jueves, 12 de junio de 2008

"ESPECTROS DE MARX. EXORDIO" por jacques Derrida

Traducción de José Miguel Alarcón y Cristina de Peretti.


Alguien, usted o yo, se adelanta y dice: quisiera aprender a vivir por fin.

Por fin, pero, ¿por qué?

Aprender a vivir. Extraña máxima. ¿Quién aprendería? ¿De quién? Aprender [y enseñar] a vivir, pero ¿a quién? ¿Llegará a saberse? ¿Se sabrá jamás vivir, y, en primer lugar, se sabrá lo que quiere decir «aprender a vivir»? ¿Y por qué «por fin»?

Por sí misma, fuera de contexto -aunque un contexto permanece siempre abierto, por tanto falible e insuficiente- esta máxima sin frase forma un síntagma poco menos que ininteligible. Por otra parte, ¿hasta qué punto su idioma se deja traducir?

Locución magistral, a pesar de ello -o por ello mismo-. Pues, por boca de un maestro, este fragmento de máxima nos diría siempre algo acerca de la violencia. Vibra como una flecha en una dirección irreversible y asimétrica, la que va, la mayoría de las veces, del padre al hijo, del maestro al discípulo o del amo al esclavo («yo, yo voy a enseñarte a vivir»). Tal dirección oscila: entre la dirección como experiencia (aprender a vivir ¿no es acaso la experiencia misma?), la dirección como educación y la dirección como enderezamiento.

Pero aprender a vivir, aprenderlo por uno mismo, solo, enseñarse a si mismo a vivir («quisiera aprender a vivir por fin»), ¿no es, para quien vive, lo imposible?, ¿no es acaso lo que la lógica misma prohíbe? A vivir, por definición, no se aprende. No por uno mismo, de la vida por obra de la vida. Solamente del otro y por obra de la muerte. En todo caso del otro al borde de la vida. En el borde interno o en el borde externo, es ésta una heterodidáctica entre vida y muerte.

Nada es, sin embargo, más necesario que esta sabiduría. Es la ética misma: aprender a vivir -solo, por uno mismo-. La vida no sabe vivir de otra manera. ¿Y acaso se hace jamás otra cosa que no sea aprender a vivir, solo, por uno mismo? ¡Extraño empeño para un ser vivo y supuestamente vivo, desde el momento en que este «Quisiera aprender a vivir» es a la vez imposible y necesario! Sólo tiene sentido y puede resultar justo en una explicación con la muerte. Con mi muerte tanto como con la del otro. Entre vida y muerte, pues; es ahí donde está el lugar de una sentenciosa inyunción* que aparenta siempre hablar como habla el justo.

Lo que sigue se plantea como un ensayo en la noche -en el desconocimiento de lo que queda por venir-, una simple tentativa, pues, de analizar con alguna consecuencia un exordio como el siguiente: «Quisiera aprender a vivir. Por fin». ¿Cómo por fin...?

El aprender a vivir, si es que queda por hacer, es algo que no puede suceder sino entre vida y muerte. Ni en la vida ni en la muerte solas. Lo que sucede entre dos, entre todos los «dos» que se quiera, como entre vida y muerte, siempre precisa, para mantenerse, de la intervención de algún fantasma. Entonces, habría que saber de espíritus. Incluso y sobre todo si eso, lo espectral, no es. Incluso y sobre todo si eso, que no es ni sustancia ni esencia ni existencia, no está nunca presente como tal. El tiempo del «aprender a vivir», un tiempo sin presente rector, vendría a ser esto, y el exordio nos arrastra a ello: aprender a vivir con los fantasmas, en la entrevista, la compañía o el aprendizaje, en el comercio sin comercio con y de los fantasmas. A vivir de otra manera. Y mejor. No mejor: más justamente. Pero con ellos. No hay ser-con el otro, no hay socius sin este con-ahí que hace al ser-con en general más enigmático que nunca. Y ese ser-con los espectros sería también, no solamente pero sí también, una política de la memoria, de la herencia y de las generaciones.

Si me dispongo a hablar extensamente de fantasmas, de herencia y de generaciones, de generaciones de fantasmas, es decir, de ciertos otros que no están presentes, ni presentemente vivos, ni entre nosotros ni en nosotros ni fuera de nosotros, es en nombre de la justicia. De la justicia ahí donde la justicia aún no está, aún no ahí, ahí donde ya no está, entendamos ahí donde ya no está presente y ahí donde nunca será, como tampoco lo será la ley, reductible al derecho. Hay que hablar del fantasma, incluso al fantasma y con él, desde el momento en que ninguna ética, ninguna política, revolucionaria o no, parece posible, ni pensable, ni justa, si no reconoce como su principio el respeto por esos otros que no son ya o por esos otros que no están todavía ahí, presentemente vivos, tanto si han muerto ya, como si todavía no han nacido. Ninguna justicia -no digamos ya ninguna ley, y esta vez tampoco hablamos aquí del derecho[i] -parece posible o pensable sin un principio de responsabilidad, más allá de todo presente vivo, en aquello que desquicia el presente vivo, ante los fantasmas de los que aún no han nacido o de los que han muerto ya, víctimas o no de guerras, de violencias políticas o de otras violencias, de exterminaciones nacionalistas, racistas, colonialistas, sexistas o de otro tipo; de las opresiones del imperialismo capitalista o de cualquier forma de totalitarismo. Sin esta no contemporaneidad a sí del presente vivo, sin aquello que secretamente lo desajusta, sin esa responsabilidad ni ese respeto por la justicia para aquellos que no están ahí, aquellos que no están ya o no están todavía presentes y vivos, ¿qué sentido tendría plantear la pregunta «¿dónde?», «¿dónde mañana?» (whither?).

Esta pregunta llega, si llega, y pone en cuestión lo que vendrá en el por-venir. Estando vuelta hacia el porvenir, yendo hacia él, también viene de él, proviene del porvenir. Debe, pues, exceder a toda presencia como presencia a sí. Al menos debe hacer que esta presencia sólo sea posible a partir del movimiento de cierto desquiciamiento, disyunción o desproporción: en la inadecuación a sí. Ahora bien, si esta pregunta, desde el momento en que viene a nosotros, no puede venir ciertamente sino del porvenir (whither?, ¿adónde iremos mañana?, ¿adónde va, por ejemplo, el marxismo?, ¿adónde vamos nosotros con él?), lo que se encuentra delante de ella debe también precederla como origen suyo: antes de ella. Incluso si el porvenir es su procedencia, debe ser, como toda procedencia, absoluta e irreversiblemente pasado. «Experiencia» del pasado como por venir, ambos absolutamente absolutos, más allá de toda modificación de cualquier presente. Si la posibilidad de la pregunta es posible, si debe ser tomada en serio la posibilidad de esta pregunta, que quizá no es ya una pregunta, y que nosotros llamamos aquí la justicia, aquélla debe llevar más allá de la vida presente, de la vida como mi vida o nuestra vida. En general. Pues mañana sucederá, para el «mi vida» o el «nuestra vida», la de los otros, lo mismo que, ayer, sucedió para otros: más allá, pues, del presente vivo en general.

Ser justo: más allá del presente vivo en general -y de su simple reverso negativo-. Momento espectral, momento que ya no pertenece al tiempo, si se entiende bajo este nombre el encadenamiento de los presentes modalizados (presente pasado, presente actual, «ahora», presente futuro). Cuestionamos en este instante, nos interrogamos sobre este instante que no es dócil al tiempo, al menos a lo que llamamos así. Furtiva e intempestiva, la aparición del espectro no pertenece a ese tiempo, no da el tiempo, no ese tiempo: «Enter the Ghost, exit the Ghost, re-enter the Ghost» (Hamlet).

Parece un axioma, más precisamente un axioma a propósito de la axiomática misma: es decir, a propósito de alguna evidencia supuestamente indemostrable sobre lo que tiene precio, valor, calidad (axia). E incluso, y sobre todo, dignidad (por ejemplo sobre el hombre como ejemplo de un ser finito y razonable), esa dignidad incondicional (Würdigkeit) que Kant elevaba justamente por encima de toda economía, de todo valor comparado o comparable, de todo precio de mercado (Marktpreis). Este axioma puede resultar chocante. Y la objeción no se hace esperar: ¿con respecto a quién, se dirá, comprometería al fin y al cabo un deber de justicia, aunque fuera más allá del derecho y de la norma, con respecto a quién y a qué, sino a la vida de un ser vivo?, ¿hay acaso justicia, compromiso de justicia o responsabilidad en general, que haya de responder de sí (de sí vivo) ante otra cosa que, en última instancia, no sea la vida de alguien que está vivo, se la entienda como vida natural o como vida del espíritu? Cierto. La objeción parece irrefutable. Pero lo irrefutable mismo supone que esa justicia conduce a la vida más allá de la vida presente o de su ser-ahí efectivo, de su efectividad empírica u ontológica: no hacia la muerte sino hacia un sobre-vivir, a saber, una huella cuya vida y cuya muerte no serían ellas mismas sino huellas y huellas de huellas, un sobre-vivir cuya posibilidad viene de antemano a desquiciar o desajustar la identidad consigo del presente vivo así como de toda efectividad. Por tanto, hay espíritu. Espíritus. Y es preciso contar con ellos. No se puede no deber, no se debe no poder contar con ellos, que son más de uno: el más de uno.







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* Comúnmente se traduce por «orden terminante». Sin embargo, en virtud de las frecuentes y deliberadas conexiones del término, dentro del texto, con enjoindre, disjoindre, disjonction, disjont(e) (cf., por ejemplo, las páginas referidas a «La sentencia de Anaximandro» de Heidegger) y las continuas alusiones a out of joint, nos ha parecido preferible recuperar el uso del antiguo verbo «inyungir». Cf. M. Moliner, Diccionario de uso del español, t. II, p. 167: «Inyuncto -a. V. bajo “inyungir” part. de “inyungir”. Inyungir (emparentado con “yugo”, ant.). Imponer una cosa a alguien». Cf. también J. Corominas, J. A. Pascual, Diccionario crítico-etimológico castellano e hispánico, vol. 3, pp. 539 ss. (N. de los T.)

[i] A propósito de una distinción entre la justicia y el derecho, de la extraña disimetría que afecta a la diferencia y a la coimplicación entre estos dos conceptos, y de ciertas consecuencias que se siguen de ello (especialmente en lo que concierne a una cierta indeconstructibilidad de la «justicia» -aunque pueden dársele otros nombres- permítanme remitir a «Fuerza de ley: “El fundamento místico de la autoridad»: Doxa (Murcia) 11 (1992), trad. cast. de P. Peñalver y A. Barberá.

Todas las traducciones de los textos citados en este libro por Derrida son nuestras. Sin embargo, remitimos siempre a las páginas correspondientes de la traducción castellana, cuando la hay. (N. de los T.)

"EL DISCURSO CONTRA EL CAMPO O EL ARTE DE NO ENTENDER" por La Señora Cristina.




Gracias, señor Vicepresidente; señor presidenta provisional del Honorable Senado; señor presidente de la Cámara de Diputados; señores Gobernadores; señoras y señores integrantes de organizaciones sindicales, de movimientos sociales, de organizaciones de derechos humanos, queridas Abuelas, queridas Madres; amigos y amigas; compatriotas: mañana van a ser exactamente tres meses, que desde el Poder Ejecutivo Nacional, en atribuciones legitimas que nos confiere la Constitución Nacional, adoptamos un sistema de retenciones móviles para determinados productos alimentarios: para el maíz y el trigo redujimos la alícuota, que hasta ese momento estaba vigente y la aumentamos para la soja.

La medida tuvo por objeto dos finalidades esenciales: la primera y principal, la seguridad alimentaria, la soberanía alimentaria en la mesa de todos los argentinos. ¿Por qué? Se preguntaran ustedes, qué tiene que ver la soja. Los argentinos no comemos soja. Precisamente, la totalidad prácticamente, hoy, de este producto se exporta casi el 95 por ciento y para que ustedes tengan una idea de cada 10 kilos de soja, 9 kilos y medio van al exterior, sin embargo, de cada 10 litros de leche, solamente podemos exportar 1 y medio; y de cada 10 kilos de carne solamente podemos exportar 2 kilos. Es que los argentinos, compatriotas y amigos, toman leche, comen carne, comen pan y ahora pueden hacerlo más, inclusive, porque muchos han conseguido trabajo y todos han mejorado su salario, con lo cual el consumo ha crecido.

La segunda parte es la redistribución del ingreso, de aquellos sectores que mayor rentabilidad tiene por distintas circunstancias; en principio por las condiciones macroeconómicas de este propio modelo que hemos diseñado los argentinos, que destinamos todos los años, 12 mil millones de dólares a sostener un tipo de cambio competitivo para los sectores que exportan, que tenemos, además, desacopladas nuestras tarifas de servicio, esencialmente de combustibles. Y además es un sector que, carente de riesgo, sin necesidad de capital intensivo, con poca ocupación de mano de obra se transforma en uno de los más rentables.

Estas dos medidas: cuidar los alimentos de los argentinos y redistribuir el ingreso fueron los dos objetivos. Qué pasó entonces, en estos tres meses, argentinos, en los cuales vimos cortar rutas, decidir por parte de un sector quién pasaba y quién no; derramar ríos de leche, en una Argentina donde todavía hace falta mucho alimento para muchos argentinos que no pueden acceder; enfrentamientos, cosas que nunca habíamos visto.

¿Cuál fue, tal vez, el error que cometió el Gobierno? Y digo que, el error que cometió el Gobierno, tal vez, haya sido la ingenuidad política de no advertir que tocar una parte de la renta extraordinaria de un sector para redistribuir mejor el ingreso. Para que realmente lo que muchas veces leemos en letra de molde, o escuchamos recitar en liturgias, o pronunciar dialécticamente acerca de los pobres, la distribución del ingreso y la riqueza, tal vez, pensamos que todo eso que se escribe y se dice se había hecho carne en dirigentes y en la sociedad.

Ese fue el error: creer que la distribución del ingreso se hace, tal vez, con una política, que pese a haber sido revalidada en las urnas requería, tal vez, de una mayor explicación, de una mayor comunicación o tal vez de un mayor ejercicio de responsabilidad por parte de todos.

La primera cosa que se me ocurre, después de estos largos 90 días es interrogarnos a nosotros, a todos, a todos los argentinos, a los que tienen responsabilidades empresariales, a los que pertenecemos a los partidos políticos y a todos los ciudadanos si realmente estamos decididos a abordar en la República Argentina el problema de la pobreza. Porque el problema de la pobreza sin redistribución del ingreso y sin tocar rentas extraordinarias, compatriotas, es imposible. (APLAUSOS).

