lunes, 24 de marzo de 2008

"1976 - 24 de marzo – 2008: aún muchas preguntas." por Darío Yancán







Estamos a …nta y dos años de los hechos. No se si son años hacia delante o hacia atrás. No importa.
Han pasado tiempo, generaciones y funerales.
No es más que otra cosa que el paso de la historia, neta e inexorable. De esa historia hemos creado panteones y héroes. Creamos ficciones y management, pero, cuál es el estado de la reelaboración que ameritan dichos sucesos?.
Dónde se inserta la gesta en la nueva generación que ve un 24 feriado?. Qué valor tienen para ellas los hechos sucedidos?.

En estos días, es cuasi obligatorio estar acongojado, recordar los caídos, hacer autocrítica.
Hoy veremos, por todos los medios, recordatorios e imágenes de archivo.
En estos días viviremos requiems y elegías de todo tipo y abstracción … pero qué desarrollamos más allá del dolor y de la postura políticamente correcta?, qué tenemos más allá de torturas, desapariciones, bombas y muerte?. Cada bando colocará sus flores en las tumbas o las arrojará al mar o colgará las fotos de sus caídos o desaparecidos. Y luego...?

Pareciera que nuestra ceremonia aún erige como plato principal a la violencia, el recuento de cadáveres y reclamo de aparición con vida, pareciera que lo recordado es la gesta de la de la violencia, la del dolor.

Pero... a quién pertenece el dolor, quien lo entiende y le puede otorgar su justa dimensión, en definitiva al cabo de la historia, que importancia tiene reproducir el dolor?

Tanto el dolor como el miedo son dos sentimientos incompartibles, propios e íntimos.

El dolor es exclusivo de quien lo sufrió por las marcas y de quien lo inflingió por la responsabilidad y el placer, de los que lo tuvieron en sus manos y lo sintieron en su carne.

Luego podemos extender su propiedad a dos planos que son profundamente diferenciables.
El dolor es exclusivo de la carne que lo padece, es físico y nada tiene que ver con el sentimiento solidario de mancomunarnos en el dolor del otro, en el plano espiritual, pero la carne la que puede darle la dimensión justa.
Podemos erigir un tótem a un sentir privado, exclusivo, inexperimentado?
Puede mi cuerpo sentir el mismo dolor que sintió el torturado? o hay una dimensión a la que, por más que me solidarice, jamás voy a poder acceder.
Cuando se trata de un dolor del cuerpo social, cómo lo materializamos, cómo desde la razón nos lo inflingimos a cada uno de nosotros para solidarizarnos en el sentimiento? Y en definitiva, existe el dolor general, el que es de todos y que no tiene cuerpo?.
Ya es tiempo de plantearnos cómo creamos un dolor sin cuerpo doliente, un dolor inmaterial que en definitiva sea transmisible de generación en generación, un dolor objetivable que finalmente nos permita crear el propio ser de esta gesta. Es la condición para mantenerla viva y en la memoria. Es la base que sustente los marzos por venir.

Creo que el tiempo de la congoja ha terminado. Es hora de iniciar la etapa de socialización de la propiedad de la gesta.

Hemos estructurado y sistematizado la propiedad de la gesta, la hemos hecho pública y accesible?. Sus actores han tenido la generosidad de entregarla para hacerla de libre circulación o sigue perteneciendo a víctimas y victimarios por medio de re-vivirla?. Tenemos una vía de entrada al tema que no sea la alternativa del recuento de victimas y de la maldad del asesino?

Debemos hacernos propietarios comunes de ese dolor, en distinta forma de quien lo sufrió para circularlo, para poder superarlo, a condición de correr el riesgo que el sentimiento se lo lleven a la tumba quien lo sufrieron y con eso no sorprenda abruptamente la clausura.

El vacío.

Y que queda para nosotros, los que nacemos luego?.

Plantear el tema de la propiedad del dolor nos habilita a discutir sobre la continuidad y el repudio. Cómo continua?

Plantear las razones motivantes y de fondo, más allá del dolor, nos habilita un espacio de pensamiento que no desaparezca.

Necesitamos, para nuestra posteridad y para la construcción de nuestro legado, tomar aquellos hechos y políticas hoy, reconstruir el espíritu, el clima, los ideales, corregir el tablero y dar de nuevo.
Reordenar las cartas, todas, seriamente, aquellas cartas pero vistas hoy, vistas mañana.

Las gestas se hacen más grandes y permanentes y validas en el tiempo con la asunción como propia de las nuevas generaciones, cuando éstas las incorporan a su calendario y a su consideración, sólo en ese momento tienen posibilidad de subsistencia.
Las debemos hacer propias por su espíritu, caso contrario terminarán siendo, sólo, un día feriado.

¿Cuál es el fundamento del recuerdo y la conmemoración? Qué rescatamos hoy que no hayamos rescatado o hecho bandera en aquellos días?

Debemos debatir, no sólo la acción terrorista del Estado, sino el proyecto político-económico-social de los derrotados. Ahí tenemos el centro de la discusión, la difusión de las razones y la transmisión de sus fundamentos, la posibilidad de tener frente a uno su propuesta para poder ser respetuosos deudos o para ser consecuentes o detractores.

En los movimientos revolucionarios se abraza al ser, a la causa, su sentido al margen de los individuos de los bandos, a su objetivo final. Si no rescatamos para la posteridad su concepción política-económica-social, que nos quedan? Los cadáveres?

EN CAMBIO, NUESTRA COLAGENADA Y ELEGANTE PRESIDENTA REPITE LA CEREMONIA DEL DOLOR Y ABANDONA LOS IDEALES DE SU GENERACIÓN: LA JUSTICIA SOCIAL, EL REPARTO DE LA RIQUEZA Y LA APROXIMACIÓN A LOS HUMILDES, LOS QUE CREO NO ENTRAN A LOS SHOPPINIG.


Dudo que el debate sea entre asesinos y muertos. El debate es entre esencias. Creo que debemos seguir procesándolo para poder avanzar, superar lo macabro.
Creo que superar temas no implica olvido ni perdón. En definitiva implica crecer.

Tan sólo, una flor a los caídos.

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