barreras arancelarias y los subsidios de Estados Unidos.
Hay otras muchas naciones de Latinoamérica a las que el gobierno de Estados Unidos embarcó por el camino de la producción de etanol de caña. ¿Qué harían con las nuevas decisiones que emanen del Norte?
No podía faltar la promesa de asegurar la calidad del aire y el agua, el uso apropiado de los espacios verdes, la protección de parques nacionales que van quedando como un recuerdo de lo que un día fuera hermosa naturaleza del país, víctima de los dictados implacables de las leyes del mercado. El Protocolo de Kyoto, sin embargo, no sería firmado.
Parecieran los sueños de un náufrago en medio de la tempestad.
Reduciría impuestos a familias de clase media, mantendría la política de Bush de recortar los permanentes y dejaría las tasas al nivel actual.
Quiere un mayor control de los costos del seguro médico. Considera que las familias deberían tener el suyo sobre el dinero del seguro. Haría campañas de salud y prevención. Apoya el plan del actual Presidente que permite a los trabajadores mover dinero de los impuestos del seguro social a fondos privados de retiro.
La seguridad social correría la misma suerte que las bolsas.
Favorece la pena de muerte, el fortalecimiento y aumento de los cuerpos armados, la expansión de los TLC.
Apotegmas de McCain:
"Las cosas están difíciles ahora, pero vamos mejor que en el 2000." (Enero 2008)
"Estoy bien preparado en temas económicos; participé en la revolución de Reagan." (Enero 2008)
"Para evitar una recesión hay que ponerle fin al gasto descontrolado." (Enero 2008)
"La pérdida de la fuerza económica lleva a la pérdida de fuerza militar." (Diciembre 2007)
"A los republicanos se les ha olvidado cómo controlar los gastos." (Noviembre 2007)
"Hay que asegurar las fronteras; sólo así establecer un programa de trabajadores visitantes." (Enero 2008)
"La amnistía del 2003 no significa premiar el comportamiento ilegal." (Enero 2008)
"Hay que recoger a los dos millones de extranjeros que infringieron la Ley y deportarlos." (Enero 2008)
"Hacer todo lo que pueda para ayudar a que todos los inmigrantes aprendan a hablar inglés." (Diciembre 2007)
"Nada de inglés oficial; los indios americanos deben usar su propio idioma." (Enero 2007)
"Se requiere de reformas migratorias para lograr seguridad nacional." (Junio 2007)
"Las posturas bipartitas son una señal de capacidad para ser Presidente." (Mayo 2007)
"Hay que mantener el embargo y procesar a Castro." (Diciembre 2007)
"Nada de relaciones ni diplomáticas ni de comercio con ese país." (Julio 1998)
"Sería ingenuo excluir las armas nucleares; ingenuo excluir atacar a Pakistán." (Agosto 2007)
"Con la guerra de Iraq ‘hemos desviado la atención de nuestro hemisferio y hemos pagado un precio por eso’." (Marzo 2007)
Promete visitar sus propiedades en el continente. Dijo que de ser electo a la Casa Blanca en el 2008, su primer viaje sería a México, Canadá y América Latina para "reafirmar mi compromiso con nuestro hemisferio y con la importancia de las relaciones dentro de nuestro hemisferio".
En todo su libro, de obligada referencia en mis Reflexiones, afirma era fuerte en Historia. No aparece una sola referencia a un pensador político, ni siquiera a uno solo de los que inspiraron la Declaración de Independencia de las 13 Colonias el 4 de julio de 1776, que dentro de 4 meses y 23 días cumplirá 232 años.
Hace más de 2,400 años Sócrates, reconocido sabio ateniense, famoso por su método y mártir de sus ideas, consciente de las limitaciones humanas, expresó: "Solo sé que no sé nada." Hoy, McCain, el candidato republicano, exclama ante sus conciudadanos: "Solo sé que lo sé todo".
Continuaré.

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