Me hablan, hace unos días atrás, un periodista me hablaba de crisis y yo le decía y lo corregía, que en realidad no estábamos viviendo una crisis. Crisis los argentinos vivimos en los días terribles del 2001, 2002, del 2003, con millones de argentinos sin trabajo, con los fondos y ahorros confiscados, sin reservas en el Banco Central, endeudados, sin trabajo, sin industrias, los comercios cerrados, con esa Buenos Aires desierta, desierta, acuérdense esa Buenos Aires del 2002: nadie en los restaurantes, sin autos en las calles. No vivimos una crisis en estos 90 días, lo pueden observar todos los ciudadanos de Buenos Aires, que podían recorrer, ¿si es que se puede todavía recorrer, con tantos autos las calles de la Ciudad? Los restaurantes estaban llenos, el consumo creciendo, las exportaciones creciendo, las ventas creciendo, el consumo popular, millones de argentinos que han podido acceder a un auto nuevo, a un auto usado o a una moto, o a un plasma. En fin, a mejorar la calidad de vida.

No, crisis fueron aquellas, en realidad estábamos viviendo la reacción de un sector, al que el Estado, en atribuciones legitimas que le confiere la Constitución, había afectado una parte de su renta extraordinaria para un ejercicio de redistribución.

Despojado ya de los discursos, de la bulla mediática, separando todo lo que queda es esto: la reacción de alguien que se niega a contribuir en la redistribución del ingreso para los que menos tienen. Yo les dije alguna vez, que cuando uno toma estas decisiones como Presidenta de los argentinos, teniendo en cuenta el interés de todos, porque esta es la otra gran cuestión, no hubo una parte contra otra parte. Esto no es así: quien habla es la Presidenta de la República, no es una parte, debe gobernar para todos los argentinos y cuando toma decisiones lo hace en beneficio de todos los argentinos.

Tal vez, algún sector tiene y puede no estar de acuerdo, y tiene derecho a no estar de acuerdo, lo que me parece es que no podemos confundir las cosas. Y entonces desacreditar un ejercicio constitucional, que hace también a la calidad democrática de un país. Por eso, porque he escuchado discursos acerca de voracidad fiscal, acerca de que no se daba participación a las provincias es que he decidido crear este Programa de Redistribución Social. Venía la señora Ministra de Salud trabajando, desde el inicio, por instrucciones mías. Ustedes saben que desarrollé, durante toda la campaña, que el problema de salud es muy importante en la Argentina. Y estamos en dos semanas más en condiciones de desarrollar, lo que va a constituir un plan, que como mínimo va a llevar la construcción de 30 hospitales de complejidad cuatro, en distintas partes del país. (APLAUSOS). También más de 300 centros de asistencia primaria a la salud. Este programa se va a fondear con la diferencia de puntos existentes entre esa retención de 35 puntos, vigente al 10 de marzo, y lo que pueda crecer. El Estado no quiere cerrar las cuentas fiscales, el Estado quiere cerrar la cuenta social de todos los argentinos. (APLAUSOS).

Y creemos que entonces, si tengo la obligación, como Presidenta de todos los argentinos, de dar ese gesto institucional. He pensado mucho, he reflexionado mucho, en estos días, acerca de algunos reclamos, un gesto de estadista o de un gesto patriótico, también escuché por ahí, pero me quedé con el gesto de estadista. ¿Qué sería un gesto de estadista? Sería, tal vez, decirle a los sectores que más rentabilidad han tenido, en los últimos tiempos, está bien, como durante 90 días cortaron caminos, hicieron lock out patronal, no permitieron que otros argentinos trabajen, encarecieron productos, esta bien hay mucho lío, quédense con todos y vamos a ver qué hacemos el resto de los argentinos. Y lo pensé y digo, podría decirles, entonces, después a todos los argentinos, el Gobierno y el campo están en orden. Feliz día de la Bandera, pero saben qué, yo creo sinceramente que los estadistas, no me siento una estadista, me siento simplemente una Presidenta de la República y debemos gobernar con mucha responsabilidad institucional y social, teniendo en cuenta las urgencias de los que más necesitan para poder hacer sustentable una sociedad.

Y por eso, además, como hemos decidido la descentralización total de este 60 por ciento dedicado a hospitales; 20 por ciento dedicado a viviendas rurales y urbanas y 20 por ciento dedicado a caminos rurales, también, de la misma forma que está descentralizada el 93 por ciento de la obra pública nacional. Ninguna de las casi 300 mil viviendas, soluciones habitacionales, que ha creado el Gobierno, han sido construidas en forma directa por el Estado Nacional. Todos los fondos son remitidos a provincias, a municipios para que estos ejecuten.

Y queremos, también, que este Fondo de Redistribución Social para hospitales, para viviendas urbanas y rurales populares y para caminos rurales, también sea únicamente operativizados a través de convenios con los Gobernadores, de cada una de las provincias y los municipios, que así participen en este programa. Porque en serio creemos en una Argentina federal, donde no solamente la redistribución del ingreso tenga una categoría social, sino también tenga equidad territorial y geográfica.

¿Cómo seguimos, luego de esto? Yo tiendo la mano a todos los argentinos, pero en especial a aquellos que también tienen, junto a mí una gran responsabilidad: la de generar riqueza para todos los argentinos. Y pese a estos 90 días hemos seguido trabajando fuertemente. El pasado día viernes resolvimos un problema de los productores que era el precio de sus vacas conservas, 10 mil toneladas, que se exportan por mes, que eran producto del anterior acuerdo, que habíamos firmado con las cuatro entidades y que logramos, por parte de los frigoríficos, es decir, de la industria, que paguen el precio que corresponde al productor pero que además la materia prima salga procesada, con valor agregado, para que los argentinos tengan trabajo.

No nos detuvimos a pensar si se estaban cortando rutas o no, salimos a hacernos cargo de los problemas que tiene el sector con la carne, con la leche.

Hemos logrado también, luego de poder blanquear a través de la ONCCA grandes cantidades de trigos que no figuraban en los registros, y que cuando dijimos que entonces no se podía exportar, aparecieron en los registros. Vamos a poder regularizar también la cuestión del trigo.

Pero tenemos que hablar, no imponer. Y saber que nadie puede arrogarse el derecho de restringir el derecho de otros argentinos a transitar libremente las rutas, a trabajar y a producir. Los argentinos quieren trabajar, hay que dejarlos trabajar.

Yo quiero hoy convocar para que hablemos de los problemas pendientes que tenemos todos los argentinos. Estamos ante una oportunidad histórica compatriotas, en cuanto a números, en cuanto a posibilidades, a lograr mercados. En estos seis meses -porque también mañana se cumplen seis meses de aquel 10 de diciembre en que la Banda Presidencial era un poco más liviana y etérea de lo que es hoy- hemos hecho muchas cosas.

Veo aquí a muchísimos hombres de la industria, hemos logrado, pese a todas las profecías, poder cerrar convenios con los trabajadores, en negociaciones libres que llevaron a cabo empresarios y sindicatos. Hemos logrado profundizar nuestra relación con el MERCOSUR, llegando a un acuerdo inédito en el que por primera vez el sector automotriz, que como todos ustedes saben es el principal desbalanceador en la balanza comercial entre Brasil y Argentina, hemos logrado que se nos reconozcan las asimetrías existentes entre uno y otro mercado.

Desde este mismo lugar y en este mismo Salón hemos presentado el Plan de Intervención Territorial que significa el diseño del país que queremos en materia de infraestructura, obra pública, servicio, obra pública productiva y social. Hemos lanzado también desde aquí el Plan Social al que me había comprometido ese 10 de diciembre, y abordar la pobreza de una forma diferente en más de mil municipios, casi un tercio de los municipios. Hemos lanzado también el Plan de Uso Racional de la Energía, en una primera etapa que nos ha llevado ya a ahorrar más de cien megavats. Y hemos inaugurado en estos días viviendas, hospitales, obras energéticas.

Es una Argentina que sigue en marcha, una Argentina que quiere trabajar y seguir progresando.

Yo quiero convocarlos a todos, nadie puede estar ausente. Pero todos debemos entender que estamos en un escenario internacional y en un mundo muy diferente. Porque estas medidas, además, que oportunamente se adoptaron, no fueron producto de una elucubración o de un sueño de una noche de verano. Basta con mirar el mundo.

Vengo de hace unos días de la conferencia internacional de la FAO. Me tocó escuchar a la presidenta del Programa Mundial de Alimentos de la FAO, esos que ustedes ven en el mundo cuando van en aviones y en helicópteros tirando bolsas de comida, por ejemplo en África, como desde junio del año pasado se le habían disparado todos los precios de los alimentos, y habían tenido que pagar la tonelada de arroz de 340 a más de mil dólares, lo cual requirió una ayuda especial de más de 700 millones de dólares.

Todos los días estamos leyendo noticias acerca del precio de los commodities, la especulación, el petróleo, etcétera. Este es el escenario internacional que tal vez hoy se presenta con mucha mayor nitidez que hace tres meses, pero que quienes tenemos la responsabilidad de gobernar y tomar decisiones estratégicas lo veíamos venir, muy claramente. Basta nomás recordar algún párrafo de aquel discurso del 10 de diciembre, donde les dije que los grandes problemas del siglo XXI iban a ser precisamente los alimentos y la energía. No fue una afirmación tendiente a llenar una hoja de un discurso, fue sinceramente lo que veíamos venir.

Sabemos que en ese problema los más vulnerables son los que menos tienen, los pobres. Porque son los que destinan la mayor parte de su salario a la comida y porque son los que no tienen estrategias defensivas frente al aumento de los precios. Resguardar esa soberanía alimentaria sin afectar la rentabilidad de los sectores productivos es algo en lo que estamos trabajando y lo estamos haciendo todos los días. Podemos exhibir resultados en estos cinco años donde todos han podido ganar algo, trabajo, salario, rentabilidad, pero todavía hay argentinos que no han podido ganar nada. Todavía tenemos gente sin trabajo, sin casa, sin salud, sin educación.

Hace pocos días estuve en Rafael Castillo, partido de La Matanza, con más de un millón de habitantes, 0.3 camas por cada mil habitantes. En serio argentinos, necesitamos poner mucho esfuerzo porque todavía hay mucha deuda social pendiente. Y como dije aquel 10 de diciembre, mientas haya un pobre en la Patria no habrá victoria definitiva para ningún argentino. (Aplausos)

Finalmente quiero decirles a todos y cada uno de ustedes y de quienes me están escuchando, si alguien se sintió ofendido por una palabra que yo haya dicho o por un gesto, cualquier argentino, desde acá, desde este lugar, le pido perdón. (Aplausos)

Pero también quiero pedirles a todos que trabajemos en paz. Dejemos que todos los argentinos puedan ejercer sus derechos libremente. Hemos visto escenas de violencias, hemos visto gente golpeándose, hemos visto camionetas incendiadas. Son fotografías de una violencia que los argentinos no merecemos, ninguno, porque hemos sufrido mucho por actitudes intolerantes y de violencia. Lo sé porque en tocó vivir en una Argentina dividida y enfrentada.

Con esa experiencia y ese aprendizaje histórico que creo que hemos hecho todos, los convoco a todos los argentinos en serio, a comprometernos más allá de la palabras, más allá de los discursos, al combate contra la pobreza, por la distribución del ingreso y por una Argentina que trabaje más y produzca mejor. Muchas gracias y buenas tardes a todos. (Aplausos)

martes, 10 de junio de 2008

"SOBRE “LA REPÚBLICA” DE PLATÓN" por LEO STRAUSS

UNA INTERPRETACIÓN DE LA CAVERNA PLATÓNICA





FRAGMENTO DE UNA CONFERENCIA
DE LEO STRAUSS, PUBLICADA EN “EL HOMBRE Y LA CIUDAD” (1964).
Trad. de Leonel LIVCHITS.


¿Por qué los filósofos no están interesados en gobernar? Dominados por el deseo, el
eros del conocimiento, al que consideran lo único necesario, conocedores de que la
filosofía es la posesión más placentera y dichosa, los filósofos no tienen tiempo libre
para bajar la mirada hacia los asuntos humanos, y menos aún para ocuparse de ellos.
Los filósofos creen que mientras vivan ya están firmemente establecidos muy lejos de
sus ciudades, en las “Islas de los Bienaventurados”. Por tanto, sólo la fuerza puede
inducirlos a tomar parte en la vida pública de la ciudad justa, esto es, la ciudad que
considera como su tarea más importante educar apropiadamente a los filósofos. Como
los filósofos percibieron lo que es espléndido en verdad, consideran mezquinos a los
asuntos humanos. Su propia justicia –el abstenerse de hacer daño a otros seres
humanos– proviene de desdén por aquello por lo que compiten con fervor los no
filósofos. Los filósofos saben que la vida no consagrada a la filosofía y, por lo tanto,
incluso la mejor vida política, es como la vida en una caverna, y por lo tanto es así que
se puede identificar la ciudad con una caverna. Los habitantes de la caverna, esto es,
los no filósofos sólo ven las sombras de artefactos (514b-515c). Es decir, todo lo que
perciben lo ven a través de las opiniones consagradas por decreto por los legisladores
respecto de lo justo y lo noble, esto es, opiniones inventadas o convencionales, y no
saben que sus opiniones más preciadas no poseen más valor que las opiniones. Ya que
si incluso la mejor ciudad se basa en principios falsos, por más que se trate de
mentiras nobles, es de esperar que las opiniones sobre las que se erigen o en las que
creen las ciudades imperfectas no sean verdaderas, por no decir más. Precisamente los
mejores entre los no filósofos, los buenos ciudadanos, se aferran con pasión a estas
opiniones y de ahí que se opongan con pasión a la filosofía (517ª), que es el intento de
trascender la opinión y alcanzar el conocimiento: la multitud no es tan fácil de
persuadir por parte de los filósofos como suponíamos en un momento previo de la
argumentación. Ésta es la verdadera razón por la cual la coincidencia de la filosofía y el
poder político es harto improbable: la filosofía y la ciudad tienden a alejarse una de
otra en direcciones opuestas.
(...)
La ciudad justa es entonces imposible. Es imposible porque es contraria a la
naturaleza. Es contrario a la naturaleza que haya un “cese del mal”, “ya que es
necesario que siempre haya algo opuesto al bien, y el mal por fuerza deambula
entorno a la naturaleza mortal y esta región” [Teeteto, 16ª5-8; Leyes 896e4-6]. Es
contrario a la naturaleza que la retórica tenga la fuerza que se le atribuye: que sea
capaz de superar la resistencia enraizada en el amor de los hombres por sus
posesiones y en última instancia por su propio cuerpo; en términos de Aristóteles, el
alma puede gobernar al cuerpo sólo a través del despotismo, no mediante la
persuación. La REPÚBLICA repite, a fin de superarlo, el error de los sofistas respecto al
poder del discurso. La ciudad justa es contraria a la naturaleza porque la igualdad de
los sexos y el comunismo absoluto son contrarios a la naturaleza. La ciudad justa no
poesee ningún atractivo para nadie excepto para los amantes de la justicia dispuestos
a destruir a la familia por considerarla convencional en su esencia y a cambiarla por
una sociedad en la que nadie sabe dee padres, hijos y hermanos que no lo sean por
convención. La REPÚBLICA no sería la obra que es si dicho amante de la justicia no
fuera del tipo más extraordinario en el prácticamente más importante sentido de la
justicia. O para expresar esto de un modo que sea tal vez más fácil de entender hoy:
la REPÚBLICA es el análisis más amplio y más profundo de todos los tiempos del
idealismo político.
«SOBRE “LA REPÚBLICA” DE PLATÓN»; FRAGMENTO DE UNA CONFERENCIA
DE LEO STRAUSS, PUBLICADA EN “EL HOMBRE Y LA CIUDAD” (1964). ©Trad.
de Leonel LIVCHITS. © Ed. Katz: Buenos Aires, 2006; p. 180-182 y p. 183-184
[USO RESTRINGIDO].

"Entrevista a Rem Koolhaas" por Nathan Gardels



El pasado es demasiado pequeño para habitarlo




EI mundo tendrá diez mil millones de habitantes a mediados del próximo siglo; sólo en Asia habrá 50 megaciudades con más de 20 millones cada una. ¿Serán esas ciudades todas iguales, genéricas? ¿Cómo será la vida diaria en ellas? ¿La civilización urbana 11egará a su fin con el surgimiento de las megaciudades? De ello se ocupan dos de los arquitectos más importantes de nuestros días: el holandés Rem Koolhaas y el norteamericano Frank Gehry entrevistados por Nathan Gardels para New Perspectives Quarterly, con cuya autorización se reproducen aquí sus declaraciones.
Rem Koolhaas, autor de Delirious New York y S, M, L, XL, es el escritor sobre urbanismo más estimulante de nuestros días. Entre los muchos proyectos de la Oficina de Arquitectura Metropolitana, con sede en Rotterdam, está el gigantesco Centro de Convenciones de Lille, equidistante de Bruselas, París y Londres.

NATHAN GARDELS: Octavio Paz rechaza el término "posmoderno". Cree que hemos roto completamente con la modernidad y vivimos en "un tiempo sin medida, o tiempo puro". Quiere decir que la modernidad cambiaba a la tradición por el futuro. Y después del fracaso de la idea de progreso y del comunismo, tampoco tenemos fe en el futuro. Eso nos deja abandonados permanentemente en el efímero presente. No hay tampoco ruinas, ni utopía. Este tiempo puro tampoco es pesimista ni optimista. Es libre. Una tabula rasa.
De igual manera, excepto por el núcleo central de las ciudades europeas, las ciudades del planeta están convirtiéndose en una especie de "espacio puro" como Los Ángeles, liberada del cautiverio del centro tradicional y, así, de una identidad centrada. Su historia pasada importa poco a medida que se convierten en receptáculos de crecimiento desordenado desbordados de humanidad y cultura mundial. En este espacio puro del presente surge lo que usted llama la "Ciudad Genérica". Según dijo usted, Singapur, la ciudad genérica más exitosa es "una ecología de lo contemporáneo".
¿No dice usted en sus obras y escritos: "Asumamos esta tabula rasa y celebrémosla. Los lamentos por la ausencia de historia son un reflejo tedioso. No es deseable la presencia de la historia"?

REM KOOLHAAS: No. Nunca eliminaría voluntariamente la historia. Me gusta la historia. Lo que me disgusta es la manera en que se ha diagnosticado como causa de una flotante ansiedad colectiva la ausencia de historia, centro y lugar, al mismo tiempo que gran parte de la humanidad parece felizmente capaz de habitar la "novedad" que ha sido construida excavando en la tabula rasa. Navegar en la angustia por el pasado perdido -aún en Estados Unidos, devorados por la nostalgia en todos los niveles, desde los populistas hasta los más elitistas-nos cierra los ojos ante la emergencia incipiente de otro mundo, otra ciudad, otra manera de ser felices. De alguna manera no podemos imaginar que algo contemporáneo-hecho por nosotros-pueda contribuir a la identidad. Pero que el crecimiento humano sea exponencial implica que el pasado se volverá en algún momento demasiado pequeño para habitarlo y compartirlo con quienes estén vivos.
Además, de un modo angustiosamente sentimental y emocional, esta "otra manera" se rechaza sin más, como si apestara. No es nunca analizada, descrita o investigada. ¿Es la ciudad contemporánea como el aeropuerto contemporáneo-siempre igual? ¿Es posible teorizar esta convergencia? Y si fuera así, ¿a qué configuración última se aspira? La convergencia solo es posible al precio de cambiar de identidad. Suele verse como una pérdida. Pero ocurre a tal escala, que debe significar algo. ¿Cuáles son las desventajas de la identidad e, inversamente, las ventajas de la vaciedad? ¿Qué queda, una vez desechada la identidad? ¿Lo genérico?
Por eso, para hacer mi libro S, M, L, XL yo mismo voy a Singapur y trato de entenderla. Como ahí señalo, me encontré a los ocho años en un barco en el puerto de Singapur. No desembarcamos pero recuerdo el olor -dulce y podrido, las dos cosas hasta el agobio. El año pasado fui otra vez. El olor se había ido. Y Singapur se había ido, había sido desechada, reconstruida. Era una ciudad completamente nueva. Casi todo en Singapur tiene menos de 30 años; la ciudad representa la producción ideológica de las pasadas tres décadas en su forma pura, no contaminada de vestigios contextuales sobrevivientes. Está dirigida por un régimen que ha excluido el azar y el accidente. Hasta su naturaleza está totalmente rehecha. Es pura intención: Si hay caos, es un caos con autor; si hay fealdad, es fealdad diseñada; si es absurdo, es absurdo por voluntad.
Por cierto, no estoy de acuerdo con Octavio Paz cuando dice que hemos roto con la modernidad. Veo el presente como apoteosis convulsiva de la modernización. La visión posmoderna es esencialmente una forma de simplificación que desempeña un papel importante en la celebración de la modernización. Elimina la inquietud y la resistencia, es un lubricante para lo moderno.

N.G.: ¿La Ciudad Genérica empezó en Estados Unidos?

R.K.: ¿Es tan profundamente poco original que sólo puede ser importada? La Ciudad Genérica también existe ahora en Asia, Europa, Australia, África. El movimiento definitivo del campo y la agricultura a la ciudad no es un cambio a la ciudad como la conocemos: es un paso a la Ciudad Genérica, a una ciudad tan penetrante que ha llegado al campo.
Algunos continentes, como Asia, aspiran a la Ciudad Genérica; otros se avergüenzan de ella. Muchas Ciudades Genéricas son asiáticas, porque Asia tiende hacia lo tropical-convergiendo alrededor del ecuador, donde vive la mayor cantidad de gente. Un día, este producto que desecha la civilización occidental será de nuevo absolutamente exótico, a través de la resemantización que su misma diseminación despierta.

N.G.: Su actitud hacia Singapur parece ambivalente. Ha escrito que Singapur "es una ciudad sin cualidades", una "metrópolis Poteomkin". Pero no escatima su admiración al hablar de "la nueva norma que se sintetiza en Singapur: una dura desvergüenza confuciana, una especie de extremo poder de la eficiencia que impulsará la modernización asiática". El resto de Asia, donde habrá 50 megaciudades con más de 20 millones de habitantes cada una, quiere emular a Singapur, llevándolo a comentar que "dos millones de personas no pueden estar equivocadas."
Pareciera que Asia no tiene sino dos alternativas: la ordenada Singapur o las ciudades caóticas tipo Bladerunner que pueden vislumbrarse ya en Calcuta o en Shangai. ¿No es Singapur la ciudad asiática más preparada para entrar al siglo XXI?

R.K.: También se podría decir que Singapur es Bladerunner(una corporación). Y tampoco creo que sea el lugar más preparado para entrar en el siglo XXI. Es enteramente nueva y, al mismo tiempo, está increíblemente pasada de moda, en el sentido de que ha sido completamente planeada. Es lo contrario de lo flexible. Es una ciudad "real" donde los absolutos se han convertido en obstáculos. Es grave, y por lo mismo gravemente vulnerable, por definición, en su camino a la obsolecencia. Está construida para durar y así envejecerá.
Será viable mientras todos conozcan su lugar, pero no para siempre. Hace poco estuve en una isla en Tailandia y encontré un modelo aún más adelantado: un mínimo de electrónica y un mínimo de esencia-bambú, hojas de palma, hierro corrugado. El tubo fluorescente es el incremento mínimo de modernidad. Algunas veces dos restaurantes comparten una sola luz a través de interruptores puestos en palmeras, que de repente iluminan un claro en la jungla. Esta especie de "ligereza" parece muy capaz de lidiar con cualquier cosa que se presente en el siglo XXI.

N.G.: ¿Entonces, qué parecerá la ciudad asiática?

R.K.: Precisamente para encontrar respuestas a esta pregunta estoy trabajando en el "Proyecto sobre la ciudad" en Harvard, donde cada año investigamos miles de tesis interrelacionadas con un tema diferente. El tema de este año es el Delta del Río Perla, una región que incluye una gran diversidad de ciudades, algunas bien conocidas: Hong Kong, Macao, Guangzhou; otras, menos, como Shenzen, Zuhai y Dong Guang. Estamos tratando de extraer de nuestra investigación-que incluye arquitectura, infraestructura, paisaje, ideología, demografía-un nuevo aparato conceptual para discutir los nuevos fenómenos urbanos. Este conjunto de ciudades en el Delta del Río Perla está destinado a convertirse en una de las megaciudades del mundo. El área tiene ya más de 25 millones de habitantes.
Pero, ¿cómo llamamos a este grupo de ciudades, primero sin relación, cada una con su propia historia? Sugerimos el nombre de "La Ciudad de las Diferencias Exacerbadas". Es innegablemente una metrópolis futura, pero cada componente se define a sí misma en términos de su máxima diferencia de todas las demás. También las llamamos "Metrópolis bastardas" porque un componente es demasiado denso, una es una ciudad jardín, una es cara y por lo tanto otra, barata.
Debido a esto, probablemente, la ciudad asiática del futuro tendrá todas las condiciones dentro de su espacio -ligereza y pesadez, intensidad y dispersión, vivacidad y sosiego-más que una característica dominante. Si hay ventajas en una megaciudad, con una "inaguantable" demografía de 20_30 millones de habitantes, esa multiplicidad tiene que ser una de ellas.
Otro concepto que nos ayudará a definir las superficies de mañana es "Huida". Huida no es una ciudad, ni tampoco un paisaje, sino una condición post_urbana. Es obvio que el mundo de 2050, con sus 10 mil millones de personas, estará cubierto por una gran cantidad de Huida. Será la condición genérica penetrante, acentuada por un suceso aquí y allá, arquitectura posiblemente.

N.G.: Usted dijo "la calle está muerta". ¿Qué significa?

R.K.: La calle está muerta sobre todo porque parece que todas las ciudades nuevas son cada vez menos densas y cada vez más irregulares y dispersas. Pero la vitalidad de la calle depende de la densidad. De tiempo en tiempo parece que a la gente le gusta la densidad. Siente la necesidad, aparentemente, de algo agitado. Pero no demasiado. No todos los días. Lo interesante de "City Walk" [una calle principal artificial de tiendas, donde la gente compra y pasea] en la Ciudad Universal, en Los Ángeles, es que crea la densidad en una ciudad de crecimiento incontrolado. ¡Y es un éxito! Quiere decir que sólo los muertos pueden ser resucitados.

N.G.: ¿Qué piensa de la muy anunciada posibilidad de que el cyberespacio sea la nueva calle, la plaza de nuestras ciudades de crecimiento incontrolado, ciudades de aislamiento conectado, y los cyberpaseantes se paseen por la red como Baudelaire por París?

R.K.: Es verdad que la Red ha establecido una increíble comunidad agitada, unida y bullente. Es verdad que se puede ser un paseante en el cyberespacio. Pero, ¿puedes ser más que un paseante? Ya que la gente existe como cuerpo, tiene que "estacionarse" en algún lugar.
Quizá la riqueza tumultuosa del cyberespacio quiera decir algo sobre la manifiesta carestía, el minimalismo de la nueva condición urbana. Quizá la Ciudad Genérica triunfe porque el cyberespacio provea el exceso complementario. La Ciudad Genérica es lo que queda una vez que vastas secciones de vida urbana han cruzado más allá, al cyberespacio. Es un lugar de sensaciones débiles y diseminadas, de pocas y esparcidas emociones.
Pero soy y sigo siendo un arquitecto. Continuo apostando, por así decirlo, al continuo deseo de intercambio de cualquier clase. El punto ahora es si podemos imaginar híbridos del espacio real y del cyberespacio.

N.G.: ¿Las Ciudades Genéricas no serían redundantes, con la misma cultura mundial? ¿Mickey Mouse, Madonna y Baywatch se verán en todos lados? ¿Ciudades de "aburrimiento variado", como dijo Máximo Gorky de Coney Island? Aún así, al mismo tiempo, esas Ciudades Genéricas, tabula rasa, serán el hogar de La Raza Cósmica: un mosaico multicultural, completamente homogéneo.

R.K.: En cada uso horario, hay cuando menos tres representaciones de la comedia musical Cats. El mundo se diría rodeado por un anillo de Saturno de maullidos. Sí, creo que la "amenaza" de la homogeneidad se ha exagerado grotescamente. Para quienes tienen ojos es cada vez más evidente que la globalización implica, además, una explosión de diferencia. La Ciudad Genérica es, como usted sugiere, seriamente multirracial, con un promedio de un 8% de negros, 12% de blancos, 27% de hispánicos, 37% de chinos asiáticos, 6% indeterminado y 10% de otros.

N.G.: Grandes odas al comercio y las finanzas se elevan a los cielos en Kuala Lumpur y Shangai, que toman la delantera con los edificios más altos del mundo; en el Islam árabe se siguen construyendo mezquitas y monumentos para la fe y el martirio. Sin embargo, los arquitectos más interesantes de Occidente están construyendo catedrales de los grandes imperios del espectáculo. Usted construye para los Estudios Universal, y Frank Gehry, Michael Graves y Arata Isozaki para Disney. ¿Qué está pasando?

R.K.: Lo que hace diferente a los Estudios Universal de Disneylandia es que es un lugar de producción auténtica. Ahí se hacen películas y programas de televisión. También hay un lugar de consumo, el parque con un tema. City Walk es extraño, es un lugar de simulación que casi se ha vuelto auténtico. Así que no nos hemos entregado definitivamente a hacer catedrales. Tenemos que organizar y aprovechar al máximo el beneficio social de la coexistencia en un solo lugar de muchas realidades y condiciones, con un solo paisaje.

N.G.: Un crítico frances ha dicho que EuroDisney es un "Chernobyl cultural". ¿Puede un parque Disney ser un Chernobyl en Europa, pero no en América?

R.K.: EuroDisney puede ser considerado como un Chernobyl cultural sólo porque los europeos mismos lo rechazan en masa. Se han negado a tomar en serio el asunto de la cultura de masas, a pesar de la evidencia abrumadora de que el Beaujolais, el capuchino o el Coliseo Romano, han sido incapaces de evitarla. La cultura de masas es el secreto sucio del intelectual europeo. Aborrecen a las hordas que van allá, pero EuroDisney es la única institución que puede recibirlos con un mínimo de dignidad.
N.G.: Arata Isozaki dice que quiere construir "arquitectura sin ironía". Le gusta construir en Estados Unidos, dice, porque no hay ironía, distancia ni conflicto con el territorio ancestral. "Las ruinas son el sentimiento patético acerca de lo que se perdió", dice. ¿Su proyecto de los Estudios Universal es arquitectura sin ironía?

R.K.: ¿Puede alguien eludir la ironía hoy? En América hay grandes ironías, una de ellas es que una cultura que estaba a punto de ser novedad ha abandonado su papel en su desarrollo y nueva definición.
Lo que me importa, que podría ser el resultado de un "vuelo hacia atrás" colectivo, es que New York, que era, si algo, una ciudad real, una ciudad sin selección, sin moralidad exclusiva, está ahora expulsando, como en una especie de farsa bíblica, el sector completo del pecado. Una facción de gente de buen juicio ha causado la muerte de la Calle 42. Un último territorio del azar, la posibilidad y, lo más importante, la urbanidad -El Metropolitan-es eliminado en nombre de la rehabilitación y de Disney.
Por no entender las ciudades, la vida urbana, las mataremos. Y cuando estén muertas, nos retorceremos las manos y comenzaremos a darles respiración de boca a boca.

"CONSTRUIR LA CIUDAD GENÉRICA" por Francisco Jarauta




El debate sobre la arquitectura contemporánea ha dejado de ser hoy un debate autorreferencial. Si en las últimas décadas la discusión había quedado limitada al círculo de tiza de la discusión posmoderna – atenta principalmente a determinados experimentos formales y estéticos –, a partir de los ’90 los problemas son otros y la arquitectura hace suyos una serie de nuevos contextos políticos, sociales y culturales, próximos a los grandes cambios que definen y caracterizan nuestra época. Estos cambios son pensados desde una dimensión globalizada que, por una parte, ha permitido superar ciertos esquemas interpretativos y críticos, y, por otra, ha forzado a la arquitectura a plantearse nuevos problemas, más próximos a las condiciones derivadas de los cambios culturales del habitar humano.
El mapa que resulta de este cambio de posición es sorprendente.
La arquitectura ha pasado a ser en estos momentos uno de los laboratorios de análisis y discusión más activos con relación al debate contemporáneo sobre los grandes cambios civilizatorios que la humanidad está en proceso de realizar. Esta relación con la época atraviesa hoy en día dos frentes complementarios de cuestiones que en su articulación posibilitan un nuevo discurso y unas nuevas propuestas.
El primero de ellos tiene que ver con la emergencia de nuevos problemas, derivados principalmente del crecimiento de la población mundial y de su distribución urbana. Hemos asistido a lo largo del siglo XX a un cambio cualitativo de incalculables consecuencias. De los 1300 millones de habitantes de comienzos de siglo, se ha pasado a 5500 a finales del XX. De esta población, en 1900 sólo el 10% vivía en ciudades; en el 2000, la población urbana superaba el 50%, indicando esta tendencia un proceso irreversible que no es necesario comentar aquí, pero que anuncia una transformación radical del mapa urbano heredado del siglo XX. Sin entrar en más análisis, el factor demográfico ha sido uno de los agentes más importantes de la transformación del mundo contemporáneo. Una lectura detenida de los análisis de Paul Kennedy o del Global Urban Observatory nos permitiría situar este problema como la matriz más dinámica respecto a otros numerosos problemas que recorren por igual aspectos que tienen que ver con los flujos migratorios, la aparición de las nuevas grandes concentraciones urbanas, la depauperización de los sistemas de vida, la crisis de las identidades culturales. Bastaría recordar cómo de las 33 megapolis anunciadas para el 2015, 27 estarán situadas en los países menos desarrollados y de las cuales 19 estarán en Asia.
Este mapa humano, frente al que es difícil ser neutral, ha planteado nuevos y acuciantes interrogantes que la arquitectura contemporánea ha hecho suyos. En primer lugar, la ciudad ha pasado a ser uno de los problemas centrales de la discusión, convirtiéndolo en el espacio que mejor articula todas las variantes culturales, sociales, antropológicas con las que la arquitectura dialoga. En él convergen procesos complementarios que deciden la urgencia de un repensamiento.
Por una parte, en un proceso de desterritorialización progresiva de lo político, la ciudad pasa a ser el lugar más real políticamente hablando. La abstracción creciente que afecta a los sistemas de representación política, inscritos en la tendencia a una cada día más fuerte globalización, la defensa de lo local como espacio y marco de identificación básica adquiere una dimensión nueva que puede concretarse en todas aquellas dimensiones que definen social y culturalmente el proyecto de una sociedad determinada. Este espacio coincide con el territorio de lo local, llámese ciudad, región, etc. Pero de todas estas variantes, es la ciudad la que define mejor la particularidad específica de las formas de habitar. Nace así una complejidad nueva que, en la tensión global/local, se decanta hacia la defensa de aquellos sistemas de representación capaces de actuar como referentes funcionales de lo social, cultural y político. En la ciudad se proyecta, se construye el espacio social, se intercambian aquellos sistemas simbólicos que desde la apropiación individual hace posible una identidad cultural básica transitoria.
Pero, al mismo tiempo, la ciudad se ha convertido en el espacio por excelencia de representación y expresión de las nuevas tensiones sociales, culturales, políticas del mundo contemporáneo. Paradójicamente, a la variante primera que la convertía en el espacio más real políticamente hablando, le acompaña el efecto derivado de una nueva complejidad que problematiza el aparente efecto identitario que se le había atribuido. La ciudad es cada vez más el escenario de derivas y flujos, de encuentros y fugas producidos en el territorio que articula los sujetos que la recorren, sus formas de vida, sus necesidades y ansiedades. Las marcas, las señales de diferenciación e identidad o reconocimiento constituyen una economía de lo simbólico que Richard Sennet o Paul Virilio han identificado en su dimensión funcional. Son ellas las que articulan el difícil equilibrio – cada ve z más frágil – de las nuevas complejidades sociales.
Surge así un nuevo territorio urbano que Rem Koolhaas ha definido como la ciudad genérica. Escenario de la nueva complejidad, se constituye en la forma urbana que transforma los esquemas de la ciudad histórica, su memoria y fuerza simbólica, para desplazarse hacia el lugar neutro de coexistencia de grupos sociales, culturas, géneros, lenguas, religiones… diferentes. La ciudad genérica pasa a ser el nuevo laboratorio de relaciones, miradas, tolerancias, reconocimientos que confrontan directamente el modelo heredado de la antigua ciudad, dominada por la memoria de un tiempo sobre el que se construía la historia de una identidad. El nuevo cuerpo social – como escribiera Foucault – se presenta desde las marcas de diferencias múltiples, reunidas apenas en el provisional y frágil modelo de las nuevas relaciones sociales. No se trata de una identidad construida desde el segmento dominante de los tiempos comunes, sino desde la interferencia de tiempos y voces, memorias y narraciones diferentes.
Pero, al mismo tiempo, la ciudad genérica, que se construye de acuerdo a la lógica de la expansión y acumulación, representa otro modelo de concebir y mostrar la ciudad. Al debilitamiento de una identidad dominante, le sigue la producción de una estructura urbana radial y periférica, que Pierre Bourdieu ha analizado detenidamente entendiéndola como el lugar de representación negada de lo social. La ciudad genérica produce un nuevo ser social, construido desde la materia híbrida de las diferencias, de las ausencias forzadas por la distancia del lugar de origen, de su voz suspendida, de la mirada extraviada. Este nuevo ser social irrumpe en la ciudad genérica descentrando su
sistema simbólico de poder, aquel que nombra y legitima los nombres y ritos de la historia hegemónica.
Habitar la ciudad genérica conlleva situarse en el espacio abierto de las estructuras difusas que generan los flujos humano s que recorren la ciudad. Este nuevo territorio constituye hoy un desafío creciente al trabajo de proyección y urbanización que la arquitectura tiene que resolver. Los referentes desde los que pensar las respuestas están ahora condicionados tanto por las complejidades nuevas como por las posibilidades de respuesta definidas a partir de las nuevas tecnologías. Es este nuevo lugar, en el que de alguna forma convergen los problemas y las disponibilidades técnicas, el que hace que el trabajo de la arquitectura se enfrente hoy a nuevas respuestas. Posiblemente lo que ha quedado atrás es una tradición difícil de restaurar y que hallaba en los principios del humanismo las referencias programáticas para pensar el proyecto. Hoy todo ha cambiado y proyectar tiene que ver con la necesidad de interpretación y decisión política sobre el territorio emerge nte del mundo.
Pero entre las ideas y los hechos se abre, de nuevo, la grieta de los usos y olvidos. Cuantas veces regresamos a una nueva lectura de los ideales de la arquitectura del siglo XX, hasta la crisis del movimiento moderno, llegamos a pensar que su dificultad, por no decir fracaso, fue no haber logrado ser una eficaz herramienta para la construcción de formas políticas democráticas o teorías de la igualdad social, tal como Georges Bataille señalara ya en algunos de sus escritos del Collège de Sociologie. La ciudad, el proyecto, fueron siempre pensados desde la necesidad, no de la forma o el canon, sino desde la propia noción de libertad. Es acertadísima la opinión de Jeffrey Kipnis al insistir en la pertinencia de considerar el valor social y cultural de la libertad como una de las metas de la arquitectura, una meta siempre comprometida en el conflicto entre lo individual y lo colectivo; una abstracción que se discute sin posibilidad de resolución por teorías políticas y filosóficas, pero que se halla en la base de toda forma de civilización. No en vano, habría que volver a pensar la democracia como una forma política y su construcción como el trabajo central de un sujeto que sume la compleja determinación de las formas de vida entendidas en su sentido más amplio.
Desde esta perspectiva, la arquitectura incide de manera directa en el territorio culturalmente determinado, pensando, decidiendo el posible sistema de formas que definen el proyecto. Pero éste debe pensar inevitablemente la tensión de aquel territorio para hacer posibles libertades provisionales en situaciones concretas, libertades como las experiencias, como las sensaciones o como aquellos efectos que acompañan la experiencia. Esta frontera que recorre los extremos de la libertad como princ ipio social, fue el territorio preferido de quienes coincidieron en la International Situacionista a finales de los años ’50. Su lucha por la conquista de la libertad en el marco privilegiado de la ciudad, pensado como el lugar natural de los conflictos socio-políticos y de los nuevos cambios sociales. Desde la dérive de Guy Debord (entendida como una técnica de tránsito fugaz a través de situaciones cambiantes) al proyecto New Babylon de Constant, crecieron una amplia serie de ideas y proyectos cuya intenc ión principal no era otra que la de construir espacios abiertos para sujetos nómadas, cuya forma de vida siempre transitoria iba definiéndose de acuerdo a la lógica de los acontecimientos, tal como sugeriría más tarde la Walking City, proyecto realizado por Archigram en 1963.
Al igual que los componentes del movimiento Arquitectura radical, que entre 1965 y 1975 cuestionan el modelo de sociedad industrial y sus proyectos urbanos, tal como venían desarrollándose en los años ’60 en Europa. Andrea Branzi daba de ella una primera interpretación: «La arquitectura radical se sitúa en el interior de un movimiento más amplio de liberación del hombre de las tendencias de la cultura contemporánea, liberación individual entendida como rechazo de todos los parámetros formales y morales que, actuando como estructuras inhibitorias, dificultan la realización plena del individuo. En este sentido, el término “arquitectura radical” indica más que un movimiento unitario, un lugar cultural. En efecto, este lugar cultural remitía al amplio debate de ideas que recorre de forma plural las diferentes disciplinas que orientaban la construcción de una civilización industrial, base de la actual. Frente a ella se afirmaban dos dispositivos complementarios: uno, dominado por la crítica de las formas y legitimaciones que acompañaban a la instrumentalización del movimiento moderno, prisionero de aplicaciones y utilidades; otro, la búsqueda de nuevos procedimientos para construir nuevos territorios sobre los que reinventar el orden de lo cotidiano. Tanto en un aspecto como en otro coinciden unos y otros al hacer suya la crítica de una ideología de la forma, de un positivismo de la función y de la mecanización, causas principales de un proceso creciente de abstracción y homologación que dejaba la puerta abierta al abandono de las condiciones humanas del proyecto. Este conflicto entre privado y público, entre individuo y sociedad, que ya había sido planteado por los situacionistas, volvía ahora con nuevos argumentos y proyectos, enmarcado en un contexto cultural y político nuevo.
Se trataba de una crítica que ya a partir de los años ’50 recorría por igual los planteamientos del arte y la arquitectura, situados entonces en una distancia crítica que interpelará por igual los principios del movimiento moderno y de las vanguardias históricas, los nuevos humanismos o las ilusiones del socialismo utópico. Era necesario ir más allá de las confrontaciones estériles y abrir la cultura del proyecto a otros mterritorios, tal como los situacionistas habían int erpretado. Lo que estaba en juego era la defensa de un nuevo uso social de la cultura frente al proyecto global de una nueva interpretación de lo moderno. En 1968 Archigram definía así las ideas centrales de su
trabajo: «Para los arquitectos la cuestión es saber si la arquitectura participa en la emancipación del hombre o si se opone a ella al fingir un tipo de vida establecido de acuerdo a las tendencias actuales». En realidad, se trataba de planes y proyectos nuevos, de gestos liberadores frente a una situación definida a partir de los principios del movimiento moderno.
Frente a una realidad construida desde presupuestos que el movimiento moderno terminaba por legitimar, se abría un nuevo espacio utópico en el que era pensable otra historia, otra ciudad, otra forma de habitar. La tensión utópica que había atravesado las vanguardias volvía ahora en el marco crítico y radical de quienes pensaban que la arquitectura se hace con ideas y que es el pensamiento el que define las formas del espacio y la experiencia. Posiblemente lo que ellos proyectaban eran sólo sueños que, en última instancia, son la narración de un deseo que insiste y lucha contra la fatalidad; pero eran los sueños que animaron la idea de una sociedad utópica más allá de las condiciones que la época había hecho suyas.
Una mirada hacia los experimentos de los años ’60, a los que nos hemos referido aquí, cobra mayor actualidad si se piensa, como ya dijimos antes, que la arquitectura contemporánea es uno de los espacios en los que de forma más directa inciden los interrogantes acerca de la nueva civilización. Se trata, de nuevo, de definir los nuevos espacios, las nuevas ciudades, las nuevas formas de habitar, sabiendo que en esta decisión se juega una parte del destino humano, esa pequeña y gran historia que los radicales de los años ’60 eligieron como experimento y proyecto propio.
Quizá sea debido a esta ansiedad e insatisfacción o al efecto de una conciencia crítica que se ampara en el deseo de repensar la tensión y competencias que un cierto pensamiento moderno ha atribuido a la arquitectura, que una y otra vez vuelve a ser citada la breve y tajante constatación de Mies van der Rohe, escrita para el programa de la Exposición de Construcción, celebrada en Berlín en 1930 y publicada un año después en el número 7 de Die Form: «La vivienda de nuestro tiempo todavía no existe. Sin embargo, la transformación del modo de vida exige su realización». Al final, de una de las décadas más tensas y dramáticas del siglo, el joven Mies establece una relación de observación sobre los hechos – “la vivienda de nuestro tiempo no existe” –, para, contra los hechos, afirmar éticamente la exigencia de su realización. Será “la transformación del modo de vida” quien, en última instancia, precipite y afirme su existencia. Una transformación inexorable que viene decidida desde las condiciones de una historia sometida, comentará Walter Benjamín, a “los extraños vientos de lo nuevo”.
Apenas unos años más tare, Le Corbusier volvía a interrogar las condiciones del hombre moderno, su forma de habitar: «Los hombres están mal alojados. Y está en marcha un error irreparable. La casa del hombre que no es cárcel ni espejismo, la casa edificada y la casa espiritual, ¿dónde se encuentra, dónde puede verse? En ningún lado o casi en ningún lado. Es preciso, por tanto, romper el juego con toda urgencia y ponerse a construir para el hombre». La arquitectura no tiene otra razón de ser que la de construir para el hombre, una dialéctica compleja que recorre en zig- zag la historia de las ideas y los mapas del mundo. Una historia que se reescribe continuamente para
emerger de acuerdo a lógicas no establecidas y que ninguna respuesta consigue inicialmente reconducir. Lo importante es la disposición que reúne el pensar, el construir, el habitar. Construir, habitar, pensar (Bauen Wohnen Denken) era el título de la conferencia pronunciada por Martín Heidegger el 5 de agosto de 1951 en el marco de las Darmstädter Gespräche. La intención heideggeriana no era otra que la de abrir una reflexión sobre el proyecto de una reconstrucción que, después de la catástrofe de la guerra, hiciera posible “habitar el mundo”. Él, siempre cercano a Platón, había hecho suya la afirmación de la Carta VII, que definía como tarea de toda filosofía la de “salvar la polis”. Dejando a los diferentes momentos de la historia definir y concretar qué se entiende pro “salvar” y qué por “polis”, lo importante aquí es volver a pensar la relación interna que rige la idea del habitar y su construcción. Toda cultura del proyecto recorre la tensión de un afuera que la historia transforma y el lugar de un pensamiento que imagina y construye la polis. Queda abierta la posibilidad de qué tipo de construcción y si ésta terminará decidiéndose en una Blurring Architecture que recorre los límites dominados por las sombras, como sugiere Toyo Ito. Un lugar, como el de nuestra época, que hace necesarias y urgentes una reflexión y la correspondiente decisión sobre las nuevas condiciones civilizatorias.

"LA CIUDAD GENÉRICA" por Rem Koolhaas


Traducción y adaptación [1]: Gustavo Crembil + Gisela Di Marco


En 1994, a través del siguiente texto, Koolhaas presento una extensa y precisa descripción (y justificación) del urbanismo cínico y pragmático de la década de los 90's. La [post] ciudad de este mundo urbanizado, ya no es el espacio del flaneur como la ciudad moderna, si no un estado mental, sedado y sedentario que percibimos a través del vidrio del departamento, del automóvil, o del monitor.



1. INTRODUCCIÓN

1.1. ¿La ciudad contemporánea es como el aeropuerto contemporáneo -"todos iguales"? ¿Es posible teorizar esta convergencia? ¿Y si es así, a qué configuración final se está aspirando? La convergencia sólo es posible a costa de despojarse de la identidad. Generalmente eso se ve como una pérdida. Pero a la escala en la que ocurre, debe significar algo. ¿Cuáles son las desventajas de la identidad, y a la inversa, cuáles son las ventajas de la inexpresividad [blankness]? ¿Y si esta homogeneización aparentemente accidental -y usualmente lamentada- fuese un proceso intencional, un movimiento consciente alejándose de la diferencia hacia la semejanza? ¿Y si estamos siendo testigos de un movimiento global de liberación "¡abajo el carácter! [lo típico, lo característico]"? ¿Qué queda después de que se ha despojado de la identidad? ¿Lo Genérico?

1.2. Dado que la identidad es derivada de la sustancia física, de lo histórico, del contexto, de lo real, en cierto modo no podemos imaginarnos que algo contemporáneo -hecho por nosotros- contribuya a ella. Pero el hecho de que el crecimiento humano sea exponencial implica que el pasado en un cierto punto se volverá demasiado "pequeño" para ser habitado y compartido por aquellos [que están] vivos. Nosotros mismos lo agotamos. Hasta tanto la historia encuentre su depósito en la arquitectura, inevitablemente las cantidades humanas actuales reventarán y reducirán la substancia previa. La identidad concebida como esta forma de compartir el pasado es una propuesta destinada al fracaso: no sólo hay -en un modelo estable de continua expansión de la población- proporcionalmente cada vez menos que compartir, sino que la historia también tiene una ingrata vida a medias -como se abusa más de ella, se vuelve menos significativa- al punto que sus derogatorios panfletos se tornan insultantes. Esta disolución es exacerbada por la masa de turistas en constante aumento, una avalancha que, en una búsqueda perpetua de "carácter", va moliendo las identidades exitosas [hasta convertirlas] en un polvillo insignificante.

1.3. La identidad es como una trampa para ratones en la que más y más ratones tienen que compartir la carnada original, y que, inspeccionada más de cerca, puede haber estado vacía desde hace siglos. Cuanto más fuerte es la identidad, más encarcela, más resiste la expansión, la interpretación, la renovación, la contradicción. La identidad se vuelve como un faro -fijo, sobredeterminado: puede cambiar su posición o patrón que emite solamente a costa de desestabilizar la navegación. (París sólo puede volverse más parisina -ya está en camino de convertirse en hiper-París, una pulida caricatura. Hay excepciones: Londres -su única identidad [es] una carencia de identidad clara- está perpetuamente volviéndose aun menos Londres, más abierta, menos estática.)

1.4. La identidad centraliza; insiste en una esencia, un punto. Su tragedia se da en simples términos geométricos. Mientras la esfera de influencia se expande, el área caracterizada por el centro se vuelve más y más grande, diluyendo desesperanzadamente tanto la fuerza como la autoridad del núcleo [core]; inevitablemente, la distancia entre el centro y la circunferencia se incrementa hasta el punto de ruptura. En esta perspectiva, el reciente y tardío descubrimiento de la periferia como una zona de valor potencial -una especie de condición prehistórica que podría finalmente ser digna de la atención arquitectónica- sólo es una disimulada insistencia sobre la prioridad y dependencia del centro: sin centro, no hay periferia; el interés en el primero presumiblemente compensa por el vacío del último. Conceptualmente huérfana, la condición de la periferia empeora por el hecho de que su madre todavía está viva, robándose el show, acentuando las deficiencias de la cría. Los últimas vibraciones que emanan del exhausto centro impiden la lectura de la periferia como una masa crítica. No sólo el centro es, por definición, demasiado pequeño para realizar sus tareas [obligations] asignadas, tampoco es más el centro real sino un espejismo marchito camino a la implosión; aun así, su presencia ilusoria deniega al resto de la ciudad su legitimidad. (Manhattan denigra como "gente de puente y túnel" a aquellos que necesitan apoyo infraestructural para entrar en la ciudad, y les hace pagar por ello.) La persistencia de la actual obsesión concéntrica nos hace a todos gente de puente y túnel, ciudadanos de segunda clase en nuestra propia civilización, privados de ciudadanía [disenfranchised] por la muda coincidencia de nuestro colectivo exilio del centro.

1.5. En nuestra programación concéntrica (el autor pasó parte de su juventud en Amsterdam, la ciudad de la última centralidad) la insistencia en el centro como el núcleo del valor y el significado, fuente de toda significación, es doblemente destructiva -no sólo el volumen siempre en aumento de las dependencias es a fin de cuentas una tensión intolerable, supone también que el centro tiene que ser constantemente mantenido, es decir, modernizado. Como "el lugar más importante", paradójicamente tiene que ser, al mismo tiempo, el más viejo y el más nuevo, el más fijo [estático] y el más dinámico; soporta la adaptación más intensa y más constante, la cual luego se ve comprometida y complicada por el hecho de que tiene que ser una transformación inadvertida, invisible al ojo desnudo. (La ciudad de Zurich ha encontrado la solución más radical y costosa en la vuelta a una suerte de arqueología en reversa: capa sobre capa de nuevas modernidades [modernities] -shopping centers, estacionamientos, bancos, bóvedas, laboratorios- se construyen debajo del centro. El centro ya no se amplía hacia fuera o hacia el cielo, sino hacia el interior, hacia el centro de la tierra misma.) Del injerto de más o menos discretas arterias de tráfico, circunvalaciones, túneles subterráneos y la construcción de cada vez más tangenciales, a la transformación de rutina de viviendas en oficinas, almacenes en lofts, iglesias abandonadas en nightclubs; de las bancarrotas en serie y las subsiguientes reinauguraciones de unidades específicas en recintos de compras cada vez más costosos, a la implacable conversión del espacio utilitario en espacio "público", la peatonalización, la creación de parques nuevos, plantando, conectando [bridging], exponiendo la restauración sistemática de la mediocridad histórica, toda autenticidad es implacablemente evacuada.

1.6. La Ciudad Genérica es la ciudad liberada del cautiverio del centro, de la camisa de fuerza de la identidad. La Ciudad Genérica rompe con este destructivo ciclo de dependencia: no es nada sino un reflejo de la actual necesidad y la actual habilidad. Es la ciudad sin historia. Es suficientemente grande como para todos. Es fácil [easy]. No necesita mantenimiento. Si se torna demasiado pequeña simplemente se expande. Si se torna vieja simplemente se autodestruye y se renueva. Es interesante -o no interesante- en todas partes por igual. Es "superficial" -como un estudio de Hollywood, puede producir una nueva identidad cada lunes por la mañana.

2. ESTADÍSTICAS

2.1. La Ciudad Genérica ha crecido dramáticamente durante las últimas décadas. No sólo se ha incrementado su tamaño, sus números también lo han hecho. A comienzos de los setenta fue habitada por un promedio de 2,5 millones de residentes oficiales (y mas de 500.000 no oficiales); ahora se mantiene alrededor de la marca de los 15 millones.

2.2. ¿La Ciudad Genérica comenzó en América? ¿Es tan profundamente no original [unoriginal] que sólo puede ser importada? En cualquier caso, la Ciudad Genérica ahora también existe en Asia, Europa, Australia, África. El definitivo movimiento alejándose del campo, de la agricultura, hacia la ciudad no es un movimiento hacia la ciudad como el que conocíamos: es una mudanza a la Ciudad Genérica, la ciudad tan extendida que ha llegado al campo.

2.3. Algunos continentes, como Asia, aspiran a la Ciudad Genérica; otros se avergüenzan de ella. Porque tiende hacia lo tropical -convergiendo en torno al Ecuador-, una gran proporción de las Ciudades Genéricas es asiática -aparentemente una contradicción de términos: lo sobre-familiar [over-familiar] habitado por lo inescrutable. Un día, este producto desechado de la civilización occidental será absolutamente exótico otra vez, a través de la resemantización que su misma diseminación trae en su estela.

2.4. A veces una singular ciudad vieja, como Barcelona, al sobresimplificar su identidad se vuelve Genérica. Se vuelve transparente, como un logo. Lo contrario nunca sucede... por lo menos no todavía.

3. GENERAL

3.1. La Ciudad Genérica es lo que queda después de que grandes secciones de la vida urbana se cruzaron en el Ciberespacio. Es un lugar de sensaciones débiles y distendidas, pocas emociones y alejadas entre sí, discreto y misterioso como un gran espacio iluminado por un velador. Comparada con la ciudad clásica, la Ciudad Genérica es sedada, percibida usualmente desde una posición sedentaria. En lugar de concentración -presencia simultánea-, en la Ciudad Genérica los "momentos" individuales están muy espaciados entre sí para crear un trance de experiencias estéticas casi inadvertibles: las variaciones de color en la iluminación fluorescente de un edificio de oficinas momentos antes de la puesta del sol, las sutilezas de los blancos ligeramente diferentes de un cartel iluminado en la noche. Como comida japonesa, las sensaciones pueden ser reconstituidas e intensificadas en la mente, o no -simplemente se pueden ignorar. (Hay una opción.) Esta carencia generalizada de urgencia e insistencia actúa como una droga potente; induce una alucinación de lo normal.

3.2. En una reversión [reversal] drástica de lo que supuestamente es la principal característica de la ciudad -"los negocios [business]"-, la sensación dominante de la Ciudad Genérica es una calma espeluznante: cuanto más calma es, más se apr

ma al estado puro. La Ciudad Genérica se refiere a los "males" que se atribuyeron a la ciudad tradicional antes de que nuestro amor por ella se volviera incondicional. La serenidad de la Ciudad Genérica se alcanza a través de la evacuación de la esfera pública, como en un simulacro de emergencia de incendio. El plano urbano ahora sólo acoge el movimiento necesario, fundamentalmente el auto; las carreteras son una versión superior de los bulevares y las plazas, tomando más y más espacio; su diseño, aparentemente aspirando a la eficiencia automovilística, es de hecho sorprendentemente sensual, una pretensión utilitaria que introduce el dominio del espacio liso [smooth space] [2]. Lo que es nuevo en este campo público locomotor es que no puede ser medido en dimensiones. El mismo tramo (digamos, unas diez millas) rinde un número vasto de experiencias completamente diferentes: puede durar cinco minutos o cuarenta; puede ser compartido con casi nadie, o con la población entera; puede producir el placer absoluto de la pura velocidad no-adulterada -hasta qué punto la sensación de la Ciudad Genérica puede incluso volverse más intensa o por lo menos adquirir densidad- o momentos completamente claustrofóbicos de detenimiento [stoppage]- hasta qué punto la delgadez [thinness] de la Ciudad Genérica está [en lo] más evidente de ella.

3.3. La Ciudad Genérica es fractal, una repetición sin fin del mismo módulo estructural simple; es posible reconstruirla desde su entidad más pequeña, una desktop computer [computadora de escritorio], quizá incluso desde un diskette.

3.4. Los Campos de golf son todo lo que queda de alteridad [lo otro].

3.5. La Ciudad Genérica tiene números de teléfono fáciles, no los duros ejercicios de flexión del lóbulo-frontal de diez cifras de la ciudad tradicional, sino versiones más fluidas, sus números del medio idénticos, por ejemplo.

3.6. Su atractivo principal es su anomia.

4. AEROPUERTO

4.1. Antes manifestaciones de la última neutralidad, los aeropuertos están ahora entre los elementos característicos más singulares de la Ciudad Genérica, su vehículo más fuerte de diferenciación. Tienen que serlo, siendo todo lo que la persona promedio tiende a experimentar de una ciudad particular. Como una drástica muestra de perfume, los fotomurales, la vegetación, los trajes locales dan un primer soplo concentrado de la identidad local (a veces es también el último). Lejano, confortable, exótico, polar, regional, del Este, rústico, nuevo, incluso "sin descubrir": ésos son los registros emocionales invocados. Así cargados conceptualmente, los aeropuertos se convierten en signos emblemáticos estampados en el inconsciente colectivo global en las manipulaciones salvajes de sus atractores no atávicos -las compras tax-free [libres de impuestos], las cualidades espaciales espectaculares, la frecuencia y confiabilidad de sus conexiones a otros aeropuertos. En términos de su iconografía/performance, el aeropuerto es un concentrado de lo hiper-local y lo hiper-global -hiper-global en el sentido de que puedes conseguir allí mercancías que incluso no están disponibles en la ciudad, hiper-local en el sentido que puedes conseguir allí las cosas que no consigues en ninguna otra parte.

4.2. La tendencia en gestalt [3] de aeropuertos es hacia una autonomía cada vez más grande: incluso a veces prácticamente no tienen relación con una Ciudad Genérica específica. Volviéndose más y más grandes, equipados con más y más instalaciones [facilities] sin relación con el viajar, van en camino a reemplazar a la ciudad. La condición de en-tránsito se está volviendo universal. Juntos, los aeropuertos contienen poblaciones de millones -además de la más grande planta diaria de empleados [workforce]. Por lo completo de sus instalaciones, son como quarters [distritos] de la Ciudad Genérica, incluso a veces su razón de ser (¿su centro?), con el atractivo agregado de ser sistemas herméticos de los cuales no hay escape -excepto a otro aeropuerto.

4.3. El fecha/edad de la Ciudad Genérica se puede reconstruir a partir de una lectura minuciosa de su geometría de aeropuerto. Planta hexagonal (penta o heptagonal en casos excepcionales): años sesenta. Planta y sección ortogonal: setenta. Ciudad Collage: ochenta. Una sola sección curvada, extrudida infinitamente en una planta linear: probablemente noventa. (Su estructura ramificándose como un roble: Alemania.)

4.4. Los aeropuertos vienen en dos tamaños: demasiado grande y demasiado pequeño. Aun así su tamaño no tiene ninguna influencia en su funcionamiento. Esto sugiere que el aspecto más intrigante de todas las infraestructuras es su elasticidad esencial. Calculados con exactitud para lo numerado -pasajeros por año- son invadidos por lo innumerable y sobreviven, exigidos [stretched] hasta la última indeterminancia [indeterminacy].

5. POBLACIÓN

5.1. La Ciudad Genérica es multirracial en serio; en promedio 8% negro, 12% blanco, 27% Hispano, 37% Chino/Asiático, 6% indeterminado, 10% otros. No solamente multirracial, también multicultural. Eso es por lo que no es ninguna sorpresa ver templos entre las placas [slabs], dragones en los bulevares principales, Budas en el CDB (distrito central de negocios [central business district]).

5.2. La Ciudad Genérica siempre es fundada por gente en movimiento, prestos a seguir moviéndose. Esto explica la insubstancialidad de sus cimientos. Como las grumos [flakes] que se forman repentinamente en un líquido claro al juntar dos sustancias químicas, para acumularse eventualmente en un incierto montón en el fondo, la colisión o confluencia de dos migraciones -por ejemplo, emigrados cubanos que van hacia el norte y jubilados judíos que van hacia sur, ambos, a fin de cuentas, camino a algún otro lugar -establece, de la nada, un asentamiento. Una Ciudad Genérica ha nacido.

6. URBANISMO

6.1. La gran originalidad de la Ciudad Genérica es simplemente abandonar lo que no funciona -aquello que ha sobrevivido a su uso- para romper el techo [blacktop] del idealismo con los martillos perforadores del realismo y aceptar lo que sea que crezca en su lugar. En ese sentido, la Ciudad Genérica acoge tanto a lo primordial como a lo futurístico -en realidad, sólo estos dos. La Ciudad Genérica es todo lo que queda de lo que la ciudad solía ser. La Ciudad Genérica es la post-ciudad que se está preparando en el sitio de la ex-ciudad.

6.2. La Ciudad Genérica se mantiene unida, no por una esfera pública sobrexigente -progresivamente degradada en una secuencia sorprendentemente larga, en la que el Foro Romano es al ágora griego lo que el shopping mall [centro comercial] es a la calle principal- sino por lo residual. En el modelo original de los modernos, lo residual era simplemente verde, su controlada pulcritud una moralizadora afirmación de las buenas intenciones, desalentadora asociación, uso. En la Ciudad Genérica, porque la corteza de su civilización es tan delgada, y a través de su tropicalidad inmanente, lo vegetal es transformado en Residuo Edénico, el portador principal de su identidad: un híbrido de política y paisaje. Al mismo tiempo refugio de lo ilegal, lo incontrolable, y sujeto de manipulación infinita, representa un triunfo simultáneo de lo estilizado [manicured] y lo primitivo. Su inmoral exuberancia compensa por las otras pobrezas de la Ciudad Genérica. Totalmente inorgánica, lo orgánico es el mito genérico más potente de la Ciudad Genérica.

6.3. La calle ha muerto. Ese descubrimiento ha coincidido con frenéticos intentos de resucitación. El arte público está en todas partes -como si dos muertes hicieran una vida. La peatonalización -pensada para preservar- meramente canaliza el flujo de aquellos condenados a destruir con sus pies el objeto de su pretendida reverencia.

6.4. La Ciudad Genérica va en camino desde la horizontalidad a la verticalidad. El rascacielos parece que fuera a ser la tipología final y definitiva. Se ha tragado todo lo demás. Puede existir en cualquier lugar: en un campo de arroz, o en el downtown [centro de la ciudad]- ya no hace diferencia alguna. Las torres ya no están juntas; están espaciadas de modo que no interactúan. Densidad en aislamiento es el ideal.

6.5. La vivienda no es un problema. O se ha solucionado completamente o se ha abandonado totalmente a su suerte; en el primer caso es legal, en el segundo "ilegal"; en el primer caso, torres o, generalmente, placas (cuanto mucho, de 15 metros de profundidad); en el segundo (en perfecta complementariedad), una corteza de casuchas improvisadas. Una solución consume el cielo, la otra el suelo. Es extraño que aquellos con menos dinero habiten el commodity [artículo] más costoso -la tierra; quienes pagan, lo que es gratis -el aire. En cualquier caso, la vivienda demuestra ser sorprendentemente adaptable [accommodating] -no sólo la población se duplica cada tantos años, sino también, con el relajamiento del dominio [grip] de las diversas religiones, el número medio de inquilinos por unidad se reduce a la mitad -a través del divorcio y otros fenómenos que dividen a la familia- con la misma frecuencia que la población de la ciudad se duplica; mientras sus números se inflan, la densidad de la Ciudad Genérica está perpetuamente en disminución.

6.6. Todas las Ciudades Genéricas surgen de la tabula rasa; si no había nada, ahora ellas están allí; si había algo, lo reemplazaron. Deben hacerlo, de lo contrario serían históricas.

6.7. El Cityscape [Paisaje Urbano] Genérico es usualmente una amalgama de secciones excesivamente ordenadas -que datan desde casi el principio de su desarrollo, cuando "el poder" aún no se había diluido- y de disposiciones [arrangements] cada vez más libres en todas los otros sectores.

6.8. La Ciudad Genérica es la apoteosis del concepto de multiple-choice [opción múltiple]: todas las casillas cruzadas [marcadas], una antología de todas las opciones. La Ciudad Genérica ha sido usualmente "planificada"; no en el sentido habitual de una cierta organización burocrática que controla su desarrollo, sino como si diversos ecos, esporas, tropos, semillas cayeran en la tierra al azar como en la naturaleza, se arraigaran -explotando la fertilidad natural del terreno- y ahora formaran un ensamble [conjunto]: una pileta arbitraria de genes que a veces produce resultados asombrosos.

6.9. La escritura de la ciudad puede ser indescifrable, defectuosa, pero eso no significa que no haya escritura; simplemente puede ser que desarrollamos un nuevo analfabetismo, una nueva ceguera. La detección paciente revela los temas, partículas, filamentos que pueden ser aislados de la aparente turbiedad de esta ur-soup [3] wagneriana : notas dejadas en una pizarra hace 50 años por un genio de visita, reportes multicopiados [stenciles] de la O.N.U. que se desintegran en su silo de cristal de Manhattan, descubrimientos de antiguos pensadores coloniales con buen ojo para el clima, impredecibles rebotes de la enseñanza del diseño [design education] fortaleciéndose como un proceso de lavado [laundering] global.

6.10. La mejor definición de la estética de la Ciudad Genérica es "free style" [estilo libre] ¿Cómo describirla? Imagina un espacio abierto, un claro en el bosque, una ciudad nivelada. Hay tres elementos: caminos, edificios, y naturaleza; coexisten en relaciones flexibles, aparentemente sin razón, en [una] diversidad organizacional espectacular. Cualquiera de los tres puede dominar: a veces se pierde el "camino" - para encontrarte deambulando en un desvío incomprensible; algunas veces no ves ningún edificio, solamente naturaleza; luego, de modo igualmente imprevisible, estás rodeado sólo por edificio. En ciertos puntos espantosos, los tres están ausentes simultáneamente. En estos "sitios" (en realidad, ¿que es lo opuesto de un sitio? Son como agujeros taladrados a través del concepto de ciudad) el arte público emerge como el monstruo del Lago Ness, figurativo y abstracto en partes iguales, generalmente autolimpiante.

6.11. Ciudades específicas todavía discuten seriamente los errores de los arquitectos -por ejemplo, sus propuestas de crear redes peatonales elevadas con tentáculos que llevan de un bloque al siguiente como solución a la congestión- pero la Ciudad Genérica simplemente disfruta de las ventajas de sus invenciones: decks [explanadas], puentes, túneles, autopistas -una enorme proliferación de parafernalia de la conexión- frecuentemente cubiertos con helechos y flores como si se quisiera rechazar el pecado original, creando una congestión vegetal más grave que una película de ciencia-ficción de los cincuenta.

6.12. Las calles sólo son para los autos. La gente (peatones) son llevados en recorridos (como en un parque de atracciones), en "paseos" [promenades] que los elevan del suelo, sometiéndolos después a un catálogo de condiciones exageradas -viento, calor, inclinación, frío, interior, exterior, olores, gases- en una secuencia que es una caricatura grotesca de la vida en la ciudad histórica.

6.13. Hay horizontalidad en la Ciudad Genérica, pero se está acabando [on the way out]. Consiste en historia que todavía no se ha borrado o en enclaves tipo Tudor que se multiplican alrededor del centro como emblemas recientemente acuñados de la preservación.

6.14. Irónicamente, aunque nueva en sí misma, la Ciudad Genérica está rodeada por una constelación de New Towns [5] : las New Towns son como anillos anuales de crecimiento [year-rings (6)]. De algún modo, las ciudades nuevas envejecen muy rápidamente, como un viejo niño de cinco años desarrolla arrugas y artritis a través de la enfermedad llamada progeria [7].

6.15. La Ciudad Genérica presenta la muerte final del planeamiento. ¿Por qué? No porque no sea planificada -de hecho, los enormes universos complementarios de los burócratas y desarrollistas [inmobiliarios] concentran inimaginables flujos de energía y dinero en su realización [completion]; por el mismo dinero, sus planicies podrían ser fertilizadas con diamantes, sus campos de barro pavimentados con ladrillos del oro... Pero su descubrimiento más peligroso y más euforizante es que planificar no establece diferencia alguna. Los edificios se pueden ubicar bien (una torre cerca de una estación del metro) o mal (centros enteros a millas de cualquier camino). Ellos florecen/perecen imprevisiblemente. Las redes son sobre-exigidas, envejecen, se pudren, se vuelven obsoletas; las poblaciones se duplican, triplican, cuadruplican, desaparecen repentinamente. La superficie de la ciudad estalla, la economía se acelera, se retrasa, revienta, colapsa. Como antiguas madres que aún alimentan titánicos embriones, ciudades enteras se construyen sobre infraestructuras coloniales de las que los opresores se llevaron los planos [blueprints] a casa. Nadie sabe dónde, cómo, desde cuándo las cloacas funcionan, la localización exacta de las líneas telefónicas, cuál fue la razón para la posición del centro, dónde terminan los ejes monumentales. Todo lo que esto prueba es que hay infinitos márgenes escondidos, depósitos colosales de desidia, un perpetuo proceso orgánico de adaptación, estándares, comportamiento; las expectativas cambian con la inteligencia biológica del animal más alerta. En esta apoteosis de la multiple-choice nunca será posible reconstruir causa y efecto de nuevo. Funcionan -eso es todo.

6.16. La aspiración de la Ciudad Genérica a la tropicalidad implica automáticamente el rechazo de cualquier referencia remanente de la ciudad como fortaleza, como ciudadela; es abierta y se acomoda como un bosque de mangle [8].

7. POLÍTICA

7.1. La Ciudad Genérica tiene una relación (a veces distante) con un régimen más o menos autoritario -local o nacional. Generalmente los "amigos" [cronies -las comillas son de la traducción] del "líder" -quienquiera que sea- decidían desarrollar un trozo de "downtown" [centro] o periferia, o incluso empezar una ciudad nueva en el medio de la nada, y así se desencadenaba el boom que puso a la ciudad en el mapa.

7.2. Muy a menudo, el régimen ha evolucionado hasta un grado sorprendente de invisibilidad, como si, a través de su misma permisividad, la Ciudad Genérica resistiera lo dictatorial.

8. SOCIOLOGÍA

8.1. Es muy sorprendente que el triunfo de la Ciudad Genérica no haya coincidido con el triunfo de la sociología -una disciplina cuyo "campo" ha sido extendido por la Ciudad Genérica más allá de su imaginación más salvaje. La Ciudad Genérica es sociología, sucediendo. Cada Ciudad Genérica es un plato petri [9] -o una pizarra infinitamente paciente en la que casi cualquier hipótesis puede ser "probada" y luego borrada, para nunca reverberar otra vez en las mentes de sus autores o sus audiencias.

8.2. Claramente, hay una proliferación de comunidades -un zapping sociológico- que se resiste a una única interpretación que se imponga [overriding]. La Ciudad Genérica está distendiendo todas las estructuras que en el pasado hicieron que todo se mantuviera unido.

8.3. Además de infinitamente paciente, la Ciudad Genérica es también persistente en su resistencia a la especulación: prueba que la sociología puede ser el peor sistema para capturar sociología cuando esta haciendose [in the making]. Despista toda crítica establecida. Aporta enormes cantidades de evidencia a favor y -en cantidades aun más impresionantes- en contra de cada hipótesis. En A los bloques de torres llevan al suicidio; en B, a la felicidad para siempre. En C se ven como el primer escalón hacia la emancipación (no obstante, presumiblemente bajo cierta clase de "presión" invisible); en D, simplemente como passé [10]. Construidos en números inimaginables en K, están siendo explotados en L. La creatividad es inexplicablemente alta en E; inexistente en F. G es un mosaico étnico uniforme [seamless]; H está perpetuamente a merced del separatismo, sino [está] al borde de la guerra civil. El modelo Y nunca perdurará a causa de sus andanzas [tampering] con la estructura familiar, pero Z florece -una palabra que ningún académico aplicaría nunca a actividad alguna en la Ciudad Genérica- debido a esto. La religión es minada en V, sobrevive en W, es transmutada en X.

8.4. Extrañamente, nadie ha pensado que, acumulativamente, las interminables contradicciones de estas interpretaciones prueban la riqueza de la Ciudad Genérica; ésa es la única hipótesis que ha sido eliminada por adelantado.

9. QUARTERS [11]

9.1. Siempre hay un quarter [distrito] llamado Lipservice [12], donde se preserva un mínimo de pasado: generalmente tiene un viejo tren/tranvía o un autobús de dos pisos que lo recorre, haciendo sonar inquietantes campanas -versiones domesticadas del buque fantasma de El Holandés Errante [13]. Sus cabinas de teléfono son rojas y transplantadas desde Londres, o equipadas con pequeños techos chinos. Lipservice -también llamado Afterthought, Waterfront, Too Late, 42nd Street, o simplemente el Village, o incluso Underground [14] - es una elaborada operación mítica: celebra el pasado sólo como puede hacerlo lo recientemente concebido. Es una máquina.

9.2. Una vez, la Ciudad Genérica tuvo un pasado. En su tendencia por destacarse, grandes secciones de ella de algún modo desaparecieron, primero sin lamentos -al parecer el pasado era asombrosamente insalubre, incluso peligroso- luego, sin advertencia, el alivio se tornó arrepentimiento. Ciertos profetas -largo pelo blanco, medias grises, sandalias- habían estado siempre advirtiendo que el pasado era necesario -un recurso. Lentamente, la máquina de la destrucción rechina hasta detenerse; se salvan [conservan] algunas casuchas al azar sobre el lavado plano euclidiano, restauradas a un esplendor que nunca tuvieron...

9.3. A pesar de su ausencia, la historia es la mayor preocupación, incluso la [mayor] industria, de la Ciudad Genérica. En los terrenos liberados, alrededor de las casuchas restauradas, se construyen aun más hoteles para recibir a turistas adicionales en proporción directa a la borradura del pasado. Su desaparición no tiene influencia alguna en sus números, o quizás sólo sea una urgencia de último minuto. El turismo ahora es independiente del destino [destination]...

9.4. En vez de memorias específicas, las asociaciones que la Ciudad Genérica moviliza son recuerdos generales, recuerdos de recuerdos: si no [moviliza] todas las recuerdos al mismo tiempo, entonces por lo menos un resumen, memoria simbólica, un déja vu que nunca termina, memoria genérica.

9.5. A pesar de su modesta presencia física (Lipservice nunca tiene más de tres pisos [relatos (15)] de alto: ¿en homenaje/venganza a Jane Jacobs [16]), condensa el pasado entero en un único complejo. La historia vuelve aquí no como farsa, sino como servicio: los comerciantes ataviados (sombreros divertidos, diafragmas desnudos, velos) representan voluntariamente las condiciones (esclavitud, tiranía, enfermedad, pobreza, colonia) -por las que su nación alguna vez fue a la guerra para abolirlas. Como un virus replicante, mundial, lo colonial parece la única e inagotable fuente de lo auténtico.

9.6. Calle 42: ostensiblemente, los lugares donde el pasado es preservado son en realidad los lugares donde el pasado más ha cambiado, es lo más distante -como si fuese visto a través del extremo equivocado de un telescopio- o incluso [ha sido] eliminado completamente.

9.7. Sólo la memoria de antiguos excesos es lo suficientemente fuerte como para cargar con lo insulso. Como si intentaran calentarse al calor de un volcán extinguido, los sitios más populares (entre los turistas, y en la Ciudad Genérica que los incluye a cada uno) son aquellos que una vez estuvieron más intensamente asociados con sexo y mala conducta. Inocentes invaden los antiguos refugios de pimps [proxenetas], prostitutas, vividores, travestis, y, en menor grado, de artistas. Paradójicamente, en el mismo momento en que la autopista de la información [information highway] está a punto de entregar camionadas de pornografía en sus living rooms, es como si la experiencia de caminar sobre estas brasas recalentadas de transgresión y pecado los hiciese sentir especiales, vivos. En una era que no genera aura nueva, el valor del aura establecida se dispara hasta el cielo. ¿Caminar sobre estas cenizas será lo más cerca de la culpa que llegarán? ¿Existencialismo diluido a la intensidad de una Perrier [17]?

9.8. Cada Ciudad Genérica tiene una costanera, no necesariamente con agua -también puede ser con desierto, por ejemplo- pero por lo menos [hay] un borde donde encuentra otra condición, como si una posición de escape cercano fuese la mejor garantía para su disfrute. Aquí los turistas se juntan en manadas alrededor de un racimo de puestos. Hordas de "hawkers" [vendedores (18)] tratan de venderles los aspectos "únicos" de la ciudad. Las partes únicas de todas las Ciudades Genéricas juntas han creado un souvenir universal, un cruce científico entre Torre Eiffel, Sacre Coeur [19], y Estatua de la Libertad: un edificio alto (generalmente de entre 200 y 300 metros) ahogado en una pequeña bola de agua con nieve o, si [está] cerca del ecuador, copos dorados; diarios con cubiertas de cuero repujado; sandalias de hippie -aunque los verdaderos hippies sean rápidamente repatriados. Los turistas los acarician -nadie nunca ha sido testigo de una venta- y luego se sientan en exóticos comedores que se alinean en la costanera: éstos ofrecen la gama completa de la comida actual: picante: la primera y, a fin de cuentas, quizás la más confiable indicación de estar en otro lugar; patty [20]: de carne de vaca o sintética; crudo: práctica atávica que será muy popular en el tercer milenio.

9.9. El camarón es el último aperitivo [lo más]. Con la simplificación de la cadena de comida -y las vicisitudes de la preparación- saben como muffins ingleses, es decir, a nada.

10. PROGRAMA

10.1. Las oficinas todavía están allí, en números más grandes que nunca, de hecho. La gente dice que ya no son necesarias. En cinco a diez años todos trabajaremos en casa. Pero entonces necesitaremos hogares más grandes, lo bastante grandes como para realizar reuniones. Las oficinas tendrán que ser convertidas en hogares.

10.2. La única actividad es comprar [shopping]. Pero, ¿por qué no considerar el comprar como temporario, provisional? Espera tiempos mejores. Es nuestra propia falla -no pensamos en nada mejor que hacer. Los mismos espacios inundados de otros programas -bibliotecas, baños, universidades- serían fabulosos; estaríamos sobrecogidos por su grandeza.

10.3. Los hoteles se están convirtiendo en el alojamiento génerico de la Ciudad Genérica, su bloque edilicio más común. Antes solía serlo la oficina -lo cual por lo menos implicaba un llegar y un irse, asumida la presencia de otros edificios [accommodations] importantes en algún otro lugar. Los hoteles son ahora contenedores que, por la expansión y la intergridad de sus instalaciones [facilities], vuelven redundantes a casi todos los otros edificios. Haciendo incluso de shopping malls [centros comerciales], son lo más cercano que tenemos a una existencia urbana, estilo siglo XXI.

10.4. El hotel implica ahora encarcelamiento, arresto domiciliario voluntario; no hay otro lugar en competencia al cual ir; uno viene y se queda. Acumulativamente, describe una ciudad de diez millones, todos encerrados en sus cuartos; una especie de animación en reversa -densidad implosionada.

11. ARQUITECTURA

11.1. Cierren los ojos e imaginen una explosión de beige. En su epicentro salpica el color de los pliegues vaginales (no excitados), berenjena metálico- mate, tabaco-caqui, calabaza polvorienta; todos los autos camino a la blancura nupcial...

11.2. Hay edificios interesantes y aburridos en la Ciudad Genérica, como en todas las ciudades. Ambos remontan su ascendencia hasta Mies van der Rohe [21]: la primera categoría a su irregular torre de Friedrichstadt (1921), la segunda a las cajas que concibió no mucho después. Esta secuencia es importante: obviamente, después de la experimentación inicial, Mies se decidió de una vez y para siempre contra el interés, a favor del aburrimiento. En el mejor de los casos, sus últimos edificios capturan el espíritu del trabajo inicial -¿sublimado, reprimido?- como una ausencia más o menos evidente, pero él nunca propuso otra vez proyectos "interesantes" como edificios posibles. La Ciudad Genérica prueba que estaba equivocado: sus arquitectos más atrevidos han tomado el desafío que Mies abandonó, al punto que ahora es difícil encontrar una caja [box]. Irónicamente, este exuberante homenaje al Mies interesante demuestra que "el" Mies estaba equivocado.

11.3. La arquitectura de la Ciudad Genérica es hermosa por definición. Construida a una velocidad increíble, y concebida a un ritmo aun más increíble, cuenta con un promedio de 27 versiones abortadas por cada estructura realizada -aunque ése no es el término adecuado. Son preparadas en los 10.000 estudios arquitectónicos de los que nadie ha oído hablar nunca, cada uno vibrante de nueva inspiración. Probablemente más modestos que sus colegas reconocidos, estos estudios están conectados por una conciencia colectiva de que algo está mal en la arquitectura, [algo] que sólo puede ser rectificado a través de su esfuerzo. El poder de los números les da una espléndida y brillante arrogancia. Ellos son los que diseñan sin vacilación alguna. Ensamblan, a partir 1.001 recursos, con salvaje precisión, más riquezas de lo que ningún genio jamás pudo. En promedio, su educación ha costado 30.000 dólares, excluyendo transporte y vivienda. 23% han sido lavados y planchados [laundered] en las universidades americanas Ivy League, donde han estado expuestos -por supuesto que por períodos muy cortos- a la elite bien pagada de la otra profesión, la "oficial". Se deriva que una inversión combinada total de educación arquitectónica que vale 300 mil millones de dólares ($300.000.000.000) ($30.000 [el costo medio] x 100 [el número promedio de trabajadores por estudio] x 100.000 [el número de estudios en el mundo]) está trabajando y produciendo Ciudades Genéricas en todo momento.

11.4. Los edificios que son complejos en [su] forma dependen de la industria del curtain-wall [muro cortina], de pegamentos y selladores más eficaces nunca, que transforman cada edificio en una mezcla de camisa de fuerza y carpa de oxígeno. El uso de la silicona -"estamos estirando la fachada todo lo que se puede"- ha aplanado todas las fachadas; vidrio adherido a piedra, a hierro, a concreto, en una impureza de la era espacial. Estas conexiones aparentan rigor intelectual mediante la aplicación liberal de un compuesto espermático transparente que mantiene todo unido, más por la intención que por el diseño -un triunfo del pegamento sobre la integridad de los materiales. Como todo lo demás en la Ciudad Genérica, su arquitectura es lo resistente vuelto maleable, una epidemia del rendimiento, ya no a través de la aplicación del principio[s] sino a través de la sistemática aplicación de lo sin principio[s].

11.5. Porque la Ciudad Genérica es en gran parte asiática, su arquitectura es generalmente climatizada [air-conditioned]; aquí es donde la paradoja del reciente cambio de paradigma -la ciudad ya no representa el desarrollo máximo sino que bordea el subdesarrollo- se vuelve más aguda: los brutales recursos por los que se obtiene el acondicionamiento universal imitan dentro del edificio las condiciones climáticas que algunas vez "sucedieron" afuera -tormentas repentinas, mini-tornados, brisas heladas en la cafetería, olas de calor, incluso niebla; un provincialismo de lo mecánico, vacío de materia gris en persecución de lo electrónico. ¿Incompetencia o imaginación?

11.6. La ironía es que, de esta manera, la Ciudad Genérica está en su punto más subversivo, más ideológico; eleva la mediocridad a un nivel más alto; es como la Merzbau de Kurt Schwitter [22] a escala de ciudad: la Ciudad Genérica es una Merzcity.

11.7. El ángulo de las fachadas es el único índice confiable del genio arquitectónico: 3 puntos por inclinarse hacia atrás, 12 puntos por inclinarse hacia adelante, 2 puntos de castigo para los retiros edilicios [setbacks] (demasiado nostálgico).

11.8. La aparentemente sólida sustancia de la Ciudad Genérica es engañosa. El 51% de su volumen consiste en atrio. El atrio es un dispositivo diabólico por su capacidad de substanciar lo insubstancial. Su nombre romano es un garante eterno de clase arquitectónica -sus orígenes históricos hacen el tema inagotable. Acoge al habitante de las cavernas en su implacable provisión de confort metropolitano.

11.9. El atrio es espacio vacío: los vacíos son el bloque edilicio esencial de la Ciudad Genérica. Paradójicamente, su vacuidad [hollowness] asegura su propia corporeidad [physicality]: inflar el volumen [es] el único pretexto para su manifestación física. Cuanto más completos y repetitivos sus interiores, menos se nota su repetición esencial.

11.10. El estilo elegido es el posmoderno, y siempre será así. El posmodernismo es el único movimiento que ha tenido éxito en conectar la práctica de la arquitectura con la práctica del pánico. El posmodernismo no es una doctrina basada en una lectura altamente civilizada [sofisticada] de la historia arquitectónica sino un método, una mutación en la arquitectura profesional que produce resultados lo suficientemente rápido como para seguir el paso al desarrollo de la Ciudad Genérica. En vez de conciencia, como sus inventores originales pueden haber esperado, crea un nuevo inconsciente. Es el pequeño ayudante de la modernización. Cualquiera puede hacerlo -un rascacielos basado en la pagoda china y/o en un pueblo de montaña toscano.

11.11. Toda resistencia al posmodernismo es antidemocrática. Crea un envoltorio de "furtivo" [stealth] en torno a la arquitectura que la hace irresistible, como un regalo navideño de beneficencia.

11.12. ¿Hay una conexión entre el predominio de espejo en la Ciudad Genérica -¿es para celebrar la nada a través de su multiplicación o un esfuerzo desesperado por capturar esencias que van camino a la evaporación?- y los "regalos" que, por siglos, fueron supuestamente los presentes más populares y efectivos para los salvajes?

11.13. Máximo Gorky [23] habla en relación a Coney Island [24] de "aburrimiento variado". Él claramente piensa el término como un oxímoro [25]. La variedad no puede ser aburrida. El aburrimiento no puede ser variado. Pero la infinita variedad de la Ciudad Genérica está cerca, al menos, de hacer normal la variedad: banalizada, en una inversión de la expectativa, es la repetición lo que se ha vuelto inusual, por lo tanto, potencialmente atrevida, estimulante. Pero eso es para el siglo XXI.

12. GEOGRAFÍA

12.1. La Ciudad Genérica está en un clima más cálido que lo usual; está en camino al sur -hacia el ecuador-, lejos del lío que el norte hizo del segundo milenio. Es un concepto en estado de migración. Su destino final es ser tropical -mejor clima, gente más hermosa. Es habitada por aquellos a quienes no les gusta otro lugar.

12.2. En la Ciudad Genérica, la gente no es solamente más hermosa que sus pares, también tienen la reputación de tener un temperamento tranquilo, de ser menos ansiosos acerca del trabajo, menos hostiles, más agradables -prueban, en otras palabras, que hay una conexión entre arquitectura y comportamiento, que la ciudad puede hacer mejor a la gente a través de métodos aún no identificados.

12.3. Una de las características más potentes de la Ciudad Genérica es la estabilidad de su clima -sin estaciones, panorama soleado-; sin embargo, todos los pronósticos se presentan en términos de cambio inminente y deterioro futuro: nubes en Karachi [26]. De lo ético y lo religioso, la cuestión de la catástrofe se ha movido hacia el dominio ineludible de lo meteorológico. El mal tiempo es casi la única ansiedad que flota sobre la Ciudad Genérica.

13. IDENTIDAD

13.1. Hay una calculada (?) redundancia en la iconografía que adopta la Ciudad Genérica. Si mira hacia el agua, los símbolos referentes al agua se distribuyen sobre su territorio entero. Si es un puerto, entonces las naves y las grúas aparecerán bien tierra adentro [inland]. (No obstante, mostrar los contenedores mismos no tendría ningún sentido: no se puede particularizar lo genérico a través del Genérico.) Si es asiática, entonces aparecen mujeres "delicadas" (sensuales, inescrutables) en elásticas poses, sugiriendo sumisión (religiosa, sexual) por todas partes. Si tiene una montaña, cada folleto, menú, boleto, cartelera insistirá en la colina, como si nada menos que una tautología sin fisuras fuera a convencer. Su identidad es como un mantra.

14. HISTORIA

14.1. El lamento sobre la ausencia de historia es un reflejo [ya] agotado. Expone un consenso tácito en que la presencia de historia es deseable. Pero, ¿quién dice que ése sea el caso? Una ciudad es un plano habitado de la manera más eficiente por gente y procesos, y en la mayoría de los casos, la presencia de la historia sólo arrastra hacia abajo su performance [rendimiento]...

14.2. La historia presente obstruye la pura explotación de su valor teórico como ausencia.

14.3. A lo largo de la historia de la humanidad -para comenzar un párrafo a la manera americana- las ciudades han crecido a través de un proceso de consolidación. Los cambios se realizan en el acto [ahí mismo]. Las cosas son mejoradas. Las culturas florecen, decaen, reviven, desaparecen, son saqueadas, invadidas, humilladas, violadas, triunfan, renacen, tienen edades de oro, caen en silencio repentinamente -todo en el mismo sitio. Ésa es la razón por la cual la arqueología es una profesión del excavar: expone capa tras capa de civilización (es decir, ciudad). La Ciudad Genérica, como un boceto que nunca es elaborado, no es mejorada sino abandonada. La idea de layering [27], intensificación, terminación, le es extraña: no tiene ninguna capa. Su siguiente capa tiene lugar en alguna otra parte, ya sea en la puerta de al lado -que puede ser del tamaño de un país- o incluso por completo en otra parte. El arqueo-logo (= arqueología con más interpretación) del siglo XX necesita de ilimitados boletos de avión, no de una pala.

14.4. Al exportar/eyectar sus mejoras, la Ciudad Genérica perpetúa su propia amnesia (¿su único vínculo con la eternidad?). Su arqueología, por lo tanto, será la evidencia de su olvidar progresivo, la documentación de su evaporación. Su genio tendrá las manos vacías -no un emperador sin ropas sino un arqueólogo sin hallazgos, o incluso sin sitio.

15. INFRAESTRUCTURAS

15.1. Las infraestructuras, que se reforzaban y totalizaban mutuamente, están volviéndose cada vez más competitivas y locales; ya no pretenden crear totalidades [wholes] que funcionen sino hacer girar ahora entidades funcionales. En lugar de red y de organismo, la nueva infraestructura crea enclave e impasse [28]: no más grand récit [29] sino el viraje parasitario. (La ciudad de Bangkok ha aprobado los planos para tres sistemas aéreos de transporte [metro] en competencia para ir de A a B -que triunfe el más fuerte.)

15.2. La infraestructura ya no es una respuesta más o menos tardía a una más o menos urgente necesidad, sino un arma estratégica, una predicción: el puerto X no se agranda para servir a un hinterland [30] de frenéticos consumidores, sino para matar/reducir las chances de que el puerto Y sobreviva al siglo XXI. En una sola isla, a la metrópolis meridional Z, aún en su infancia, se le "otorga" un nuevo sistema de subterráneo para hacer que la establecida metrópolis W en el norte luzca desmañada, congestionada, y antigua. La vida en V es suavizada para hacer la vida en U eventualmente insoportable.

16. CULTURA

16.1. Sólo lo redundante cuenta.

16.2. En cada huso horario, hay por lo menos tres representaciones de Cats [31]. El mundo está rodeado por un anillo de Saturno de maullidos.

16.3. La ciudad era el gran coto de caza sexual. La Ciudad Genérica es como una agencia de citas: eficientemente combina oferta y demanda. Orgasmo en vez de agonía: hay progreso. Las posibilidades más obscenas se anuncian en la tipografía más limpia; la Helvética se ha vuelto pornográfica.

17. FIN

17.1. Imagine[se] una película de Hollywood sobre la Biblia. Una ciudad en algún lugar de Tierra Santa. Escena en el mercado: por derecha e izquierda, extras enfundados en trapos coloridos, pieles, togas de seda caminan en el cuadro gritando, gesticulando, girando sus ojos, iniciando peleas, riendo, rascando sus barbas, postizos que gotean pegamento, agolpándose hacia el centro de la imagen, agitando palos, puños, volteando puestos de ventas, pisoteando animales... La gente grita. ¿Vendiendo mercancías? ¿Anunciando futuros? ¿Invocando Dioses? Los monederos son arrebatados, los criminales perseguidos (¿o ayudados?) por la muchedumbre. Los sacerdotes rezan [piden] por la calma. Los niños se desbocan en una maraña de piernas y togas. Los animales ladran. Las estatuas son derribadas. Las mujeres chillan -¿amenazadas? ¿extáticas? La agitada masa se vuelve oceánica. Las olas rompen. Ahora apague el sonido -silencio, un alivio bienvenido- y ponga en reversa la película. Los hombres y mujeres ahora mudos, aunque visiblemente agitados, tropiezan de espaldas; el observador ya no registra sólo seres humanos sino que comienza a notar espacios entre ellos. El centro se vacía; las últimas sombras evacuan el rectángulo del cuadro de la imagen, probablemente quejándose, pero afortunadamente no las oímos. El silencio es ahora reforzado por el vacío: la imagen muestra puestos vacíos, algún escombro que quedó atrapado en la suela. Alivio... se acabó. Ésa es la historia de la ciudad. La ciudad ya no es. Ahora podemos salir de la sala de cine...



Notas de la traducción:

[1] Se han incorporado al texto notas de la traducción entre corchetes. Las negritas son también de la traducción, y han sido utilizadas para destacar términos que se han mantenido en el idioma original.
[2] espacio liso (smooth space en el original): el concepto de "espacio liso o nómada" fue explorado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, a partir de nociones derivadas de la geometría diferencial y el álgebra conmutativa, y es definido por oposición al "espacio estriado o sedentario" instaurado por el aparato del Estado. Mientras que lo estriado esta caracterizado por el orden, la estructura, la regularidad, la rutina y la identidad; lo liso es definido dinámicamente a través de acontecimientos, afectos e intensidades, por trayectos entre puntos.
[3] gestalt de aeropuertos:
[4] ur-sopa (ur-soup en el original, derivado del aleman ursuppe): sopa primordial, el caldo original de la vida.
[5] New Towns: Ciudades Nuevas. Programa de reconstrucción urbana, iniciado en Inglaterra tras la 2da Guerra Mundial, heredero de los anhelos de Ebeneezer Howard y su Ciudad Jardín, de conectar lo ciudad con el campo. Así se desarrollaron nuevos asentamientos cercanos a las ciudades que se intentaba recuperar. Estos eran enclaves residenciales con su propia escuela, zona de juegos y pequeño centro comercial, pero que mantenían una rápida conexión con el centro de la ciudad. Se enfatizaba la seguridad vial separando a los peatones del trafico, y las industrias eran ubicadas en áreas separadas con buenas accesibilidad. Una de las criticas iniciales fue la carencia de historia y carácter que una comunidad, se supone, debería tener.
[6] year-rings: cada uno de los segmentos circulares que se observan en el interior del tronco de los árboles, cuya cantidad aumenta con el paso del tiempo permitiendo deducir la edad de los mismos.
[7] progeria: enfermedad hereditaria degenerativa que conduce al envejecimiento prematuro y acelerado, también conocida como mal de Hutchinson-Gilford.
[8] Mangle: árbol de América tropical de la familia de las rizoforáceas, cuyas ramas, largas y extendidas, emiten unos vástagos que descienden hasta tocar el suelo y arraigar en él.
[9] Plato Petri: recipiente de uso científico inventado por Julius R. Petri, utilizado para el cultivo de bacterias y otros microorganismos.
[10] passé (fr.): anticuado, que ya es pasado.
[11] quarter: distrito, barrio.
[12] Lipservice: proviene de la expresión en inglés "to pay lipservice", cuyo significado aproximado es "decir algo de la boca para afuera, a la ligera", y hace referencia a aquello que está apoyado en palabras y no en acciones, en intención y no en hechos. También es un modo eufemistco de referirse a la masturbación femenina. Koolhaas usa este termino para referirse a los sectores nostálgicos, [re]construidos, "masturbativos", de la ciudad.
[13] El Holandés Errante (The Flying Dutchman en el original): Die Fliegende Hollander, ópera de Richard Wagner.
[14] Afterthought / Waterfront / Too Late / 42nd Street / Village / Underground: A pesar de la aparente indiferencia hacia la historia y tradición, los habitantes y visitantes de la Ciudad Genérica aun añoran el pasado y la vida de la calle, a la que tratan de resucitar a través de intervenciones urbanas "temáticas", diseñadas por especialistas en ingeniería social. Estas zona de nostalgia son una "operación mítica muy detallada", una máquina que representa el pasado según lo ven aquellos que están concentrados en lo inmediato, producciones históricas que sólo pueden incluir "recuerdos generales, recuerdos de recuerdos,... recuerdos genéricos" - Afterthought [Déjá-vu, pensamiento tardío o posterior], Waterfront [la Costanera, la Escollera], Too Late [Demasiado Tarde], 42nd Street [la Calle 42 (NY), antigua zona de sex-shops y prostitución], Village [el pueblo, o "el Village" como en Grenwich Village (NY)], el Underground.
[15] pisos: el termino original stories puede ser traducido como 'pisos' (de un edificio), pero también como 'historias', 'cuentos', 'relatos'.
[16] Jane Jacobs (EE.UU, 1916): una de las teóricas más destacadas del urbanismo moderno. En 1961 publico su primer libro, el clásico The Death and Life of Great American Cities (1961). Criticó, denunció y se manifestó activamente en contra de los proyectos urbanos que consideraba que afectaban los derechos y libertades civiles, atentando contra la esencia misma de la ciudad: la calle.
[17] Perrier: famosa y exclusiva agua mineral francesa.
[18] hawkers: expresión derivada del inglés hawk (halcón), que toma las connotaciones asociadas a esta ave por su carácter de rapaz para referirse a vendedores y negociantes de dudosos métodos.
[19] Sacre Coeur: Basílica del Sagrado Corazón en París.
[20] patty: denominación general para los alimentos o comidas hechos a base de carne molida, como hamburguesas, albóndigas, empanadas, etc.
[21] Mies van der Rohe (1886-1969) : arquitecto alemán, director de la Bauhaus, emigrado a los EE.UU. en 1933. Fue uno de los arquitectos mas influyentes del Siglo XX. Sus obras son de un gran rigor formal, entre las que se destacan: los Apartamentos Commonwealth (Chicago), el Edificio Seagram (New York), y la Casa Farnsworth. La ciudad moderna, con sus torres de vidrio y acero, fue en parte definida por la gesto miesiano del "less is more" (menos es mas). Una estética que degeneraría en la "arquitectura internacional", un estilo sin genero, industrializado y serial, impuesto sin consideración de las condiciones de los contextos locales, que seria adoptado por las corporaciones multinacionales. La exploraciones reductivas (minimalismo) contemporáneas en arte y arquitectura son herederas de la tradición miesiana.
[22] Schwitter, Kurt (1887-1948): Artista alemán que al ser rechazado por el movimiento dadá de Berlín, crea una nueva versión del dadaísmo que denomina Merz. Influido por el expresionismo, la abstracción geométrica y el cubismo, en 1925 crea una serie de grandes construcciones espaciales que denomina Merzbau o Construcción Merz [ver imagen]. La primera, abstracta y en yeso, es realizada en su casa de Hannover. Llega a ocupar una habitación y se extiende a varios pisos, logrando la simbiosis perfecta entre la obra de arte y la vida del artista. Esta obra será destruida durante la guerra, pero a fines de los cuarenta Schwitters crea dos más, una en Noruega y otra en Inglaterra.
[23] Gorky, Maxim (1868 - 1936): escritor ruso considerado el padre de la literatura soviética y el fundador de la doctrina del realismo socialista.
[24] Coney Island: balneario maritimo en el extremo Este de Brooklyn (NY) famoso por su explanada, el parque de diversiones y los freak-shows. Koolhaas, en su retro-manifiesto Delirious New York, describe sus inicios históricos y lo postula como la metáfora urbana original de esa ciudad.
[25] oxímoro: figura retórica en la que se crea un efecto epigramatico a través la conjunción de términos incongruentes o contradictorios. Por ejemplo: casi exacto, ropa de vestir, grabado en vivo, voluntario contratado, vacaciones de trabajo, básico avanzado.
[26] Karachi, ciudad capital de Pakistan.
[27] layering (ing.): disponer capa sobre capa.
[28] impasse: punto muerto
[29] grand récit (fr.): gran relato o narracion.
[30] hinterland (ing.): en la terminología portuaria se refiere al área del interior del pais servida por un puerto determinado.
[31] Cats: se refiere al famoso musical de Andrew Lloyd Webber que se exhibió en todo el mundo por más de dieciocho años